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¡Socorro, que vienen los negacionistas!

Lunes.31 de agosto de 2020 1086 visitas - 8 comentario(s)
Pablo San José, Tortuga. #TITRE

Como bien sabrán, a la hora de conocer y valorar los diversos aspectos de la pandemia del covid-19, no todo es unanimidad y consenso. A las diferencias, digamos, "oficiales" sobre evaluación de datos, medidas de contención a adoptar e, incluso, aproximaciones médicas a la enfermedad (formas de propagación, posibles tratamientos...), hay que sumar disidencias "no oficiales" de tipo particular e incluso organizadas de forma colectiva. Dicho disenso es amplio. En su espectro encontramos opiniones que fluctúan entre quienes, sin negar un ápice la gravedad de la amenaza médica, son críticos con la estrategia represiva y con (todas o algunas de) las medidas restrictivas de derechos que se vienen adoptando, y quienes arguyen que no hay tal epidemia y que todo es una "plandemia" tramada con aviesas intenciones. Entre ambos, muchos términos medios.

Por otra parte, tales posicionamientos no tienen una única lectura. Por el contrario, obedecen a diferentes causalidades y sensibilidades de tipo ideológico, político, espiritual o simplemente personal. Muchos de ellos carecen de la más mínima conexión ni cercanía con los restantes más allá de su común dudar del discurso oficial de la pandemia en unos u otros aspectos.

Conviene no olvidar que en la teórica sociedad libre en que vivimos, regida por un llamado "estado de derecho", la pública discrepancia con respecto a los discursos oficiales no solo se considera lícita sino que, además, se entiende sana y necesaria como contrapeso y vigilancia de los poderes gobernantes, los cuales sin ella serían omnipotentes.

Sin embargo, a mi parecer, tal criterio —una vez más— no se aplica a este caso. Las crecientes expresiones colectivas de disconformidad ante el discurso oficial del coronavirus y las medidas represivas dictadas con intención de mantener bajo control su propagación, protesta ejercida desde toda esa pluralidad de aspectos que he referido, y en diferentes lugares del estado y del mundo, en internet y en las calles, a cada día que pasa se considera más una peligrosa subversión que el ejercicio de un derecho.

Yo soy de los que piensan que una sociedad como la nuestra, cimentada sobre injusticias sin cuento, amenazada perennemente de autodestrucción por su propio exceso, apuntalada con discursos que, no por insistentes, dejan de ser frágiles, precisa la existencia de permanentes enemigos —reales o imaginarios— que cohesionen a la colectividad en torno a sus gobernantes y que focalicen las miradas y las reflexiones. De hecho, no es la primera vez, ni será la última, que portavoces gubernamentales y medios de comunicación unan sus esfuerzos y sus voces para señalar (o crear) un enemigo, una amenaza. En este caso, sin embargo, la coartada ha surgido de forma espontánea. El virus covid-19 ha generado una emergencia sanitaria y social inédita en nuestros tiempos. Quienes a día de hoy siguen pensando que no hay tal epidemia y que el coronavirus es poco más que una suerte de gripe estacional especialmente agresiva, deberían echar un vistazo a esta estadística oficial sobre mortalidad en el estado español:

Sin embargo, una cosa es la letalidad de este virus novedoso, que es la que es, y sus consecuencias sociosanitarias concretas, que yo no pongo en duda, y otra cosa es la estrategia comunicativa, bombardeo más bien, que se ha seguido al respecto, el cual ha inoculado miedo en dosis masivas entre la población. Meses después aún hay —no pocas— personas que viven presas del pánico y apenas se atreven a poner un pie fuera de casa. Miedo, por otra parte, bien aprovechado para implantar toda una serie de medidas que cercenan derechos y aumentan exponencialmente el control social (entre otras cosas). Tema sobre el que cabe hablar mucho, pero que no es la materia de esta reflexión.

El caso es que, una vez la virulencia de la epidemia decae y la mayoría, valga la redundancia, va normalizando "la nueva normalidad", el enemigo, que además es de carácter impersonal, resulta menos amenazante y cada vez supone una coartada más insuficiente a la hora de avalar los cambios sociopolíticos en curso. En dicho contexto resulta muy oportuna la irrupción en el escenario de un nuevo enemigo, una nueva amenaza, ésta de carácter personal, con rostro, con nombre y apellidos, que se puede señalar, se puede perseguir, puede ser objeto de operaciones policiales...: "los negacionistas".

Durante los precedentes meses, cuando se informaba sobre este tipo de disidencia, el acento estaba puesto en su carácter, además de minoritario, excéntrico. Así se decía, por ejemplo, que había sucedido una concentración de "antivacunas", "conspiranoicos", en contubernio con ultraderechistas también frikis: los "cayetanos" o "borjamaris", liderados todos por personajes de la farándula como Miguel Bosé. La idea, como puede apreciarse, es remarcar el carácter ridículo de la reivindicación, la cual, eso no parece interesar, ni siquiera llega a saberse muy bien cuál es.

Hoy, en cambio, más que por su excentricidad, creo que, al menos en parte, deliberadamente, se apuesta por su supuesta peligrosidad social. Ya no son conspiranoicos ni borjamaris sino, todos ellos, "negacionistas", término, no por casualidad, promocionado estos días para crear un cajón de sastre semántico en el que homogeneizar e igualar como pretendido factor de riesgo a la totalidad de los disidentes. De tal guisa, el televidente medio ya no tiene forma de saber si quienes protestan en cada caso son antiautoritarios preocupados por la militarización social, precarios y parados afectados por los confinamientos, miembros de clases pudientes jaleados por el PP y VOX o creyentes en teorías alternativas "holísticas" y mundos paralelos. Todos ellos vienen a ser lo mismo y lo que son es "negacionistas" y, como tales, agentes responsables de la persistencia de la pandemia y de sus rebrotes. Lo cual, como dos más dos son cuatro, merece la repulsa social y el más duro de los castigos. Así de simple —y eficaz— es el mecanismo.

"Negacionista", de hecho, es un significante poderoso, que evoca comportamientos contrarios, negativos, irracionales, peligrosos en cualquier caso. Se es negacionista del cambio climático como del patriarcado, del SIDA o del holocausto nazi (y, de hecho, no hay crónica sobre protestas contra medidas de control social en Alemania relacionadas con la pandemia en la que no se cite la presencia de militantes de este último tenor, sin que se nos diga si eran muchos o pocos o qué papel jugaban en la convocatoria) y ahora del coronavirus. Todos vienen a ser igualmente peligrosos, antisociales y despreciables.

Así, una vez más, una realidad que es compleja, una situación que podría hacer aflorar debates dignos de la Ilustración acerca de la participación del pueblo en la valoración de los riesgos y la toma de las decisiones, la diferencia entre democracia y tiranía y cuáles deben ser los límites del poder y de los derechos individuales, deviene una simplifación maniquea entre buenos y malos: quienes aceptan sin reservas el discurso oficial promulgado por las autoridades y su portavoz "científico", versus quienes, de unas y otras formas —cuyas razones, motivos, diferencias y gradaciones dan igual—, no lo ven tan claro.

En tal tesitura, la neoizquierda progresista que hoy ve como algunos de los suyos detentan carteras ministeriales, empuja más que nadie en pro de esa lectura simplificada y dual de la realidad. Incómoda ante una disidencia que, en gran parte, sucede en coordenadas posmodernas y bajo el influjo de la espiritualidad new age y que, como tal, le descoloca y no acierta a comprender, quisiera que toda desobediencia a los decretos gubernamentales se inscribiera en una reacción política clásica: cosa de ultraderechistas y nazis secundados por algunos hipis incautos. Por suerte o por desgracia, la realidad es otra.


Ver también:

Pablo San José: El conflicto entre libertad y obediencia en el estado de alarma sanitario

Vicent Teulera: La crisis de nuestras vidas


Pablo San José Alonso es autor del ensayo "El ladrillo de cristal. Estudio crítico de la sociedad occidental y de los esfuerzos para transformarla"

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  • ¡Socorro, que vienen los negacionistas!

    31 de agosto de 2020 10:57, por Ana

    Sigues en tu delirio magufo, como solo mueren ancianos, nos comportamos como nazis y los dejamos morir o los encerramos de por vida, luego escribimos articulos contra la carcel. Os habeis aliados con la extrema derecha y los hippies exotericos, tu lo eres, es curioso que critiques a la izquierda, siendo tu de la izquierda nacionalistas.
    Sois medievales , llevais 20 años hablando de conspiraciones politicas,terroristas, medicas y en todas os han demostrado que todo lo que contais es mentira. Bueno,el proximo gobierno sera dirigido por Bose e Iker Jimenez y tu seras el ministro de defensa.
    Ahora te vas a trabajar,si trabajas con la mascarilla y llevas a tu prole con mascarilla, pero a eso no te vas a atrever.

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    • ¡Socorro, que vienen los negacionistas!

      31 de agosto de 2020 12:36, por Pensar

      Eres un troll-o pagado o simplemente poco informado. Ha sido tu querido gobierno el responsable de los fallecidos por su traición, en obedecer un OMS corrupto. Eres carne de cañón, no estará Ud. a salvo. Le entrenan a ser esclavo con su obediencia y bozal y pide Ud. "más por favor". Aceptas solo una versión oficial, y repitas como un loro las palabras nuevas creada por la propaganda. Nos da pena para su familia también, ya que les arrastras también la ruina, sea Ud. troll o infilitrado. Eres un esclavo ya.

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      • ¡Socorro, que vienen los negacionistas!

        1ro de septiembre de 2020 09:37, por Ainhoa

        Pablo,no te sabia tan violento verbalmente por internet. Me apena. Que te digan la verdad ,que tu ideal es magufo y aliado del fascismo con el covid y que repitas como un loro lo que dicen estos hiperventilados, unos fascistas y otros farsantes que se juegan seguir viviendo en sus consultas y canales de pseudociencias.
        Es triste tu forma de expresarte, es triste tu forma de pensar, y es triste que repitas como un loro que las demas somos aliados de la OMS y del estado,cuando estamos tan radicalmente en contra de sus medidas y por la red lo veras a diario,como estamos totalmente en contra de los magufos y sus amifos fascistas.
        Es muy triste en que te has convertido, esperamos que tu gente no sufra las consecuencias,pero sabemos que si,porque no hay nada mas obedientes y estatista que tu.

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        • ¡Socorro, que vienen los negacionistas!

          1ro de septiembre de 2020 10:42, por Alex

          El Sistema de Monitorización de la Mortalidad, MoMo, del Instituto de la Salud Carlos III (ISCIII), ya ha dibujado, con los datos actualizados a 24 de agosto, que España se encuentra en un segundo periodo de exceso de mortalidad. Esto es: que se vuelven a producir más muertes -por cualquier causa- de las que deberían en circunstancias normales.

          En total, del 27 de julio al 15 de agosto -y que podría continuar si los próximos datos siguen esta tendencia-, fallecieron en nuestro país un 12’6% más de ciudadanos. 2.540 personas cuya muerte no estaba prevista, dentro de la predicción que se hace de la mortalidad en nuestro país.

          Ahora si quieres preocuparte Pablo sobre porque el erte sera del 50% , de que nos quieren quitar la patria potestad sino llevamos a los niños al cole, del paro, del hambre, de los dehaucios,de la falta de acceso a la vivienda, de seguir con una educacion semipublica y no racionalista, de una sanidad semipublica, del cambio climatico, de la violencia hacias las mujeres, o seguimos hablando de magufadas y de nacionalismos.
          No eres el Pablo que conoci,coincido con la compañera y no sois los mismos por tu zona los que conoci, de revolucionarios habeis pasado a magufos progres nacionalistas.

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  • ¡Socorro, que vienen los negacionistas!

    1ro de septiembre de 2020 19:06, por Paqui

    Muy bien expresado lo que ocurre a día de hoy, es bastante patético que cuando criticas cualquiera de las medidas, como por ejemplo, llevar la mascarilla cuando estás paseando solo, seas inmediatamente mal mirado y etiquetado como negacionista, con todo lo que esa palabra implica. Y lo de las opiniones que he leído, también deja mucho que desear. Una pena lo que está pasando en este país. Ya no hay ningún debate que tenga algo de nivel y nuestros políticos están encantados de conocerse, por eso ahora hay más que nunca. Lo dicho: Patético. Y quienes los apoyan... tristes.

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  • ¡Socorro, que vienen los negacionistas!

    2 de septiembre de 2020 10:01, por Nowhere Man

    Yo la verdad solo veo un artículo que trata sobre la necesidad de entender la complejidad de un fenómeno y de los peligros que acarrea no hacerlo.

    Simplificar la realidad y polarizar la sociedad en un discurso solo lleva a una mutilación de las mentes, a la obediencia acrítica, a la dejación de la propia responsabilidad y a enfrentamientos insanos.

    Y vamos..., yo soy de los que se agarra humildemente a la ciencia oficial en estos momentos. Pero intento no mezclar el tocino con la velocidad.

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    • ¡Socorro, que vienen los negacionistas!

      14 de septiembre de 2020 19:03, por valnera

      Yo también, por más que lo intente con las explicaciones científicas, técnicas de diversa índole, no encuentro una única o dos que expliquen todo. Tiempo al tiempo, y mientras, estar alerta, sospechar, criticar lo que se vaya viendo como evidente mala práctica y poco más. Lo que no creo que hayamos de hacer es crear bandos, desacreditar a nadie, ni insultar, porque tendremos que ir creando en común con y para todas.

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  • ¡Socorro, que vienen los negacionistas!

    3 de septiembre de 2020 13:23, por nestor

    Pues a grandes rasgos estoy de acuerdo con el artículo. Respecto a la sobremortalidad que hacía referencia un comentario, debería tenerse en cuenta que el confinamiento, pánico social, sanidad escasa solo centrada en Covid provocan y provocarán miles de muertes. Se ha producido un descenso en oferta sanitaria para otras enfermedades, el pánico fomentado provoca que enfermas no vayan a urgencias, esto se traduce en muertes por desatención o diagnósticos y tratamientos más tardíos . El mismo confinamiento duro no ha mostrado ser eficaz, si los comparamos con otros estados sin apenas confinamiento, que además posiblemente evitaron las muertes colaterales. El tema de los ancianos, debe realizarse un estudio de campo a fondo. Las macro residencias han sido Campos de exterminio no solo por el Covid, a parte de su estructura de hacinamiento, pocos recursos desatención abandono, también pueden ser causas de las muertes. Deberían desmantelarse las grandes residencias, realizar a los ancianos con sus familias, en residencias pequeñas o pisos de ancianos, o familias adoptivas.
    Crítico las medidas adoptadas porque es peor el remedio que la enfermedad.

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