Los civiles, las víctimas olvidadas de la guerra de Afganistán

MIKEL AYESTARAN | MADRID

Más de 1.500 civiles muertos en los primeros ocho meses, es el último balance publicado por Naciones Unidas que sitúa este 2009 como el año con un número más alto de víctimas civiles desde el fin del régimen talibán.
Las acciones de la insurgencia o de las operaciones de las fuerzas internacionales carecen de «un mecanismo estructurado de ayudas por parte de las instituciones. Si conviene por algún motivo hacer una compensación se hace, pero la realidad es que casi ninguna familia recibe asistencia», señalaba en una entrevista reciente Ahmed Nader Nadery, miembro de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán (AIHRC, por sus siglas en inglés).

Cada país de ISAF, la misión internacional de OTAN en Afganistán, tiene una política diferente de compensaciones a las familias. Existe un protocolo y países como España «siempre responden, aunque ningún dinero es suficiente para pagar una vida humana, nosotros damos la cara», aseguran fuentes militares españolas consultadas que no ofrecen cantidades porque «las cifras varían en función de cada caso ya que hay situaciones muy diferentes».

Los bombardeos de aldeas civiles son los casos más célebres y que mayor volumen de muertes y destrucción provocan, pero hay otros incidentes como los denominados «ROE Escalation» (intensificación de las reglas de enfrentamiento) que resultan también mortíferos y causan bajas todas las semanas en las carreteras y caminos de Afganistán. Bajas como la de Abdul Latif, la primera que se produce a manos de soldados españoles que tras avisar a la motocicleta que conducía que parara en repetidas ocasiones finalmente abrieron fuego. En una guerra como la afgana, como han demostrado estos últimos años, el enemigo puede estar en cualquier vehículo.

Diario ABC