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La pobreza, violencia estructural y política

Miércoles.28 de agosto de 2024 115 visitas Sin comentarios
Juan Carlos Rois, Alternativas Noviolentas. #TITRE

Recientemente, con el apoyo de la organización internacional ATD Cuarto Mundo (uno de los agentes autorizados por el Comité Europeo de Derechos Sociales -en adelante CEDS-), órgano encargado de velar por el cumplimiento de la Carta Social Europea -en adelante CSE) se ha presentado por la Oficina Jurídica por los Derechos Sociales (organización informal constituida por personas a título particular y por organizaciones sociales de lucha contra la pobreza como Marea Básica, la plataforma RMI tu derecho, ATD Cuarto Mundo, el Observatorio de la Exclusión Social, el Foro ServSocial Madrid y otros) una reclamación colectiva ante el CEDS, demandando al reino de España por el grave incumplimiento de la CSE (el principal instrumento internacional de reconocimiento de derechos sociales de aplicación en los países del Consejo de Europa) en la ley del Ingreso Mínimo Vital (IMV), la medida estrella del gobierno anunciada con pompa y boato, pero de un impacto muy negativo para la gente más empobrecida, si atendemos tanto a los informes anuales del Defensor del Pueblo, como de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF), de las principales redes y organizaciones de lucha contra la pobreza (EAPN España, Cáritas España entre las más destacadas) , de la doctrina jurídica especializada en esta temática o por la protesta generalizada de las organizaciones sociales y de las redes de afectados.

Como explica la página web del propio Comité, la inédita reclamación contra España “se refiere a los artículos 1 (derecho al trabajo), 7 (derecho de los niños y adolescentes a la protección), 13 (derecho a la asistencia social y médica), 15 (derecho de las personas con discapacidad a la autonomía, integración y participación en la vida comunitaria), 16 (derecho de la familia a la protección social, jurídica y económica), 17 (derecho de los niños, niñas y adolescentes a la protección social, jurídica y económica), 27 (derecho de los trabajadores con responsabilidades familiares a la igualdad de oportunidades y tratamiento), 30 (derecho a la protección contra la pobreza y la exclusión social), 31 (derecho a la vivienda) y E (no discriminación) de la Carta Social Europea Revisada”.

“ATD Quart Monde alega que determinadas disposiciones de la Ley 19/2021, de 20 de diciembre de 2021, relativa al ingreso mínimo vital (LIMV), prevén toda una serie de requisitos para la concesión y mantenimiento de esta prestación en violación de las citadas disposiciones del gráfico. ATD Quart Monde se queja, en particular, de la insuficiencia de las cantidades asignadas a esta prestación, de los requisitos de edad o de residencia legal, de los plazos de asignación y de los procedimientos de revisión anual que, en ocasiones, conducen a la restitución de pagos indebidos, agravando así la situación de vulnerabilidad de las personas. ATD Cuarto Mundo considera finalmente que la LIMV y su aplicación confirman el trato discriminatorio de las personas más desfavorecidas de la sociedad”.

El texto de la demanda, que se puede enlazar pinchando aquí (https://rm.coe.int/cc241casedoc1-es...) se ha elaborado de forma colaborativa por un equipo integrado por activistas profesionales y personas afectadas por la aporofóbica ley del IMV, después de un proceso de talleres dirigido a grupos sociales y a personas afectadas para recabar información, obtener pruebas suficientes, empoderar a las personas afectadas en la reclamación de sus derechos y preparar las principales líneas argumentales de la demanda, con la que se pretende inicialmente conseguir la paralización de los aspectos más lesivos de la ley hasta que se adopte por el Comité una decisión de fondo, y obligar a un cambio legal respetuoso de los derechos reconocidos en la Carta Social Europea, que realmente sirva a una estrategia de lucha contra la pobreza y no como una mera medida de control y gestión de la pobreza.

Una vez la demanda se acepte a trámite cabe la posibilidad de adherirse a la misma por parte de organizaciones sociales de toda índole, mediante la presentación de alegaciones dirigidas al Comité.

Estas adhesiones y alegaciones pueden reforzar la acción emprendida y pueden servir para que la agenda de lucha contra la pobreza vaya poco a poco incorporándose a las agendas transversales y compartidas de las distintas articulaciones sociales que siguen creyendo y trabajando para otro mundo posible.

La iniciativa de presentación de esta demanda me ha dado pie a una reflexión màs global sobre la pobreza y las implicaciones de su carácter de violencia visible e invisible para la lucha noviolenta contra la violencia rectora y en pro de una alternativa global de defensa social de la seguridad humana.

Pobreza y exclusión, unos datos contables escalofriantes

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en el año 2015 por 193 Estados miembros de las Naciones Unidas reconoció la escala inaceptable de la pobreza en el mundo y fijó como el mayor reto mundial su erradicación, vinculando este empeño a la aplicación de políticas de desarrollo sostenible y justo que no dejara a nadie atrás y estableciendo una serie de objetivos y de medidas a adoptar.

Aunque perduran entre nosotros con una intensidad alarmante ideaciones estigmatizantes y aporofóbicas que consideran la pobreza como un asunto propio de los pobres del que desvincularnos socialmente, o que la observan como una situación culposa de las personas empobrecidas (caracterizadas como malas, viciosas, vagas, peligrosas y otras lindezas por el estilo) o como un mal irremediable e inevitable, cuando no como un efecto saludable de la ingeniería social darwinista, el hecho de que la comunidad internacional se plantee como un reto asumible la erradicación de la pobreza nos da una clara muestra de la propia naturaleza injusta y estructural del asunto, pues es técnicamente posible su erradicación y se convierte en un objetivo político al menos deseable (aunque sea con la boca chica).

Por lo que respecta a España, las estadísticas disponibles sobre pobreza y exclusión social dan cuenta de la magnitud escandalosa de la pobreza en la sociedad española y de su alarmante y demoledora extensión a pesar del crecimiento de los indicadores macroeconómicos y la aparente mejora del bienestar en la cuarta economía de la zona Euro.

Si en 2020 las estadísticas oficiales consignaban que la pobreza severa (530 euros de renta al mes) alcanzaba en España al 7% de la población (3.042.000 personas) y el porcentaje de personas en riesgo de pobreza el 26,4 (nada menos que 11.479.000 personas), los datos para el año 2023 (últimos disponibles) nos ofrecen un notable empeoramiento de la situación, con más de 3.900.000 personas en situación de pobreza severa y más de 12.700.000 en situación de riesgo, lo que quiere decir que la pobreza aumenta a pesar de las políticas públicas (¿o tal vez ayudado por ellas?) dirigidas a abordar esta.

Conforme al 14 informe sobre el Estado de la pobreza 2015-2023 publicado recientemente por la Red Europea de Lucha contra la pobreza y la exclusión social ) (https://www.eapn.es/estadodepobreza...) existe una aparente normalidad y recuperación tras pasar los años convulsos del COVID. Pero, señala el informe, es una estabilización aparente porque la tasa de riesgo de pobreza y el indicador de hogares con baja intensidad de empleo se reducen solo muy ligeramente (de forma mínima si la comparamos con el tirón de la economía), y relativa porque aumenta notablemente la pobreza material y social severa (crece 1,3 puntos porcentuales; 17 %) y la pobreza cronificada de colectivos concretos y sectores de edad también concretos.

Ello es mucho mas grave por cuanto que la bolsa de pobreza y del riesgo de exclusión social se ceba también en los menores, lo que nos convierte en una sociedad con una perspectiva de futuro más injusto y, dados los aires que corren, más aporofóbico.

Si comparamos la pobreza en España con el resto de los países de la UE, tanto en números absolutos como en tasa porcentual, estamos en el cuarto lugar por la cola del ranquin, solo por detrás de Rumanía, Bulgaria y Grecia, incumpliendo la mayoría de las exigencias y estands internacionales exigibles para un país como este.

Es así como incumplimos, sólo por citar los más importantes de los indicadores mundiales, los objetivos de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible, los criterios de convergencia de la Estrategia Europea 2020 (2010), los indicadores del Pilar Europeo de Derechos Sociales, o los criterios de conformidad con la principal carta a nivel del Consejo de Europa de derechos Sociales, la Carta Social Europea.

Las cifras muestran solo la punta del iceberg del escándalo, del sufrimiento y del fracaso colectivo de una sociedad que no aborda como reto propio remover los obstáculos que estratifican y fosilizan el carácter sistémico de la pobreza entre nosotros como condición indispensable para el sostenimiento de un sistema radicalmente injusto.

Las personas empobrecidas

No son números. Son personas en toda su extensión, con su carga de afectos, sentimientos, miedos, humillaciones, sufrimiento, vulneración, enfermedades, fragilidades, esperanzas y sueños, relaciones humanas.

Son la otra cara de la moneda de nosotros mismos, el espejo en que nos reflejamos y que nos devuelve nuestra propia imagen ética y social. Precisamente la que nos define por nuestro mejor o peor fuste, pues en nuestra relación con la pobreza definimos también nuestra propia persona, nuestra sensibilidad y nuestro talante ético y político.

Llama la atención que la pobreza, sentida desde los propios empobrecidos y desde quienes hacen la experiencia de acompañamiento personal y conversión a su causa (y no de meros tribunos), resalte el “el sufrimiento resultante de la pérdida de poder causada por la privación y el maltrato y la forma en que la gente responde a ello a través de la lucha y la resistencia”.

Vivir en la pobreza significa experimentar un intenso sufrimiento físico, mental y emocional acompañado de una sensación de impotencia para hacer algo al respecto, mientras la sociedad mira para otra parte (cuando no se aprovecha de ella de uno u otro modo).

“Las vidas se acortan por el deterioro de la salud física y mental, debido a la baja calidad de la vivienda, la dieta inadecuada y las exigencias diarias de supervivencia. Muchas personas que viven en la pobreza no pueden recibir atención preventiva porque no tienen acceso a alimentos sanos o porque viven en zonas contaminadas. Tanto la desnutrición como la obesidad pueden ser frecuentes. La falta de atención médica, incluyendo la atención dental y de la vista, puede aumentar los problemas de salud. La mala salud causada por múltiples privaciones deja a las personas con cicatrices físicas y emocionales. El sufrimiento incluye pensamientos y emociones negativas que nunca desaparecen y que pueden ser agobiantes : miedo constante a lo que podría suceder, a perder recursos o bienes muy escasos, a lo que otros dirán al ser “descubiertos” como pobres ; estrés y ansiedad causados por la dificultad de lidiar con la incertidumbre ; vergüenza relacionada con las condiciones de vida y la necesidad de pedir ayuda y asistencia; la culpabilidad por no tener los recursos indispensables o no poder ofrecerlos a otras personas ; un dolor insoportable por verse separados de sus hijos ; la desesperación y el desaliento ante una situación donde se percibe que no hay una salida a la miseria. Esto puede provocar niveles de frustración, enojo, depresión y desesperanza que conducen al abandono de sí mismo o incluso al suicidio. La automedicación con drogas o alcohol se utiliza como un alivio temporal de este sufrimiento. Cuando las personas internalizan sus experiencias diarias de injusticia y deshumanización, esto socava su autoestima.

Los padres sufren, los hijos sufren y también sufren los unos por los otros. Estos sufrimientos se refuerzan mutuamente, haciendo la vida más intolerable. La intensidad del sufrimiento puede llevar a evitar el contacto con otros por miedo a ser juzgados o avergonzados, contribuyendo así al aislamiento social.”

El desempoderamiento es otra de las experiencias centrales de las personas empobrecidas, porque, como decimos, la pobreza no es una dimensión individual, sino relacional y estructural, que no puede verse desde la barrera ni desde el individualismo moral inculcado por las instituciones neoliberales y su idea iliberal de la libertad.

“La pobreza se experimenta como una falta de control. Las opciones y posibilidades de elección están limitadas y condicionadas por las circunstancias de la vida y el accionar de las instituciones.

Las personas en situación de pobreza tienen poco margen de error en las decisiones que toman porque las consecuencias de las decisiones equivocadas son muy graves. Además, aunque a menudo se acusa a las personas en situación de pobreza de tomar malas decisiones, la realidad es que con frecuencia se enfrentan a decisiones impensables en medio de opciones inaceptables. A menudo no tienen voz en las decisiones que debieran ser suyas, pues son tomadas por las personas que tienen autoridad sobre ellos.

La pobreza puede significar el sometimiento y dependencia forzada a otros, lo que resulta en una pérdida de dignidad y deshumanización. La falta de control con opciones limitadas aumenta el riesgo y puede socavar la posibilidad de salir de la pobreza, al tiempo que crea sentimientos de inseguridad y miedo”

La pobreza como interrelación sinérgica de las violencias directa, estructural y social

La pobreza es también una interrelación, un estado de cosas, transido por la violencia rectora que organiza nuestra sociedad como un sistema complejo condicionado por la dominación-violencia como lógica. Es por eso mejor hablar de empobrecidos que de pobres, pues la pobreza no se entiende sin el estado de cosas que la construye socialmente.

Así, la pobreza como relación y estado de cosas nos codetermina (a pobres y no pobres, y a cada cual en sus distintas gradaciones de pobrezas y empobrecimientos) y nos mete en un circulo vicioso de violencias visibles (las que se pueden observar) e invisibles.

Si aplicamos la óptica de las violencias analizada por Galtung y luego aplicada por Utopía Contagiosa a la causa de la noviolencia como lucha social, la pobreza pude ser analizada como violencia directa, como violencia estructural, como violencia cultural y como coordinación/sinergia de todas ellas.

Pepe Ambrona, componente en su día del Colectivo Utopía Contagiosa, ya abordó este enfoque en el trabajo “Causas y consecuencias de las desigualdades” publicado en el blog de alternativasnoviolentas.

La pobreza entendida en términos de violencia directa, estructural, cultural y sinérgica aporta una comprensión más compleja de ésta, pero, sobre todo, también de nuestro papel protagonista (activa o pasivamente) en el sostenimiento o no de ésta y en el ejercicio de las violencias que comporta.

También de las dimensiones en las que es necesario incidir simultáneamente para atacar la raíz del problema.

Merece la pena indicar que las políticas públicas que inciden en la pobreza, desde las mas inespecíficas hasta las mas concretas y específicas, también participan en cierto grado sistémico y de violencia referido.

El maltrato institucional forma parte de la experiencia vital de la gente empobrecida y es uno de los rasgos que definen el comportamiento político vigente.

Según refiere el estudio ya referido de ATD Cuarto Mundo y la Universidad de OXFORD “(las instituciones formales, públicas y privadas, conforman la experiencia negativa de la pobreza a través del discurso público y el diseño e implementación de políticas y servicios; asimismo, a través de su descuido y falta de escucha de las personas que viven en la pobreza.

Si bien algunas instituciones tienen el mandato de abordar la pobreza y mejorar la vida de las personas, con frecuencia no lo hacen. A veces esto significa vivir con las consecuencias de la incapacidad del gobierno para hacer cumplir las políticas y leyes existentes, de la distribución injusta de recursos y servicios, y de la corrupción persistente. También significa no tener acceso a la justicia y no tener voz en las decisiones tomadas por el gobierno o dentro de la sociedad civil.

Al formular las políticas, las instituciones tienden a reflejar, amplificar y moldear las actitudes discriminatorias en lugar de cuestionarlas.

Asimismo, el diseño y la implementación de políticas pueden servir para excluir a las personas en situación de pobreza, no satisfacer sus necesidades básicas y estigmatizarlas. A menudo, las personas en situación de pobreza encuentran que sus relaciones con las instituciones se caracterizan por el juzgamiento, la dominación, la obligación y el control que silencian las voces y dan lugar a la negación de los derechos, lo que las deja sin poder. Cuando las personas tratan de salir de la pobreza, no encuentran el apoyo que esperan de las instituciones diseñadas para empoderarlas.

Podemos simplificar mucho las posibles políticas públicas para atender a la pobreza dividiéndolas en dos tipologías “marco” de enfoque y pretensión diferentes y que no siempre son compatibles ni coherentes entre sí.

Las primeras responden a la idea de “gestión” de la pobreza para que no desborde determinados límites de conflictividad social. Implica una visión estática de la pobreza como un mal que hay que minimizar, reducir o controlar y que es ilusorio tratar de erradicar. Aplica la idea de que es preciso someterla a control y gestión administrativa y social (ayudas condicionadas, toda una cohorte de agentes sociales, desde policiales a judiciales pasando por toda la retahíla de trabajadores, educadores, agentes promocionales y otros instrumentos disciplinarios, aplicando ingenierías sociales sobre los y las pobres, controles administrativos, dispositivos sociales de regulación de la vida y comportamiento de los pobres, etc.).

La segunda orientación aspira a luchar contra la pobreza y sus causas y a erradicarla, busca cambios simultáneos en las causas y efectos directos, estructurales, culturales y sinérgicos de la pobreza. Quiere establecer medidas en todos estos planos diferentes y pretende provocar cambios sustanciales en la sociedad, no solo en los pobres. Rehúye de las políticas condicionadas y disciplinarias dirigidas hacia los empobrecidos y buscas u empoderamiento como verdaderos agentes y no como pacientes de las políticas a aplicar. Se propone adoptar una doble dinámica de quitar poder a la pobreza en los aspectos directo, estructural y cultural y empoderar alternativas de justicia social y ejercicio efectivo de derechos tomados en serio y no como mera panoplia declarativa.

Ni que decir tiene que las políticas oficiales hacia la pobreza aplicadas en España asumen en gran parte un modelo paternalista y de gestión de ésta como algo que hay que minimizar y tener lejos de la sociedad virtuosa y bienpensante y rehúye ampliamente los planteamientos que aspiran a cambios estructurales ambiciosos para erradicar la pobreza.

La noviolencia en la lucha contra la pobreza.

Si la noviolencia pretende ser una apuesta de acción colectiva (tanto de lucha social como de acción colectiva y colaborativa de puesta en práctica de nuevas experiencias de vida y de búsqueda de alternativas) que aspira a un cambio global de la sociedad y se enfoca principalmente como enfrentamiento y resistencia incondicional contra el carácter rector de la violencia y del paradigma dominación-violencia que caracteriza nuestro mundo social, no cabe duda que la lucha contra la pobreza debe formar parte sustancial de nuestro imaginario, de nuestras agendas .y de nuestros compromisos y de nuestras aspiraciones.

La pobreza forma parte esencial de la lógica violenta del sistema global y se concreta y desarrolla como acumulación de procesos de violencias directas, estructurales, culturales y de sus interrelaciones en el interior de las sociedades y en las relaciones entre los pueblos. También como de los principales motores de las guerras (o de la guerra permanente a la que asistimos) y de la injusticia social.

Si apostamos por ayudar a construir un modelo alternativo de sociedad, de resolución de conflictos y de respuesta a los mecanismos de reproducción de la dominación-violencia que actúan como un sistema complejo y perverso, la lucha contra la pobreza debería ocupar un lugar central de nuestra acción política noviolenta.

Si nos preguntamos de qué nos tenemos que defender, la pobreza y el sistema de empobrecimiento consolidado debe entenderse como una de las principales agresiones del sistema contra la vida. Una agresión de la que tenemos que defendernos. Por eso la lucha social contra la pobreza también pude definirse en términos de defensa social de la seguridad humana frente al modelo violento vigente.

La lucha contra la pobreza deberá ser, de este modo, uno de los campos de acción de la noviolencia, un campo al que debemos incorporar con respeto y en el que podemos aportar nuestras metodologías y prácticas de acción directa, resistencia, empoderamiento grupal, acciones disruptivas, y el largo elenco de prácticas del activismo noviolento.

La estrategia de lucha contra la pobreza, desde la perspectiva noviolenta, exige abandonar los dejes asistencialistas y profundizar en todos los aspectos relacionados con la lucha contra la violencia rectora y sus dimensiones directa, estructural y cultural. Siguiendo el esquema que hemos establecido para conformar el marco dinámico de lucha contra el paradigma dominación-violencia, debemos profundizar en la doble estrategia que hemos indicado en otras ocasiones de 1) quitar poder al paradigma vigente desencadenando procesos dinámicos de eliminación de trabas legales, interpersonales, económicas, etcétera, en los planos directo, estructural y cultural, trasvasando recursos desde el enfoque condicional actual de gestión de la pobreza hacia un enfoque de lucha por su erradicación e incondicional y 2) construir en paralelo nuevas práctica de interrelación y justicia social que construyan la alternativa de sociedad emancipada.

El acercamiento a las personas en situación de pobreza puede además ayudarnos a descubrir cómo la pobreza es dinámica y las personas en situación de pobreza son típicamente proactivas y no pasivas. Esto es importante recalcarlo para despejar un extendido prejuicio y evitar la tentación de suplantar la actoría política de los sujetos empobrecidos.

Los conocimientos y habilidades de las personas que viven en la pobreza rara vez son vistos, reconocidos o valorados. Tanto individual como colectivamente, a menudo se presume erróneamente que las personas en situación de pobreza son incompetentes.

El acercamiento a la realidad de la pobreza puede ayudarnos a reelaborar nuestra propia ideología y mirada sobre la realidad. Las personas pobres “sobreviven gracias a su ingenio, encontrando diferentes maneras de crear bienes o servicios más allá de lo que se espera de ellos. En contra de todo pronóstico, cumplen muchas funciones importantes, a menudo apoyando a otros y haciendo importantes contribuciones económicas y sociales. Sin embargo, la sociedad ignora estas contribuciones y las trata con indiferencia, hasta el punto de que ellos mismos pueden subestimar sus conocimientos y habilidades”

Nuestra incorporación a la lucha contra la pobreza debe ser un encuentro que nos transforme y nos haga luchar contra los procesos de empobrecimiento también en lo micro y contra nuestras “microaporofobias”.

Nuestra incorporación a la lucha contra la pobreza no debe ser solo una lucha en pro de su causa, sino, sobre todo, una lucha de ellos y ellas de la que seremos aliados en la construcción de ese nuevo sujeto político desde el protagonismo esencial de las personas empobrecidas. Aprender a adoptarnos a sus ritmos, análisis y estrategias también forma parte del proceso de inteligencia colaborativa que necesita la lucha contra la pobreza.

La resiliencia de las personas en situación de pobreza es destacable para cualquiera que nos hayamos acercado a su realidad y es un punto de partida nada despreciable en el que deberíamos ahondar para la lucha contra la pobreza desde el enfoque noviolento.

La lucha contra la pobreza se moviliza ya desde la noviolencia

La realidad es que la gente empobrecida hace de forma sutil uso de un gran elenco de acciones noviolentas para reivindicarse y luchar contra la pobreza. No es el momento ni tenemos la capacidad de consignar todas las acciones de las personas en situación de pobreza al respecto, pero podemos recordar gran parte de las movilizaciónes campesinas en Latinoamérica y Asia como luchas noviolentas contra la pobreza y la exclusión.

En el propio EE. UU.; y bajo la inspiración de Luther King, existe una movilización recurrente llamada campaña de los pobres, donde gente empobrecida “politiza” en términos de protesta social su lucha y dirige movilizaciones en distintos estados para exigir ser oídos directamente por los políticos atrincherados en sus instituciones. También realizan marchas de cientos de kilómetros para llegar a la capital federal o tejen alianzas y piden a organizaciones de todo tipo que asuman su agenda y los acompañen a conseguir sus objetivos.

Entre nosotros tuvo un impacto mediático nada despreciable la movilización por el 0´7% para ayuda al desarrollo, con las acampadas en una de las zonas emblemáticas de Madrid y el debate social que generó. Más adelante, se consiguió también en Madrid inundar las calles de la zona rica de activistas disfrazados de mendigos para visibilizar la pobreza invisibilizada y exigir un cambio.

Del mismo modo podemos entender movilizaciones de pobres desde la noviolencia algunas de las acciones disruptivas generadas entre nosotros por el Sindicato de Obreros del Campo en Andalucía o las marchas de los campamentos dignidad, o las ocupaciones de sedes bancarias o de fondos buitre, o las interposiciones para impedir desahucios u otros cientos de iniciativas que habitualmente se minorizan e invisibilizan, pero ocurren con frecuencia.

La gente en situación de pobreza no es ajena a la acción noviolenta sino enormemente receptiva a sus prácticas. Es el momento de incorporar a las luchas sociales de los movimientos y articulaciones alternativistas la perspectiva de la lucha noviolenta y de contribuir a la construcción de agendas de luchas que incorporen el protagonismo de las personas en situación de pobreza y la aspiración de la erradicación de la pobreza.

Apoyar la demanda contra el reino de España por sus malas prácticas en la que se supone su medida estrella para luchar contra la pobreza, el IMV, puede ser también una acción estratégica en esta necesaria lucha.

Nota: Foto de portada: Marta Jara. elDiario.es


Nota 1 https://www.elsaltodiario.com/renta...

Fuente: https://alternativasnoviolentas.org...

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