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Un compañero del obispo Munilla en la mili nos cuenta cómo era entonces

Viernes.22 de enero de 2010 736 visitas Sin comentarios
"Su españolismo soberbio y su militarismo, a pesar de que a él no le dieron CETME, me dejó asustado. " #TITRE

Finales de julio de 1989. Me incorporo al servicio militar en el cuartel de Loiola (Donostia). Por proximidad alfabética me sitúo en cama y taquilla muy cerca de Munilla Agirre, otro recluta más (en el sentido más borbónico de la expresión). "Por sus hechos les conoceréis", suelen decir. Yo no le conocí su profesión por sus hechos, sino porque hacía la instrucción con sotana. Quizás por nuestra edad (eramos los mayores de aquel grupo, a veces con gran diferencia), mantuvimos varias conversaciones. En una de ellas salió el tema, ¿qué haces aquí si no estás obligado?. Su españolismo soberbio y su militarismo, a pesar de que a él no le dieron CETME, me dejó asustado.

A los pocos días, en el cine del cuartel donde nos reunían, nos dio una larga charla. Aún recuerdo que días después, un subteniente más joven que yo con quien hice buenas migas me dijo que no sabía "qué cojones pintaba ese recluta con sotana dando charlas, que debía tener muy buenos amigos para hacerlo." El caso es que aquella charla fue surrealista. desde tonterías como la parábola del autopullman (no me acuerdo muy bien de que iba pero reconoceréis que el título es inolvidable) a unas increibles broncas por comportamientos de algunos reclutas.

A la mañana siguiente, antes del desayuno, me dirigí a él y, de muy buenas maneras, como siempre que hablábamos, le dije que me había parecido impresentable. Juntos habíamos asistido a indecentes abusos a la dignidad de algunos reclutas. A insultos. A collejas. A todas esas cosas que han hecho de la mili algo felizmente pasado. Y nada tuvo que decir sobre eso. Sus únicos reproches fueron a los reclutas. Le dije que en mi opinión, él era un magnífico representante de la Iglesia, ya que en seguida se había puesto al lado del poderoso para recibir prebendas. No fui muy delicado en la expresión: le dije algo así como que en la jerusalen de 2000 años atrás, él hubiera sido un hombre con dudas. Me preguntó qué dudas y yo le respondí: No sabrías si chuparsela a Pilatos o a Caifás. Su reacción de niña histérica (que se lo mire Polaino) dejó perpleja a media compañía. Pena de móvil con video (ciencia ficción por entonces). A los pocos días desapareció de allí, aunque volvió para jurar solemnemente la bandera en agosto del 89 (seguro que guarda la foto). Desde entonces tengo la costumbre de leerlo. Hoy Superbenito lo ha hecho obispo. No puedo decir que me sorprenda.

Fuente: http://www.javierortiz.net/voz/iturri/jose-ignacio-munilla-obispo


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