El mayor peligro al que se enfrenta el hombre a la hora de iniciar el largo camino de su vida es el de seguir los pasos de quienes eligen la senda más frecuentada, que es siempre la senda de la vulgaridad y la bajeza moral en sus múltiples acepciones. No sucumbir a la tentación siempre latente de ceder a los instintos más superficiales y fáciles, constituye una prueba moral y volitiva nunca concluída ni definitivamente superada. Para dar sentido a la vida no basta pues el conocimiento (...)