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Pippi Calzaslargas, la niña transgresora que incomodó al franquismo y que se convirtió en icono feminista, cumple 75 años

Viernes.12 de febrero de 2021 708 visitas - 1 comentario(s)
Pippi era una lógica (ilógica para el heteropatriarcado) que confrontaba con la educación sexista y con los relatos de las niñas que esperan a ser rescatada. #TITRE

Rocío Niebla

La niña más fuerte del mundo cogía a peso su caballo de lunares y lo guarecía en el porche, colgaba a los ladrones encima del armario cuando venían a robar o peleaba con el forzudo del circo dejándole noqueado. Pippi nació cuando, una noche de 1941, la pequeña Karin metida en cama por una pulmonía le imploró a su madre Astrid Lindgren (1907-2002): "Cuéntame algo de una niña que se llame Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Längstrumpf". Fue Karin quién le lanzó el nombre y la escritora lo agarró al vuelo, convirtiéndolo en la niña del pelo color zanahoria en dos trenzas laterales tiesas, buscadora de sol para que le salieran cuantas más pecas mejor, vestido parcheado porque no tenía más tela para acabarlo, zapatos el doble que sus pies y un mono Señor Nilsson en su hombro.

Noche a noche, la escritora y su hija jugaban a imaginar un mundo en el que "vivía completamente sola y nadie le obligaba a tomar aceite de hígado de bacalao cuando lo que ella prefería era comer caramelos". Ahora celebramos sus 75 años, porque no fue hasta 1945 que Astrid tuvo que hacer reposo absoluto porque se hizo un esguince de tobillo, cuando escribió todas las pequeñas historias de la habitante singular de Villa Villekulla, y se lo obsequió a su hija por su décimo cumpleaños.

Lindgren presentó el manuscrito a concursos y editoriales con consistentes negativas, hasta que Rabén & Sjögren en 1946 apostó por la singular y transgresora Pippi y fue un éxito. La autora estuvo además más de veinte años trabajando como editora en Rabén & Sjögren. A la libertad, el empoderamiento y las ganas de constante aventura y juego de Pippi se le sumaban los dos vecinos, los hermanos Tommy y Annika, que representaban la educación estándar, la familia tradicional y los valores conservadores. Es por eso que cuando Pippi llega a Villa Villekulla procedente de los Mares del Sur y les cuenta que solo vive con Pequeño Tio y Señor Nilsson, Anika le pregunta: "Pero entonces ¿quién te dice que tienes que irte a dormir y esas cosas?", a lo que Pippilotta contesta: "Yo misma. Primero me lo digo con amabilidad y, si no me hago caso, me lo digo otra vez, pero enfadada, y si a pesar de todo sigo sin obedecerme, me doy un tirón de orejas". Y añade Astrid Lindgren: "Tommy y Annika no lo entendían del todo, pero pensaron que quizá era una buena fórmula".

A la España del año 45, la niña que, por ejemplo, "calentó agua en una gran cacerola y la derramó sin vacilar por el suelo de la cocina. A continuación, se quitó sus grandes zapatos y los dejó cuidadosamente sobre la bandeja del pan. Después se ató un cepillo de fregar a cada pie y comenzó a patinar de aquí para allá, levantando olas a su paso" le parecía demasiado osada e incorregible, así que por no pasar la censura franquista Pippilotta tardó en llegar. Los primeros libros, bajo el nombre Pippa Mediaslargas, los editó Juventud en 1962. Parece ser que "Pippi" les sonaba a "pipí". El éxito absoluto y la internacionalización de la niña de nueve años con un maletín de las monedas de oro llegó con la serie sueca, que la actriz Inger Nilsson interpretó, y que la propia Astrid Lindgren fue quien adaptó al formato audiovisual. La serie es de 1969 y TVE la emitió por primera vez en 1974, aunque hubo reposiciones bastantes años posteriores.

Pippi es un icono feminista, es un referente para varias generaciones. Nuestras madres y padres nos decían ’calla, junta las piernas, en la mesa no se canta’, mientras veíamos a una niña autosuficiente que no le interesaban las "plumiticaciones" (multiplicaciones) del colegio y que, con su dinero, era capaz de comprarle juguetes a todos los niños del pueblo y ella solo llevarse el brazo del maniquí. Pippi era una lógica (ilógica para el heteropatriarcado social) que confrontaba con la educación sexista y con los relatos de las niñas que esperan al príncipe, las niñas esperan a ser rescatadas, las niñas siempre tienen miedo.

La historiadora y crítica de cine María Castejón ha publicado recientemente Rebeldes y peligrosas del cine (2020, Lengua de Trapo) y nos cuenta: "Pippi es muy especial porque era un personaje muy salvaje. Vivía sola sin ningún tipo de autoridad y eso ya tenía bastante atractivo, y también tiene una lectura de género: el de una niña divertida, indolente y revolucionaria. España era gris y Pippi era muy insumisa e irreverente".

Pippi va más allá del universo infantil, en el despertar feminista de muchas mujeres y en la búsqueda de nuestros referentes de mujeres o niñas fuertes nos encontramos la escasez. No hay muchas Pippis a las que agarrarse. Es por eso que, cuando en 2015 la editorial Blackie Books volvió a editar el libro de Astrid Lindgren, lo vendieron todo. Este 2020 la editorial Kókinos lo ha reeditado en tres libros con las ilustraciones de 1946 de Ingrid Vang Nyman, además de un cómic.

La editora de Kókinos, Cristina Peregrina, es una auténtica enamorada de la literatura de Astrid Lindgren más allá de Pippi: "Astrid es una eminencia a nivel mundial. Es una de las escritoras más leídas y más traducidas. En 1978 los libreros alemanes le dieron el Premio de la Paz y ella realizó un discurso al que llamó Never Violence -violencia, nunca. Antes era común el castigo físico a los niños y la violencia contra ellos. Never Violence versaba sobre esto que ella denunció. A raíz del discurso, Suecia, en 1979, creó la primera ley contra el maltrato y el castigo físico infantil".

Cristina Peregrina ha viajado a Suecia en un par de ocasiones para rastrear y conocer la historia de la autora, de la que cuenta que tuvo una infancia muy feliz, dedicada al juego libre y a relacionarse con el campo y el medio ambiente. Astrid nació en Vimmerby, donde han creado un parque de atracciones dedicado al universo literario de la autora llamado Astrid Lindgren’s World. La adolescencia de Lindgren sí fue más complicada. Empezó a trabajar con 16 años en un periódico y dos años después se quedó embarazada del director del periódico, que por entonces estaba casado (existían leyes contra el adulterio). La película ’Conociendo a Astrid’ (2018) retrata esta dura etapa en la que tuvo que esconderse durante su embarazo y dejar a su hijo al cuidado de otra mujer porque ella no podía mantenerlo y su propia familia no lo aceptaba.

Cristina Peregrina considera que "sus libros son el reflejo de querer volver a los años de libertad y de juegos de niños, cuando ella fue verdaderamente feliz". La obra de la escritora sueca es infinita y reputadísima. En 2012 la editorial Kókinos publicará ’Los hermanos corazón de león’ (1973) e irá publicando, poco a poco, la obra completa. La editora nos despide con una de las frases célebres de Astrid Lindgren: "Quiero escribir para lectores que puedan hacer milagros. Los niños hacen milagros cuando leen. Por eso necesitan libros".

El Diario


Pippi Calzaslargas, la lideresa de las niñas que no quieren ser princesas

Carmen López

Si en una tienda de disfraces no tienen a la venta pelucas pelirrojas con trenzas tiesas es que no se merece tal categoría. En cada carnaval y Halloween habrá alguien que quiera vestirse de Pippi Calzaslargas, la niña de pecas y pelo de zanahoria inventada por Astrid Lindgren.

Es uno de los barómetros fiables para demostrar la popularidad universal del personaje, además de la traducción a más de 60 idiomas de sus aventuras que desde que saliesen al mercado por primera vez en 1945 han vendido más de 160 millones de ejemplares. Por si hacen falta más pruebas, también se pueden sumar sus adaptaciones al cine y la televisión, tan o más populares que los libros.

La editorial Blackie Books ha reeditado ahora la recopilación de todas sus historias que originalmente publicó en 2015, coincidiendo con el 70 cumpleaños de Pippilota Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Långstrump. El nombre lo escogió Karin, la hija de la escritora, que con siete años y postrada en la cama por culpa de una neumonía pidió a su madre que le contase un cuento cuyo personaje principal fuese una niña con ese nombre.

Duerme con los pies sobre la almohada y vive sola en una casa destartalada llamada Villa Mangaporhombro porque su madre está en el cielo y su padre en una isla donde es el rey de los caníbales. Es vecina de Tommy y Annika, dos niños formales que tienen papá, mamá y sirvienta y se acuestan a la siete y media porque al día siguiente tienen que madrugar para ir a la escuela (sitio que la pelirroja no frecuenta).

Por supuesto, los hermanos están fascinados con la vida de Pippi, llena de ventajas. Sus mascotas son un mono y un caballo, ella misma se dice a la hora que tiene que ir a dormir y "es más rica que Creso", así que puede comprar todos los dulces y juguetes que quiera. Además, no le tiene miedo al hombre más fuerte del mundo, porque ella es la niña más fuerte del mismo planeta.

Todo el poder para las niñas

Esa autonomía de Pippi ha hecho que se la considere un modelo perfecto para iniciar a las niñas y los niños en el feminismo. El personaje de Lindgren no se ajusta a ningún rol de género normativo como sí lo hacen -y mucho- sus amiguitos que son, evidentemente, menos divertidos.

Tiene algo de duende travieso de la mitología escandinava así como de Jo March, la rebelde de Mujercitas. A su vez, se distinguen rasgos de su personalidad en personajes posteriores como la Matilda de Roald Dahl o Lisbeth Salander, protagonista de la saga Millenium, según expresó su autor Stieg Larsson antes de morir.

Por supuesto, que Pippi sea la abanderada del feminismo precoz atiende a los principios de su creadora, aunque ella nunca llegase a definirse como tal. El pasado mes de febrero se publicó en inglés la biografía de la autora firmada por Jens Andersen y titulada Astrid Lindgren: The Woman Behind Pippi Longstocking en la que se revelan muchos detalles de su vida y que hacen más comprensible aún la personalidad de la protagonista.

Astrid Lindgren fue una adelantada a su época. Hija de unos granjeros de ideología conservadora, abandonó los estudios en su adolescencia y empezó a trabajar en un periódico local. Se había cortado el pelo inspirada por La Garçonne (un bestseller de culto sobre una mujer que rechaza los estereotipos de género) y Greta Garbo y se vestía con ropa masculina, como pantalones, corbatas o gorras. El escándalo que generó en su comunidad llegó a su punto álgido cuando se quedó embarazada de su editor, un hombre de 51 años, casado y con siete hijos.

Lindgren huyó para dar a luz en Dinamarca, donde encontró un hospital privado en el que la madre no estaba obligada a dar el nombre del progenitor ("quería al niño pero no al padre", declaró años después). Se instaló en Estocolmo para estudiar taquigrafía y posteriormente trabajar en el Royal Automobile Club.

Durante sus primeros años, su hijo Lars vivió con una madre de acogida danesa, Marie Stevens. Cuando esta cayó enferma, se fue con sus abuelos que, tras su inicial negativa a conocer a su nieto, le aceptaron en la familia. Cuando Astrid pudo por fin hacerse cargo de él se lo llevó a Estocolmo con ella y su marido Sture Lindgren. Tres años después, nació Karin.

En la década de los 40 trabajó como "inspectora" para la inteligencia sueca ("mi trabajo sucio", como lo llamó). Juró confidencialidad y solo pudo expresar sus sentimientos en su diario, donde relató su temor a la brutalidad de Hitler, Stalin y Mussolini. "Evidentemente, es la intención de Hitler convertir a Polonia en un gran gueto, donde los judíos pobres mueran de hambre y miseria", escribió.

El primer libro de Pippi se publicó en 1945, después de que la autora ganase el segundo premio de un concurso literario con Cartas de Britta Mari. El gran grupo editorial Boniers había rechazado el manuscrito de Calzaslargas un año antes (aún deben de estar arrepintiéndose) y fue Rabén & Sjögren quien lo editó y puso a la venta. Ahí empezó el boom que continúa hasta hoy.

Más allá de Villa Mangaporhombro

Aunque la niña pelirroja es su personaje más universal, la obra de la escritora sueca es muy extensa. El resto de sus títulos no son tan conocidos fuera de su país, aunque algunos sí que han atravesado las fronteras (al menos 17 de ellos han sido traducidos al castellano).

De hecho, el libro de Los niños de Bullerbyn es el responsable de un síndrome que afecta a los alemanes, el ’Bullerbysyndromet’. Este fenómeno hace que la persona que lo sufre piense que la vida en Suecia es tan bucólica como Lindgren describe en sus narraciones. El término fue designado en febrero de 2008 como "La palabra del mes" en el diccionario del Consejo del Idioma Sueco.

Esta visión idílica del país que se encuentra en las historias de la escritora también es un reflejo de sus otros principios básicos: el amor a la naturaleza así como el respeto a las personas. La defensa de los animales ante el maltrato del hombre y del más débil ante el abusón es una constante en las aventuras de Pippi, por ejemplo, que siempre utiliza su fuerza hercúlea para atajar las injusticias.

Según The New York Times, la autora declaró en una ocasión que: "Ella tiene ese poder, pero nunca lo usa mal. Lo que creo que es lo más espléndido y lo más difícil". La escritora no solo plasmó sus convicciones en sus libros, sino que fue una activista política reconocida. Uno de sus hitos más recordados es su protesta en contra de los elevados impuestos que tenían que pagar los creadores como ella o Ingmar Bergman.

Lindgren publicó un artículo satírico coincidiendo con las elecciones de 1976 en el que calculaba que sus ingresos tributaban a una tasa anual del 102%. Los socialdemócratas perdieron las elecciones después de 40 años en el poder y se recortaron los impuestos.

Obtuvo el Premio Hans Christian Andersen en 1958 y en 1994 el Premio Right Livelihood, considerados el Nobel de la literatura infantil y juvenil y el Nobel alternativo, respectivamente. Pero pese a la importancia de su obra y su figura a nivel internacional nunca le concedieron "el auténtico".

De hecho, tras su muerte en 2002, a los 94 años, la sociedad sueca pidió que se lo otorgasen de manera póstuma, pero la Academia no aceptó -y recibió una tormenta de críticas- alegando que en 1974 se había consensuado que nadie podía recibir el galardón de ese modo a no ser que hubiese sido nombrado antes de su fallecimiento. De todas formas, es posible que Pippi Calzaslargas se lo hubiese tomado a risa y no hubiera ido a recogerlo: estaría demasiado ocupada siendo pirata.

El Diario

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