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¿Quiénes son los enemigos? A propósito de las declaraciones del jefe de la policía en Valencia

Jueves.23 de febrero de 2012 259 visitas Sin comentarios
Utopía Contagiosa. #TITRE

Recoge, entre otra mucha prensa, Nuevatribuna las declaraciones del jefe superior de la policía en Valencia (menudo cargo), que se llama Antonio Moreno, según las cuales los jóvenes que se manifestaban contra la actuación policial de los días anteriores hacia menores de edad que reclamaban educación de calidad y para tod@s, eran los enemigos.

La idea de enemigo es consustancial al militarismo y a todas las justificaciones del uso de la violencia y creemos nosotros que por eso está tan aferrada a la cabeza de un jefe superior de la policía.
Debe ser triste ir viendo por la calle enemigos en vez de ciudadanos en cada vuelta de la esquina, y estar todo el día sometido a presión por desenfundar la pipa antes que el enemigo.

¿No se merece un descanso mental este buen hombre?

Pero la cosa no acaba aquí y es por eso que nuestra reflexión tampoco.
El imaginario el enemigo: ¿cómo se construye una guerra?

La justificación tradicional para mantener fuerzas policiales o militares con la amenaza o el uso de la violencia ha sido la existencia de enemigos hipotéticos que pueden amenazar nuestras libertades, nuestros derechos, nuestras identidades, culturas, etcétera.
Supuestamente, dice el argumento, hay al acecho otra gente mala que nos quiere dominar y que justifica que nos armemos hasta los dientes para repelerlos.

Los enemigos son siempre un reverso de nosotros mismos. Contienen todos los vicios y defectos que a nosotros mismos nos cuesta reconocernos. Se etereotipa su imagen y se la enfrenta a la nuestra para que sintamos miedo y recelo. Esas pulsiones, casi siempre infundadas, justifican el aparataje de la violencia legítima para oponernos al enemigo.

El enemigo construye las guerras y justifica el ingente gasto para su preparación. Jutifica la violencia contra los otros, los aparatos de represión, etcétera.

El enemigo siempre es el argumento del militarismo y del autoritarismo. Su neurosis impone la locura de la preparación de la guerra, del intervencionismo, de la justificacion de nuestra “preventiva” dominación y del ejercicio de altas dosis por parte nuestra de violencia tanto directa como estructural y cultural.

El enemigo, por ello, vale para construir la represión y la guerra. Por eso, cada vez que unos cuantos listos (en fin, en algunos casos recientes lo de listos es excesivo) quieren meternos en una guerra, primero ponen todos sus aparatos de propaganda al servicio de construirnos un enemigo que la justifique.

Pero, qué casualidad, la propia doctrina de defensa europea, y española por ende, predica que no tenemos en realidad enemigos y que la defensa que queremos articular es la de los derechos humanos, la causa de la libertad, la dignidad de las personas, la paz universal, etcétera. ¿Dónde esta aquí la coherencia de un militarismo o de un estado policial abusivo que le justifica para defender nuestros temores ante un enemigo que no existe y que ejerce la violencia contra quienes reivindican el avance de los derechos y de la justicia igual para todos?

El enemigo interno

Ya es grave que la policía considere enemigos a sus ciudadanos, porque nos retrotrae a un momento político que los encumbrados en nuestra reciente “democracia” se empeñan en decir que ya se superó: cuando el régimen consideraba enemigo interno a todo el mundo y distibuía sus “fuerzas de orden” con el despliegue suficiente para acabar con este enemigo tan malo. ¿Se acuerdan de los tribunales de orden público (luego transformados en Audiencia Nacional), de los grises (luego policía nacional) o de los cuarteles a la salida de las ciudades por si atacábamos desde dentro (ahora en franca reconversión especulativa en planes como el “plan campamento” en Madrid y tantos otros en otras ciudades)?

¿Seguimos siendo objetivo a abatir, enemigo interno para las fuerzas del orden? ¿La policía se despliega contra nosotros y nosotras? ¿Que teme el poder de la ciudadanía? ¿Somos siervos o ciudadanos?
La idea del enemigo interno es una burda justificación de los peores argumentos del poder descarnado y de una plutocracia que quiere imponer sus criterios al resto sin respeto a sus derechos, al pluralismo y a la opinión distinta y ha sido tradicionalmente uno de los argumentos para la militarización y el autoritarismo impuesto sobre las sociedades.
Pero cuando un jefe de policía es capaz de manifestar que el enemigo interno son los niños y los jóvenes, entonces la decrepitud del argumento se vuelve, incluso, patética y altamente peligrosa.
Nosotros sí tenemos enemigos. Sí tenemos qué defender. Si tenemos de quién defendernos.

Ahora bien, ya que el jefe superior de la policía nos ha dado pié para ello, afirmemos a continuación que la actuación violenta de la policía contra las reclamaciones cívicas de avance en derechos y en democracia desvela que sí tenemos enemigos.

Precisamente quienes nos agreden y usan de la violencia física contra nosotros; quienes protegen los privilegios de casta frente a los intereses colectivos, quienes responden a la aspiración de derechos reprimiendo los derechos, quienes protegen los intereses elitistas y consolidan la violencia estructural existente, quienes perpetúan valores generadores de violencia cultural.

En este supuesto la policía ha sido nuestro enemigo porque ha defendido los intereses indefendibles. Si ellos defienden la inmoralidad son nuestros enemigos.

También son nuestros enemigos los que con sus políticas perpetúan la injusticia estructural, los que practican la dominación, los que ponen a los pueblos en situación miserable, los que promueven el hambre en el mundo, los qu practican el armamntismo y la guerra, los que nos arruinan para conseguir más poder, más riqueza o más prestigio. Todos esos son nuestros enemigos y deben responder por sus crímenes.
Son nuestros enemigos los que dan las ordenes a los que nos apalean.
Son los enemigos los que pisan nuestros derechos.

Así, es enemiga también la policía.

Nos diferenciamos de nuestros enemigos por nuestras metodologías y por nuestros propósitos.

Ahora bien, nuestros enemigos nos odian, pero nosotros les queremos integrar en una sociedad sin enemigos.

Nuestros enemigos nos apalean y pretenden acabar con nosotros, extinguirnos, aniquilarnos. Y para ello ejercen violencia contra nosotros. En cambio nosotros ejercemos la noviolencia para acabar con el desquiciado mundo de los enemigos. Queremos defender nuestros derechos y lo hacemos reivindicándolos y, si nos aplican la violencia, ejerciendo la desobediencia civil, la resistencia civil, la acción política, educativa, cultural, etcétera. No pegamos, no tiramos botes de humo, no llevamos escudos militares.

Ejercemos nuetros derechos participando en colectivos sociales, organizándonos, manifestándonos, promoviendo la noviolencia.
Nosotros queremos quitar poder a su lógica creando una lógica alternativa. Queremos abolir la violencia y la represión. Queremos acabar con nuestros enemigos no por la vendeta, sino por la verdad.
Es curioso que ante la agresión de los policías a los chavales vaencianos, éstos hayan salido a la calle masivamente el día después portando libros y no piedras en las manos. De los libros se aprende. De las cachiporras no.

Alguien le debía explicar a la policía que cuando es enemiga de un pueblo es amiga de sus opresores y que entonces, deja de ser la policía y es una horda de forajidos.

Tal vez ellos también atiendan a razones y usen la cabeza para algo distinto a topar con ella.

http://utopiacontagiosa.wordpress.c...


Ver también:

“Traspiés”, de Los Enemigos
Dedicada al jefe de policía de València