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Una visión crítica de Gandhi

Viernes.27 de noviembre de 2009 23324 visitas - 5 comentario(s)
Tomada de dos buenos libros publicados en www.rebelion.org #TITRE

El portal www.rebelion.org ofrece para su descarga gratuita en .pdf dos excelentes libros sobre la historia de la India, del autor argentino Luis César Bou: La india contemporánea y sus protagonistas e India contemporánea: saqueo colonial y lucha por la independencia. Siendo la totalidad de ambos libros del mayor interés, me parece oportuno traer a estas páginas algunos de los párrafos que en ellos se dedican a la figura de Gandhi. Por ahora y por aquí, ni quito ni pongo rey; en realidad, ni siquiera creo que aceptar al pie de la letra las críticas que Bou hace a Gandhi, o los reparos que manifiesta, sean suficiente para desacreditar las aportaciones teóricas y prácticas del autor de Mis experiencias con la verdad. La figura de Gandhi sólo puede entenderse -según él mismo- desde una pluralidad de perspectivas, incluidas las negativas, y por eso creo que estos textos son de especial interés para las personas preocupadas por la noviolencia. Las ilustraciones son de mi cosecha (Crates).

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Frecuentemente se confunde el título de mahatma (alma grande) con su primer nombre. Mahatmas se denomina a muchos santos de la tradición hindú, a Gandhi parece ser que ese título le fue dado por Rabindranath Tagore quien, a su vez, había sido denominado gurú (maestro) por Gandhi. Sus enemigos políticos, sin embargo, decían que él mismo se había denominado de esa manera. En su autobiografía Gandhi dice no considerarse merecedor de semejante título, sin embargo, lo cierto es que él mismo terminó abandonando su nombre original y firmando “Mahatma Gandhi”, lo cual indica que, de alguna manera, terminó aceptando el homenaje y, posiblemente, creyendo en la grandeza de su alma.

… Pertenecía a la casta de los banias, y era hijo del primer ministro del pequeño principado, cargo que se había convertido en hereditario en la familia Gandhi. Ocurre que muchas familias banias, por su estrecha ligazón con la administración británica y por su conocimiento de las finanzas, habían dejado de ocuparse del comercio (el nombre Gandhi significa almacenero o despensero) para dedicarse a la administración pública, al servicio de los ingleses o de los principados.

Supuestamente Gandhi estaba destinado a seguir esa carrera, pero, a la edad de 19 años, decidió partir para Inglaterra a estudiar leyes. Esta decisión implicó un conflicto con su familia y con su casta, que se oponían al viaje. La cuestión llegó al punto que la dirección de la casta decidió expulsarlo, convirtiéndolo en un descastado si seguía su propósito. A pesar de esto, Gandhi siguió con sus planes y se instaló en Londres para seguir sus estudios. Luego, cuando adquirió renombre, la casta revocó esta decisión, pero una rama de los banias se negó siempre a readmitirlo en su seno.

… De regreso a la India con su título de abogado, Gandhi intentó establecerse en Bombay para ejercer la profesión. Pero había muchos abogados, Gandhi no era demasiado dinámico, y la ruptura con su casta le limitaba mucho en sus posibilidades de trabajo. Debía además sostener a su familia, ya que había contraído matrimonio a los 13 años con Kasturbai, una muchacha de su misma edad, y para entonces ya tenía dos hijos. Ante esta situación, Gandhi aceptó un contrato que le ofreció una empresa india radicada en Natal (África del Sur), para ir a trabajar allí.

Gandhi permaneció 21 años en Sudáfrica, con un breve interregno en 1896-97 cuando viajó a la India para traer a su mujer e hijos. Durante su período africano, tuvo oportunidad de sufrir en carne propia la discriminación racial y la privación dederechos. En Sudáfrica en general y en Natal en particular, había una importante cantidad de indios, la mayoría llegados allí como braceros contratados en las plantaciones. Finalizado su contrato, Gandhi decidió permanecer allí e iniciar su acción política. En 1894 fundó el Congreso Nacional Indio de Natal, con él mismo como secretario general. A partir de allí comenzó una serie de protestas no-violentas contra la creciente discriminación política hacia los indios, haciendo llegar a la prensa y al gobierno numerosas expresiones de agravios.

… En esa circunstancia, a partir de 1906, Gandhi comenzó una campaña, utilizando por primera vez el concepto de satyagraha. La campaña se extendió en el tiempo y sufrió una represión cada vez más violenta, con miles de indios encarcelados, incluyendo al propio Gandhi en varias oportunidades. Finalmente, el nuevo presidente sudafricano Jan Smuts se avino a negociar con Gandhi. De estas negociaciones no surgieron beneficios duraderos para los indios de Sudáfrica, pero Gandhi obtuvo un inmenso prestigio, que trascendió el marco en el que, hasta entonces, había desarrollado su accionar.

En la propia India, e incluso en Gran Bretaña, comenzó a hablarse de él y de sus métodos de lucha. Con ese nuevo prestigio precediéndolo, Gandhi retornó a la India en 1914. A su regreso, Gandhi supo maniobrar para obtener la reconciliación con su casta. De hecho, fueron los grandes industriales textiles banias quienes financiaron a Gandhi y a su ashram. En gran medida esto tuvo que ver con la iniciativa de Gandhi conocida como khadi, promover el hilado manual por parte de los campesinos. El retorno al hilado tradicional no solamente era un elemento que podía interpretarse como un repudio a las importaciones textiles británicas, también era una pieza clave para el sostén de la industria textil india, controlada por los banias.

También Gandhi hizo lo posible por tener relaciones estrechas con los británicos. De hecho, en ese momento él, como muchos otros indios ilustrados, consideraba que la dominación británica había sido beneficiosa para la India, brindándole paz y progreso. En el contexto de la Primera Guerra Mundial, Gandhi se ubicó en la misma postura que había tenido durante la Guerra de los Boers: apoyar al Imperio en dificultades, con la esperanza de obtener a cambio el reconocimiento de plenos derechos. Así, ofreció al virrey sus servicios como reclutador, y promovió que los indios se enrolaran como voluntarios en el ejército británico. Esto, por cierto, no favoreció su popularidad, colocándolo en la periferia del movimiento nacionalista indio.

La cuestión cambió bruscamente al finalizar la guerra. Lejos de reconocer algún derecho a los súbditos, en 1919 el gobierno sancionó la Rowlatt Act, que establecía, entre otras cosas, la prisión sin juicio previo para los acusados de sedición. Gandhi convocó a un movimiento satyagraha contra esta legislación, que degeneró en violentos incidentes y finalizó con la masacre masiva de manifestantes indefensos en la ciudad de Amritsar. Los británicos impusieron la ley marcial y Gandhi dio fin a la protesta, diciendo que había cometido “un error grande como el Himalaya”, al no ver que los manifestantes no estaban capacitados para llevar adelante una protesta no violenta. Pero la cuestión sirvió para poner a Gandhi en el centro de la escena política india, lugar en el que se mantendrá hasta poco antes de su muerte.
Durante la primera mitad de la década del 20, Gandhi afianzó su poder político en lo interno del Congreso. De allí en más, si bien en lo formal solamente presidió el Congreso durante un año, se convirtió en el artífice de la estrategia política del Congreso. Incluso en aquellos años en que vivía en un aparente retiro, negándose incluso a leer los periódicos, mantuvo una ingerencia absoluta sobre la dirección del Congreso. De esa forma, consiguió ubicarse como el interlocutor por excelencia cuando los británicos buscaban algún tipo de negociación con el movimiento nacionalista.

Hacia el final de su vida, Gandhi sufrió una crisis personal que le impidió tener una parte importante en las negociaciones finales por la independencia. Él había hecho de su vida personal y familiar algo público y supuestamente ejemplar, pero su vida personal comenzó a tambalear a la muerte de su esposa. Gandhi, como la mayor parte de los indios de su época, había sido objeto de un matrimonio infantil a la edad de 13 años. Su esposa, Kasturba, tenía su misma edad y era una persona simple, que no entendía demasiado las excentricidades de Gandhi. Había sido educada tradicionalmente y, por lo tanto, se veía obligada a seguir a su marido, como parte de sus deberes de casta. También como deber de casta, el tener hijos y criarlos era el elemento fundamental de la vida de Kasturba... Kasturba, más por deber que por
convicción, siguió a su marido en todos los trances.

... Si bien vivía en el ashram, en compañía de unas doscientas personas que compartían su vida personal, Gandhi no pudo soportar la ausencia de compañía femenina durante las noches… Se decía que era para dar calor al anciano durante la noche, pero Gandhi tenía enemigos políticos que hacían circular otro tipo de rumores. El diario conservador Times de Londres llegó a editorializar proponiendo a los seguidores de Gandhi que hicieran una suscripción para comprarle una frazada, método menos comprometedor para combatir el frío… Una noche sus seguidores pidieron explicaciones al Mahatma acerca de su conducta, … Al otro día casi todos se fueron, algunos luego de convivir muchos años con el Mahatma. Gandhi se quedó solamente en compañía de cuatro o cinco seguidores incondicionales, entre ellos su sobrina-nieta de regreso, que lo acompañaron hasta el día de su muerte.

Al perder su ashram Gandhi perdió la que había sido su más fiel herramienta política, ya que, a través de quienes convivían con él, podía influir sobre distintos grupos de interés, asociaciones de casta, etc. De manera que, en sus últimos años, Gandhi se vio limitado a acciones individuales que buscaban influir sobre los acontecimientos.

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El primer elemento, ahimsa o no-violencia, debía para Gandhi ser la característica indispensable de las luchas políticas. Pero cabe aclarar que no-violencia no implica la ausencia de violencia: de lo que se trata es que el adversario no debe ser lastimado ni ofendido en ninguna forma, pero el que inicia la acción no-violenta debe estar dispuesto a recibir sobre sí cualquier tipo de agresión. De hecho, durante las campañas dirigidas por Gandhi murieron muchos miles de personas como consecuencia de la represión. No hace mucho tiempo, en Argentina, un juez procesó a la cúpula de la hoy inexistente organización Montoneros, acusándola de enviar a la muerte a sus militantes durante la ofensiva llevada adelante en plena dictadura militar. El argumento del juez era que actuaban a sabiendas de que la derrota era segura, por tanto enviarlos desde el extranjero a combatir en la Argentina equivalía a asesinarlos. Desde ya que para este juez los militantes de Montoneros eran algo así como autómatas movidos por resortes, que seguían ciegamente a sus líderes sin usar nunca su cabeza. Ahora bien, si este criterio falaz fuera válido Gandhi sería uno de los mayores criminales de la historia, ya que nunca contabilizó, antes de emprender sus campañas, cuántos iban a morir en ellas. Además, los militantes montoneros tenían armas con que defenderse, mientras los seguidores de Gandhi debían estar dispuestos a recibir sobre sí cualquier violencia, sin eludirla ni enfrentarla.

Cabe aclarar que el sentido de la violencia que tenía Gandhi era el mismo que el de su casta: para los banias la única violencia es la violencia lisa y llana. Como vimos, en esta casta había usureros que vivían de la opresión económica a los campesinos más pobres. No en vano un antiguo proverbio campesino dice más o menos así: el bania filtra el agua antes de beberla (alusión a la costumbre jainista) pero no teme beber la sangre (Hardiman, 1996). Nunca Gandhi identificó como violentas a las prácticas del usurero que, respaldado por el estado colonial, podía dejar al campesino en condición de morir de hambre. Finalmente, cabe señalar que Gandhi a veces podía disimular el hecho de que sus seguidores recurrieran a la violencia, si la ocasión política así lo aconsejaba; mientras que otras veces suspendía una campaña al menor atisbo de violencia, también según la conveniencia política del momento.

Gandhi llevó adelante varias campañas de ayuno muy notorias. Durante ellas no ingería ningún tipo de alimento. Podían ser de una duración predeterminada, como forma de protesta contra una disposición o situación política, o también hasta el logro de un objetivo determinado o “hasta la muerte”. Gandhi tuvo la cordura de no hacer ningún ayuno “hasta la muerte” a fin de que el gobierno británico revirtiera alguna decisión. Desde ya que si le hubiera hecho un ayuno a los gobiernos conservadores de Churchill, que lo consideraba “un fakir semidesnudo” con el que Su Majestad no debía dignarse a tratar, seguramente hubiera terminado muerto de inanición, como fue el caso más reciente de los 20 presos del IRA que hicieron una huelga de hambre contra el gobierno de Margaret Tatcher.

En general, estos ayunos “hasta la muerte” de Gandhi iban dirigidos contra líderes o fracciones del movimiento nacionalista que escapaban a su control o pretendían llevar adelante políticas propias. Uno de los casos más destacados fue cuando el Dr. Ambedkar, líder de los intocables, consiguió un electorado separado para estos, como forma de evitar que los parias fueran manipulados por las castas más elevadas. Gandhi y el Congreso no podían tolerar eso y el Mahatma inició un ayuno “hasta la muerte” a fin de que el Dr. Ambedkar renunciara al electorado separado. La rápida consecuencia fue que el dirigente de los intocables se convirtió en la persona más odiada de la India, responsable de los sufrimientos de Gandhi. Viendo las consecuencias que la situación podía tener si el Mahatma moría, el Dr. Ambedkar no tuvo más remedio que transigir.

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Nacido en India central, el Dr. Ambedkar fue el decimocuarto hijo de una familia de intocables. Cuando, el 1908 y gracias a los esfuerzos de su padre, pudo ingresar a la Universidad de Bombay, este hecho, tan poco común para un joven intocable, fue celebrado públicamente… Doctorado en Londres y Nueva York, Ambedkar se convirtió en uno de los indios más calificados de su tiempo.

De regreso en la India, Ambedkar se estableció en Bombay, donde se dedicó a la enseñanza, la abogacía y el periodismo. Cuando se llevaron adelante, en 1930, las Conferencias de Mesa Redonda en Londres, el Dr. Ambedkar participó en ellas en representación de los intocables. Es que había sido uno de los fundadores de la Bahishkrit Hitakarini Sabha o Asociación para el Bienestar de las Clases Deprimidas, cuyo objetivo era promover la educación, la cultura y mejorar la situación económica de los intocables y las personas de las castas más bajas.

Entre 1927 y 1932 esta asociación llevó adelante una serie de campañas no-violentas a fin de lograr para los intocables el ingreso a los lugares de culto hindúes y de que se les permitiera el uso de los pozos y fuentes de agua públicos.

Si bien muchas de estas campañas lograron éxitos parciales, le ganaron a Ambedkar el odio de los hindúes de alta casta, sobre todo porque en muchos casos las demostraciones culminaban con la quema de las “Leyes de Manú”, el antiguo libro hindú que establecía el sistema de castas.

Pero fue su enfrentamiento con Gandhi el que convirtió a Ambedkar, según sus propias palabras, en el hombre más odiado de la India. Durante la Segunda Conferencia de Mesa Redonda en Londres, Ambedkar obtuvo de los ingleses que las castas más bajas tuvieran un electorado separado, a fin de que no fueran manipulados electoralmente sus integrantes por el clientelismo a las castas superiores. Gandhi y el Congreso se opusieron a esto, llegando a cuestionar la representatividad de Ambedkar. Finalmente, Gandhi comenzó una huelga de hambre “hasta la muerte” a fin de que los intocables renunciaran a los electorados separados.

Ambedkar fue tratado como traidor y recibió múltiples amenazas contra su vida. Si bien esto no lo atemorizó, era muy difícil cargar con la responsabilidad de la posible muerte del Mahatma. Así, terminó cediendo a cambio de que las castas inferiores tuvieran un cierto número de escaños reservados. Esto se plasmó en un histórico acuerdo conocido como el Pacto de Poona, que también marcó la emergencia de Ambedkar como principal líder de los intocables. Pero también la cuestión tuvo su efecto en el pensamiento de Ambedkar: a partir de allí
se volvió más y más escéptico sobre la idea de integrar a los intocables al hinduismo.

[Amdebkar escribió, polemizando sobre la presunta justificación del sistema de castas por Gandhi]: ¿Por qué estos sofismas? ¿Por qué estas evasivas? ¿A quién busca el Mahatma agradar? ¿Ha fracasado el santo en percibir la verdad? ¿O el político tomó el lugar del santo? … En tanto Mahatma puede estar tratando de espiritualizar la política. Haya tenido éxito o no, la política ciertamente lo ha mercantilizado. Un político debe saber que la sociedad no puede soportar la verdad completa. La razón por la cual el Mahatma siempre sostiene los criterios de casta y varna es porque teme que, si se opone a ellos, perderá su protagonismo político. Cualquiera sea la fuente de esta confusión, se le debe plantear al Mahatma que se está engañado a sí mismo y también está engañando al pueblo,,, El Mahatma parece no creer en el pensamiento. Prefiere seguir a los santos. Como un conservador, con su reverencia hacia las nociones consagradas, él teme que una vez que comience a pensar, caerán muchos ideales e instituciones a las cuales se aferra. Uno puede simpatizar con él. Porque cada acto de pensamiento independiente pone en peligro alguna parte de su mundo aparentemente estable. Pero es igualmente cierto que la dependencia hacia los santos no nos puede conducir a conocer la verdad. Después de todo, los santos sólo son seres humanos y como dijo Lord Balfour: “la mente humana no es un aparato para buscar la verdad que sea mejor que el hocico de un cerdo”.

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En Gandhi vemos que los postulados de reforma social de Tolstoi se encuentran en gran medida morigerados. De hecho, llegó a plantear que “los ricos deben ser los albaceas de los pobres… Para Gandhi toda reforma social debía contar con el consentimiento unánime de los implicados. Por lo tanto, había que convencer a los ricos para que actuaran como “albaceas”, redistribuyendo algo de su riqueza. El único heredero de alguna importancia que tuvo Gandhi, Vinoba Bahve activo hasta su muerte en 1982, intentó llevar adelante estas ideas. Vinoba recorría a pie las aldeas de la India e intentaba convencer a los terratenientes de que les convenía compartir su riqueza. A veces tenía algún éxito, y algún zamindar propietario de miles de hectáreas entregaba cuatro o cinco de ellas a los campesinos sin tierras. Eso para Vinoba Bahve era un triunfo, y si alguien le señalaba que a ese paso la reforma social iba a tardar mil años él contestaba con alguna frase hecha respecto al valor de la paciencia.

En realidad, Gandhi fue sostenido económicamente en sus actividades por algunos de los más grandes magnates de la India. Gente de su propia casta, como el gran empresario textil Birla. La Birla House de Dehli, construida a todo lujo por este gran empresario, muestra en sus muros pinturas que presentan distintas escenas de la vida ejemplar de Gandhi. No debe extrañarnos este homenaje si pensamos que una buena parte de la fortuna de Birla se debió a las campañas de Gandhi en pro de los textiles indios.

Con respecto al sistema de castas, Gandhi no lo cuestionaba a nivel religioso, aunque planteaba que no debía implicar discriminación alguna ni en lo económico ni en lo social. Tal postura es una contradicción evidente, y su único objetivo era el de mantener las cosas como estaban y lograr el apoyo de la casta brahmánica. Esto se hace evidente en el caso de la situación de los intocables. Gandhi los llamaba harijans (hijos de Dios) y predicaba en contra de su discriminación social y económica, pero no propugnaba ninguna medida concreta que sirviera para sacarlos del marasmo de pobreza en que se encontraban, ni para evitar que fueran manipulados políticamente. Él mismo se consideraba su mejor representante y vocero de sus intereses y combatió duramente la obra del Dr. Ambedkar para organizar y concientizar a los intocables, ya que se desarrollaba fuera del marco del Congreso. Mientras Gandhi los denominaba “hijos de Dios” y les decía que debían seguir al Congreso, el Dr. Ambedkar hizo que se autodenominaran dalits (oprimidos) y se organizaran para su desarrollo social (Ambedkar, 2002).

  • Crítica excesiva

    25 de noviembre de 2009 17:06

    Evidentemente nadie es perfecto, y artículos como este vienen bien para que quienes tratamos de trabajar hoy en día con la noviolencia como con otras ideas no caigamos en el peligro de mitificar a nadie ni de fosilizar hechos sucedidos en el pasado para que no puedan ser revisables. La realidad humana y política siempre siempre es compleja y lo suyo es saber de ella todo lo posible y no automutilar nuestra capacidad de conocer con prejuicios y/o intereses.

    El legado de Gandhi y las personas que trabajaron junto a él es muy amplio, ya que abarca muchas décadas, y contextos muy diferentes que implican a cientos de millones de personas. Sería de ciegos afirmar que en él no pueda hacer sombras y cosas a mejorar, pero sería de aún más ciegos negar sus impresionantes aportaciones a la Historia de la humanidad y su impresionante herencia.

    Quienes redactan los textos del artículo evidencian, me parece, una enorme antipatía hacia el personaje, a quien se intenta cuestionar con afirmaciones bastante discutibles, en todo caso incompletas y en ocasiones que rozan el amarillismo, como las insinuaciones hacia el comportamiento sexual de Gandhi. Ignoro si en otros párrafos se relatan aspectos positivos del trabajo de Gandhi que, unidos a estas aguzadas críticas, puedan reflejar una visión más completa de su figura.

    Aún recogiendo el guante de las críticas, que en parte pueden ser acertadas, me parece que hay varias inexactitudes:

    No es cierto que Gandhi no cuestionara el sistema de las castas a nivel económico, social y religioso. Es evidente que Gandhi, y quizá eso no gusta al autor, no comparte el análisis marxista de la lucha de clases. Sin embargo sí se autodefinía como “socialista” y cuestiona el sistema de los intocables, realizando propuestas en los diferentes ámbitos reseñados.

    Tampoco me parece cierta la afirmación que contiene la frase siguiente:
    “Nunca Gandhi identificó como violentas a las prácticas del usurero que, respaldado por el estado colonial, podía dejar al campesino en condición de morir de hambre.”

    No faltan escritos públicos de Gandhi que condena el abuso económico y la desigualdad social como una violencia de mayor calado que la propia física.

    Por supuesto las acusaciones de promiscuidad sexual que se le hacen en el artículo están ampliamente respondidas por Gandhi, quien dedica amplios párrafos de su libro autobiográfico “Mis experimentos con la Verdad” a narrar su lucha personal para alcanzar la pureza y abstinencia de todo tipo de lo que él consideraba contaminación del espíritu en la alimentación y en la sexualidad. En esta y otras obras se cuenta como llevaba a cabo su experimento personal de superación del deseo sexual pasando la noche en la misma habitación con sus dos sobrinas-nietas. Naturalmente siempre podremos creerle a él o a sus detractores, pero desde luego no existe la menor prueba de que esas noches Gandhi las dedicase a la fornicación. Aparte que sería completamente incongruente con todas las líneas de su actuar visibles durante toda su vida.

    También me parecen tendenciosas las afirmaciones sobre que los burgueses indios de su casta le sostenían económicamente. Evidentemente Gandhi buscó fuentes económicas para sus proyectos, pero no hay que olvidar que él vivió en la pobreza casi toda su vida poseyendo solo su propia ropa y el plato en el que comía y compartiendo las condiciones de vida materiales de la gente más pobre de su país. Es como muy gratuito insinuar cierta complacencia a la hora de recibir y compartir bienes por parte de las clases acaudaladas. No olvidemos de dónde provenían los recursos económicos que permitían a todo un Marx estar liberado para poder escribir sus obras.

    Dicho todo este acabo diciendo que encontrando muchas más luces que sombras en la figura de Gandhi, no dejo de ser consciente de que sus carencias y deficiencias e incluso contradicciones tenía. Como todos, ya que somos humanos. No hay que llevar a nadie a los altares, pero Gandhi tampoco se merece un juicio que trata de mandarlo al infierno. Su experiencia y su herencia, por supuesto siempre corregible y mejorable, es un referente de primer orden para quienes tratamos hoy día de impulsar la Historia hacia la justicia y la libertad.

    Salut.

    • Malévolas críticas

      27 de noviembre de 2009 13:11, por Pere Ortega

      Una visión crítica de Gandhi - Pere Ortega

      El articulo del portal de Rebelión es bueno pues se ajusta bastante al pensamiento y la acción de Gandhi. Pero contiene alguna malévola e inexacta afirmación.

      Por ejemplo: dejar entrever equívocos comportamientos sexuales del viejo Gandhi me parece perverso. Hay que conocer bien su pensamiento (había hecho voto de castidad) para juzgar su comportamiento. Cierto que se hacía acompañar en sus noches por adolescentes de ambos sexos. Pero de eso a insinuar perversas conductas sexuales es una exageración. Sobre todo considerando la lejanía del pensamiento espiritual de Gandhi con los comportamientos culturales occidentales.

      Otra inexacta afirmación es sobre el pensamiento social i político Gandhi. Es tendencioso y falso que Gandhi no defendiera la emancipación de los intocables y no predicara la igualdad entre castas, como la eradicación de las desigualdades entre ricos y pobres. Sin ningún género de dudas me atrevo a afirmar que Gandhi era socialista. Eso sí, su socialismo pasaba por construir una sociedad de iguales a traves del consenso, intentando convencer sin imposición por la fuerza. Es decir, sin violencia.

      De ahí se deriva otra malevola interpretación, cuando se le acusa de enviar al sacrificio a hombres y mujeres en las luchas noviolentas y de desobediencia que preconizó. Y en el artículo, nada menos que lo contraponen a los Montoneros argentinos. Cierto que se puede perder la vida de igual manera en la lucha armada que en la lucha noviolenta. Pero la diferencia es abismal. Mientras el violento busca la eliminación física del oponente y situarse como vencedor. El noviolento busca romper con el binomio vencedor y vencido mediante una actitud que sirva de ejemplo cívico para conseguir la "verdad", y que además no está en posesión de "toda" la verdad, por ello no utiliza la violencia para evitar la contraviolencia.

      Gandhi no fue perfecto, simplemente se pasó la vida buscando la "verdad", a pesar de su fracaso de no conseguir el socialismo al que aspiraba para la India. Pero los fracasos por conseguir el socialismo por la via violenta son bastante más clamorosos.

      Pere Ortega

  • Alma grande Gandhi

    27 de noviembre de 2009 13:43, por Neo

    Dos grandes almas que lucharon contra la discriminación y la injusticia, que dignificaron al ser humano, Guías inspiradores de la no- violencia: Mahatma Gandhi y Luther King, supieron del fracaso pero jamás cejaron en su intento. Buscar sus puntos oscuros, no da luz ni al planeta ni a la vida, es cierto, puede que no te guste la cáscara, ¿te agrada el fruto?.

    Y ya para informar a otros, no es necesario extenderse en la consideración de las derechas como instrumentos políticos del Anti-humanismo. En ellas la mala fe llega a niveles tan altos que, periódicamente, se publicitan como representantes del “Humanismo”.
    Imposible inventariar los recursos, instrumentos, formas y expresiones de que dispone el Anti-humanismo. En todo caso aclarar sus tendencias, contribuirá a que muchos humanistas espontáneos o ingenuos revisen sus concepciones y el significado de su acción social.

    "¡¡ Ladran luego cabalgamos señor Sancho!!"

  • Una visión crítica de Gandhi

    27 de noviembre de 2009 23:54, por Crates

    Soy Crates, el que ha transcrito estos textos. Estoy bastante de acuerdo con las críticas a la crítica, aun así me gustaría dejar algunos comentarios.

    1. Primero de todo, animar a leer enteros los libros de Bou, que están llenos de textos muy interesantes, y dónde la crítica a Gandhi no es fundamental. Especialmente aconsejo La India contemporánea y sus protagonistas, que es una antología de textos muy variados e interesantes. Allí podemos encontrar, entre otras cosas, el manifiesto del asesino de Gandhi; la introducción de Bou deja claro -quizás a su pesar- que Gandhi era más que un maniobrero en favor del hinduísmo.

    2. Estoy de acuerdo en que el hacerse eco de las acusaciones de promiscuidad sexual es uno de los aspectos menos interesantes del escrito de Bou, entre otras cosas por lo que supone de suscribir argumentos de la propaganda imperialista. Pero preferí incluirlas, junto a otras críticas de más calado, primero por no parecer que quería silenciarlas, segundo porque formaban parte del hilo de otros razonamientos que me parecen más interesantes.

    2.a. El tema de la disolución de la comunidad de Gandhi a raiz de este "escándalo" es, para mí, muy poco conocido. Pero es interesante de estudiar, porque pone sobre el tapete la relación -¿de causa? ¿o de efecto?- entre acciones excesivas y pérdida de conexión social.

    2.b. Las acusaciones de promiscuidad sexual y pedofilia me parecen poco conviencentes. Pero no me resulta tan extraño lo que comenta Bou sobre la relación de Gandhi con su esposa; y no me resulta extraño, no porque sea un gran experto en la vida de Gandhi, sino porque creo que todos y todas sabemos de cómo grandes discursos y prácticas liberadoras conviven con vidas privadas tradicionales y contradictorias con la anterior. Aquí en occidentes hay mucha militancia, violenta y noviolenta, que habría tenido más problemás para afrontar la represión de no ser porque vivimos en una sociedad patriarcal...

    3. A la hora de defender nuestros puntos de vista, creo que no deberíamos caer en el error de los marxista-leninistas de entrar en una escalada de citas. A base de citas de Lenin, muchos marxistas-leninistas justificaban cualquier cosa; y no estaban equivocados, porque siempre es posible encontrar una cita en una obra amplia que justifique cualquier cosa o relativice cualquier acto. Una cita puede no ser sólo prueba de que el autor tenía buenas intenciones, sino confirmar que el infierno está empedrado de buenas intenciones.

    4. La comparación que hace Bou entre guerrilleros caídos en combate y noviolentos víctimas de la represión me parece bastante pertinente, aunque yo saque conclusiones distintas a él. Es frecuente desde la noviolencia criticar la lucha armada por sus costes humanos (o los disturbios por ’justificar una respuesta policial’), como si la lucha noviolenta no fuese a provocar costes humanos -no sólo sobre ’el enemigo’-. Y, de hecho, por ser más expuesta, podría provocarlos mayores. ¿O acaso deberíamos considerar como noviolencia aceptable sólo una que no pusiese en peligro nuestra integridad? Por otro lado, creo que las consideraciones de Pere Ortega sobre las motivaciones de lucha violenta y lucha noviolenta no son concluyentes, pues considero a muchos partidarios de la lucha violenta que no buscan lograr un dominio permanente sobre otras personas, sino sólo la autodefensa con gran riesgo para sí-quizás son incoherentes-, y no creo que se pueda excluir que tras algun gesto noviolento haya egolatrias y autosuficiencias como las que reprochamos a los violentos.

    5. El asunto de los patrocinadores nunca debería ser olvidado en un estudio sobre los clásicos de la noviolencia. Espero en breve poder aportar en Tortuga algunos fragmentos de la biografía de Martin Luther King por Marshall Frady, en que se muestran las dificultades que éste encontró a partir de cierto momento para conservar determinados apoyos.