Respondiendo a:
22 de octubre
José Ignacio Martínez Rodríguez
Un fino y consistente chorro de agua, proveniente de una lluvia que ha madrugado, se cuela en el socavón donde Moses, un fornido joven de unos veinticinco años, trabaja. Su ropa, y también la de la mayoría de los compañeros que lo flanquean, se ha teñido del color de la arena propia del terreno, aunque las manchas también se dejan ver en el pelo, en los brazos y en las piernas. No lleva zapatos, y sus pies lucen entre enfangados y polvorientos. "Siempre he (...)