El sentido de la vida - Tortuga
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El sentido de la vida

Lunes.1ro de agosto de 2022 365 visitas Sin comentarios
Heleno Saña. #TITRE

El mayor peligro al que se enfrenta el hombre a la hora de iniciar el largo camino de su vida es el de seguir los pasos de quienes eligen la senda más frecuentada, que es siempre la senda de la vulgaridad y la bajeza moral en sus múltiples acepciones. No sucumbir a la tentación siempre latente de ceder a los instintos más superficiales y fáciles, constituye una prueba moral y volitiva nunca concluída ni definitivamente superada. Para dar sentido a la vida no basta pues el conocimiento teórico de determinados principios y valores, sino que es necesario asimismo disponer de la fuerza interior suficiente para ofrecer resistencia a todo lo que nos puede apartar de nuestra meta, en primer lugar al desánimo y la desmoralización que despierta en nosotros el encuentro constante con la dimensión siniestra de nuestro entorno intersubjetivo y social. Para toda persona que haya elegido el camino del Bien, sentirse extraña en el mundo es una experiencia no sólo frecuente, sino inevitable. Pero es precisamente la capacidad para aceptar este estado de extranjeridad lo que constituye la conditio sine qua non para permanecer fiel a la identidad espiritual que uno se ha forjado en su interior.


La cosmovisión elaborada por la ideología liberal-burguesa para llenar el vacío axiológico dejado por la crisis del cristianismo no basta en absoluto para dar a la vida humana el sentido que potencialmente puede tener siempre. ¿Por qué, si no, la ufana “sociedad permisiva” surgida tras la II Guerra Mundial está tan repleta de personas insatisfechas con su suerte y, por ello, tan inclinadas al resentimiento y la agresividad?

El triunfo de la sociedad laica no sólo no ha hecho más feliz al hombre, sino que por añadidura ha dado nacimiento a una serie de mitos, falsos dioses y cantos de sirena del más dudoso orden, empezando por la glorificación del materialismo y del hedonismo como metas supremas de la existencia humana.


La tarea de la teoría en general y de la educación o paideia en particular ha consistido, desde sus orígenes, en familiarizar al hombre con un repertorio de valores y de ideas capaz de orientarle y de dar a su vida el mayor grado posible de coherencia y unidad. El declive de ese viejo ideal y su sustitución por el culto a la novedad y a las modas ha creado un tipo de individuo superficial y sin convicciones firmes y, por ello, propenso a dejarse influenciar por los lugares comunes divulgados por las tribunas mediáticas al servicio del statu quo. Eso explica que el hombre contemporáneo haya llegado a la fatídica conclusión de que para alcanzar una vida colmada no son imprescindibles los valores del alma, un espejismo desmentido día tras día por su estado constante de insatisfacción, de inquietud y de malestar interior.

Extraído de: Heleno Saña. “El camino del bien. Respuesta a un mundo deshumanizado”. Fundación Salvador Seguí Ediciones (CGT), Madrid 2013.

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