Síntomas

Tiempos de policía.

Me preguntan qué síntomas tengo:
fiebre, tos, un runrrún en el pecho...?
en realidad estoy normal; solo me arde el estómago al atardecer
y me aprietan algunos huesos
cuando me levanto, pero estoy bien.
Si a cierta edad, dicen, no te duele algo al amanecer
es que estás muerto.

No se trata aquí de vulgares dolencias
sino de indicios pandémicos (quien nos fuera a decir
que acabaríamos usando y temiendo palabras así),
y de esos solo tengo una febril
indignación que, de tanto en cuanto, me acalora y me cabrea.

Dicen los poderosos y los científicos que reprima mi cuerpo,
que no toque bese abrace
que respire siempre y en todo momento mi propio aire,
que ponga así el carrito y no traspase la línea amarilla verde,
que compre cibernéticamente.
Ya que eso salvará de la parca, dicen, a algún viejo,
que podría ser mi padre, algún prócer, quién sabe,
tal vez yo mismo que algunas canas peino.

Porque solo estar vivo es lo que interesa:
y hay que hacerlo juntos con las filas prietas
aunque esta vida prolongada
con asepsia civismo obediencia,
con responsabilidad dicen,
aunque esta vida antesala
de la pesadilla del futuro sea,
con perdón, una pura mierda.

(Post-poemas políticos)