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¿Transición energética? Mucho ruido y pocas nueces

Sábado.13 de mayo de 2023 174 visitas Sin comentarios
David Hammerstein. #TITRE

Desde la política hasta en los anuncios televisivos se pregonan sin cesar las proclamas de “energía verde”, “descarbonización”, “emisiones zero” y “neutralidad climática”. Las placas solares, los molinos y los coches eléctricos son las estrellas de la tan celebrada como ficticia “transición energética”. A la lista de esta retórica de confusión se han añadido las demandas de grandes subvenciones públicas para la sexy pero muy incierta promesa salvadora del “hidrógeno verde”.

¿Pero acaso hay alguna realidad de hecho en la susodicha "transición energética" hacia una tierra prometida “limpia” en la que simplemente nos desenchufamos de los combustibles fósiles y enchufemos a las energías renovables sin cuestionar nuestra alegre vida consumista?

La perseverancia política y mediática centrada casi exclusivamente en el incremento de la producción centralizada y privatizada de electricidad renovable como si fuera una verdadera “transición energética” o, incluso una “transición verde”, constituye un engaño orquestado de alto riesgo. Desvía la atención de las imprescindibles políticas orientadas a la reducción del uso de combustibles fósiles y de la extracción de recursos materiales en general para frenar en lo posible el deterioro acelerado de los ecosistemas de los que dependemos. Al igual que no se puede hacer una tortilla sin romper huevos tampoco podemos desarrollar técnicamente la enorme tortilla de la “transición verde” sin hacer reducciones consumistas de productos hechos con la quema de carbón y gas. La adaptación y mitigación de la crisis ecológica exige una reducción de nuestra huella material que es la única puerta de salida ante la tragedia del “over-shoot” (extralimitación material de los impactos humanos sobre un planeta finito, exhausto, desestabilizado y cada vez más empobrecido).

Es evidente que ante el actual drama ecológico civilizatorio las energías renovables, solar y eólica, han de crecer y suplantar a las energías fósiles contaminantes, escasas y agotables. Esto es bien diferente a sumar energías renovables sin que a la vez se reduzca globalmente el consumo de los combustibles fósiles y de otros materiales. Necesitamos una agenda de responsabilidad y honestidad, sea la de los gestores públicos, de las empresas o de los sindicatos. Hoy por hoy las energías renovables solo representan un 3% del consumo energético mundial, y en el 2050 siguiendo las tendencias actuales, probablemente no serán mucho más del 10% de la energía total consumida globalmente. Lo que se quiere esconder mediante el discurso climático de la “transición energética” es que ésta solo se refiere a la producción de electricidad, no afecta a las muchas actividades y consumo alimentados con la quema del carbón, el gas y el petróleo. Lo prioritario no solo es hacer cosas ecológicamente buenas sino abandonar a las más nocivas. El único camino entre la población mundial más pudiente para reaccionar a tiempo y mitigar el caos climático y la destrucción ambiental en curso es una gran reducción de consumo energético mediante reformas ecológicas estructurales y justas en la alimentación, el transporte, la industria, el turismo y la digitalización, entre otros sectores de actividades económicas.

Sí, puede ser cierto que la eólica y la solar puedan subir del 17 a 46%, o incluso más, de la producción eléctrica global en el 2050, según los datos de la Asociación Internacional de la Energía pero probablemente esta subida seguirá siendo solo una parte muy pequeña del consumo energético, entre el 10% y el 15%. La energía eléctrica sólo representa una parte del conjunto de energía, alrededor de una quinta parte del consumo energético total, sólo el 19% de la energía consumida globalmente. Las distintas proyecciones oficiales solo preven un aumento de su participación en el consumo energético total hasta entre el 22% y el 28% de la energía consumida para el 2050. Además, la electrificación de muchos sectores industriales claves de la economía es muy lenta, muy costosa económica y ambientalmente y, en muchos casos, difícilmente viable. Resulta cansino insistir en un hecho tan obvio: la luz es sólo una pequeña parte de la energía que usamos.

Hay que decirlo fuerte y claro: aunque el crecimiento de las energías renovables aumente su participación en el conjunto del mix energético global, no están reemplazando a los combustibles fósiles sino están incrementando el volumen total de energía producida. Más renovables no ha significado menos energías fósiles extraídas del subsuelo de la Tierra. De hecho, lejos de “descarbonizar” el consumo global de carbón y petróleo están en máximos históricos. Esto se disfraza en los países ricos y consumistas como España con una contabilidad climática amputada que descuenta gran parte de las emisiones asociadas a los productos que importamos de China y otros países. Por ejemplo, el Global Carbon Project estima que alrededor de 60% de las emisiones climáticas de Suecia están en sus importaciones y sin embargo estas no se cuentan en los indicadores y las cifras oficiales.

Incluso la suma de la energía eléctrica renovable y sus infraestructuras a las existentes está aumentando globalmente el consumo de minerales y materiales extraídos, procesados y fabricados casi exclusivamente con combustibles fósiles. Algunos expertos en materiales se refieren a los coches eléctricos como “minas con ruedas” por la explosión exponencial de minería que suponen. Recordemos que el impacto ambiental no se mide en porcentajes ni en impacto por cada unidad sino por los volúmenes totales de emisiones, materiales y residuos que supera la capacidad de carga de los ecosistemas y daña su bioregeneración. Tampoco se debe reducir todo a CO2.

Para mantener el nivel actual del metabolismo material de la globalización económica la clase política y económica se ve obligada a aumentar la deuda financiera y hacer malabarismos financieros para comprar más energía y materiales como sea. La enorme brecha entre una creciente escasez biofísica con el grave deterioro de los ecosistemas por un lado y una bulimia monetaria artificial por otro, crea una peligrosa ilusión de abundancia que alimenta aún más la presión destructiva sobre la capacidad de carga de los ecosistemas planetarios.

Cada vez aumenta más el gasto energético y económico para sacar una misma cantidad de energía, de ello resulta que decrece la energía neta disponible para las sociedades humanas. Mientras la energía neta baja por gastar más en sacarla y en extraer energía de menos intensidad energética resulta que no baja el crecimiento económico a causa del aumento de la deuda y de una economía financiera desconectada de las realidades físicas y energéticas y de los límites biofísicos. Es un hecho de que estamos en los comienzos de un largo descenso energético, no porque se seca el pozo sino porque el "agua del pozo” cada vez está en un nivel más profundo, es de peor calidad y necesita más tratamientos tecnológicos de depuración. Aunque haya menos energía neta disponible por más actividad económica necesaria para sacar la energía bruta y transportarla, este esfuerzo añadido acaba aumentando el crecimiento monetario que a su vez mueve la noria de más destrucción ambiental al engordar el metabolismo material global.

En el 1999 el 5% del consumo energético se dedicaba para extraer, procesar y transportar la misma energía. Ahora es más de 10%. y va subiendo hacia un 15% de la energía, que irá al propio sector energético. De esta manera queda menos energía sobrante que revierta a la sociedad. Esta es la paradoja: crece la economía pero decrece la energía disponible para las actividades sociales. Mientras crecen los impactos ecológicos tremendos de sacar energía y materiales cada vez más escasos o menos puros. La contaminación de la energía crece mientras la cantidad neta útil de la energía baja. Esto se disfraza en los datos oficiales porque se utiliza una sesgada metodología de contabilidad energética que no lo refleja porque junta sin distinción tipos de energía de diferentes niveles de intensidad.

Nos consolamos con la fantasía de que la eficiencia técnica arreglará todo cuando los datos muestran todo lo contrario. En las últimas tres décadas, desde 1990, a pesar de aumentar la eficiencia energética en un 36% el consumo energético ha aumentado el 63%%, es un ejemplo práctico de la Paradoja de Jevons. Cada avance tecnológico que se ha vendido como un “ahorro”, como ha ocurrido con la digitalización, a la vez ha incrementado la voracidad del consumo exponencial de recursos de todo tipo,, local y globalmente. Tampoco es una panacea energética como se presenta la “economía circular” puesto que sólo se recicla un ridículo porcentaje del 8% de lo que compramos y cada vez es menos a causa de la complejidad de los productos que compramos como los electrónicos. Es fácil mezclar diferentes materiales para fabricar un producto nuevo pero muy difícil o inviable separarlos para re-utilizarlos después. Así reciclamos menos del 1% de los minerales escasos y tierras raras presentes en nuestro aparatos y coches eléctricos.

Es un secreto a voces de que se acaba el banquete energético de los últimos cien años. A las últimas tres o cuatro generaciones nos ha tocado la lotería de la energía abundante, barata y accesible que no volverá a repetirse. En las últimas décadas el consumo energético de ha disparado mediante una subida exponencial que suele denominarse “la Gran Aceleración”. Hemos tenido un acceso casi ilimitado a una cuenta bancaria fósil única en la historia humana que hemos dilapidado con frenesí y alegría sin pensar en su escasez ni en las graves consecuencias ambientales para el porvenir.

Ahora el saldo bancario se reduce sin parar y se erosiona por la inflación. En lugar de apreciar esta suerte única, autocontenernos y moderar el consumo de esta herencia acumulada de energía intensa no renovable hemos inventado unos mitos narcisistas que perciben que toda esta riqueza y crecimiento del último siglo ha sido gracias al gran genio y la inteligencia humana. Nos engañamos con la esperanza mágica de que con más innovación tecnológica y dinero podremos reponer un menguante saldo bancario de energía, materiales y servicios ecosistémicos. Ahora el realismo y la cordura aconsejan no esperar más para iniciar una transición hacia una vida digna e igualitaria más lenta, a una austeridad energética y a una localización del comercio.

Sin este regalo único de una gran batería cargada de los combustibles fósiles no habrían hoy 8 mil millones de personas en el planeta. Ahora resulta que nuestra batería fósil está bastante descargada y en general, no es una batería recargable y la antigua bonanza energética se ha esfumado.

Los minerales de alta calidad y los depósitos de energía fácilmente accesibles ahora son en su mayoría cosas del pasado. Aunque queda mucho, es de menor calidad y más costoso y ecológicamente destructivo para extraer. En la naturaleza, hay innumerables ejemplos donde la energía existe, pero el esfuerzo para obtenerla es tan grande que está efectivamente fuera del nuestro alcance. A lo largo del resto de nuestras vidas, la sociedad tendrá que redirigir cantidades cada vez mayores de nuestro excedente de energía fósil acumulada hacia la obtención del excedente en sí mismo, dejando la energía menos asequible para apoyar muchas de nuestras actividades económicas actuales. Llegará un día en que la energía para extraer energía y minerales claves será tan grande que no tendrá ningún sentido hacerlo aunque queden recursos en el subsuelo. El paulatino agotamiento de energía y minerales accesibles de calidad actuará como un lastre creciente sobre el bienestar de las sociedades humanas.

Uno de los corrosivos mitos económicos afirma que con más dinero y tecnología podemos crear más de todo y de forma más “limpia”. Sin embargo, la única verdad está en que no somos capaces de crear energía ni minerales que han tardado millones de años en formarse en el suelo. Los hechos y datos muestran que al imprimir más dinero y al utilizar unas tecnologías más eficientes quemamos aún más carbón y extraemos más minerales y recursos de la naturaleza. Al crear más dinero no creamos más recursos sino simplemente los consumimos más de prisa. Ignoramos que la base de nuestro sistema económico es el capital natural, no el crematístico. Al contrario de los cuentos de hadas dominantes no hay ningún desacoplamiento en términos absolutos entre el crecimiento económico y el consumo de energía y materiales sino todo el contrario.

En general las nuevas tecnologías nos permiten consumir más volumen de recursos de forma más eficiente pero más rápidamente por ser más económicos por unidad o volumen. Cuanto más complejos son la creciente cantidad de nuevos aparatos domésticos y digitales más energía necesitan, más minería extractiva global de minerales necesitan y más difíciles o viables son para reciclar. Incluso las tecnologías renovables como la solar y la eólica aumentan el consumo material total globalmente porque dependen de grandes cantidades de minerales o de tierras raras cada vez más escasos. Hasta ahora la nuevas energías renovables no han reducido las emisiones contaminantes. Todos nuestras cifras oficiales sobre bajadas nacionales de emisiones están muy infladas y sesgadas: no cuentan las emisiones a la sombra que subcontratamos sobretodo a Asia, cuya economía se mueve con el carbón. Nuestras endulzadas cifras de CO2 nacionales ignoran la mayoría de nuestros productos de consumo importados y el transporte internacional. En una economía muy globalizada utilizamos un nacionalismo metodológico contable para pintar de verde nuestro gigantesco hinterland. El reduccionismo energético también ignora en nuestros cómputos nacionalistas la economía extractivista global de materiales que mueve la industria, la construcción y el comercio, cuyas actividades se hacen casi exclusivamente con combustibles fósiles. Según la ONU la economía extractivista global genera casi la mitad de las emisiones globales y es responsable del 90% de la pérdida de biodiversidad.

Se nos vende la idea de que hay que “ir más de prisa” con las renovables centralizadas para frenar el cambio climático cuando lo cierto y real es que el boom especulativo de macroproyectos para producir electricidad renovable poco o nada tiene que ver con la reducción del consumo de combustibles fósiles (que no sucede) y en cambio sí tiene mucho que ver con degradar aún más precisamente los ecosistemas vitales que mejor pueden amortiguar los inevitables embates del sobrecalentamiento global. El hito de la incoherencia de nuestra clase política que pregona la “transición energética” es que al mismo tiempo va “muy de prisa” en ampliar aeropuertos, ensanchar autovías, aumentar el alojamiento turístico, construir nuevas urbanizaciones, permitir macro-granjas, extender los regadíos intensivos y un sinfin de otras apuestas desarrollistas profundamente fosilistas. Hablan en “verde” mientras echan más sal y más gasolina en las heridas climáticas y ambientales con sus políticas de hormigón gris.

Las personas que se oponen a los grandes desarrollos de renovables en zonas rurales y montañosas son tachadas de “retardistas” por los promotores del "más renovables como sea y donde sea", aunque sea en espacios naturales protegidos, paisajes valiosos o en tierras agrícolas fértiles. Muchos de los grandes proyectos de renovables con capital especulativo, que se aprovechan de unas generosas subvenciones públicas, son teóricamente para intentar apuntalar mediante el arriesgado y difícilmente viable “hidrógeno verde” para unas industrias pesadas que son muy intensivas en consumo fósil, como es la química, la cerámica, el cemento, la siderugia, fertilizantes químicos, … En lugar de plantear reducir y reconvertir a las industrias más adictas de combustibles fósiles y el extraccionismo global, miles de millones de fondos públicos revierten hacia las industrias ecológicamente más destructivas que aceleran la destrucción de la biodiversidad y agricultura local mediante los macroparques “renovables” de unas finanzas poco transparentes..

Esta opera bufa que llaman la "transición energética” exige grandes zonas de sacrificio colectivo para reflotar la viabilidad de unas cuantas grandes empresas como Porcelanosa, Fertiberia y Cemex, que no pueden pagar el altor precio del gas natural y competir en el mercado mundial. Todo un pacto fáustico con las empresas "nacionales" campeonas.

Los verdaderos “retardistas” y quienes ponen “palos en las ruedas” de una transición energética real y, sobretodo, de una imprescindible transición ecológica con menos huella destructiva sobre el planeta, son los predicadores tecno-utópicos aliados con las grandes multinacionales “sostenibles” que suplantan una agenda urgente de cambios por los cantos de sirena monotemáticos de “más renovables” a cualquier coste con el objetivo de alargar los plazos de unas industrias insaciables que ya tienen fecha de caducidad.

En definitiva, para alcanzar el muy incierto abaratamiento del gasto energético de unas empresas y actividades industriales aquí y en Alemania se apuesta por un tren descarrilado sin estación de llegada que emite “menos CO2” que perpetúa globalmente una explosión de minería, la explotación social extrema y un cataclismo de la biodiversidad, sobretodo en el Sur Global.

No es lógico ni ético dañar aún más ecosistemas locales y globales para que en el mundo rico haya precios un poco más asequibles para más consumo de cemento, agrotóxicos, fertilizantes nitrogenados, cerámica, coches, etc., cuando la misma carestía y ayudas públicas pueden ser los motores para para la reducción del consumo de recursos materiales, de más reutilización, de más reparación y de nuevos modelos de producción industrial y agrícola. Al apostar todo a la carta de los milagros tecnológicos y la fantasía del 100% renovables obviamos y desechamos los cambios ecosociales posibles dentro de los límites biofísicos del planeta.

Futuro de las renovables en el mix energético:
https://twitter.com/aeberman12/stat...
https://www.weforum.org/agenda/2022...

Por qué no baja el consumo de combustibles fósiles:
https://www.brookings.edu/essay/why...

No hay desacoplamiento absoluto entre el crecimiento y la destrucción ambiental:
https://www.nature.com/articles/s41...

Consumo energético:
https://ourworldindata.org/fossil-fuels

Más gasto para menos energía:
https://www.researchgate.net/public...

Extra-limitación:
https://www.footprintnetwork.org/ou...

Correlación consumo material y crecimiento económico:
https://www.nature.com/articles/s41...

La fantasia de eficiencia energética:
https://static1.squarespace.com/sta...

Límites materiales:
Thanatia, límites materiales de la transición energética 2021
Alicia Valero y Antonio Valero
Mordor Economy, Nate Hagens
https://www.youtube.com/watch?v=HoY...

Fuente: http://www.davidhammerstein.com/202...

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