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La temible militarización de Europa

Domingo.9 de marzo de 2025 40 visitas Sin comentarios
#TITRE

Por Marc Vandepitte
Fuentes: Rebelión

Traducido del neerlandés para Rebelión por Sven Magnus

Un espectro recorre Europa, el espectro del militarismo. Detrás de esta fiebre de guerra se esconde algo más que la supuesta amenaza de Rusia. El declive económico y la lucha por el dominio geopolítico juegan un papel fundamental en la creciente militarización del continente.

Los líderes europeos quieren aumentar drásticamente el gasto en defensa y preparar sus economías para la guerra. Hay planes para introducir, (por ahora), el servicio militar voluntario e instalar un escudo nuclear. Varios países están dispuestos a enviar tropas a los países vecinos de Rusia, incluida Ucrania.

Boris Pistorius, el exministro de Defensa de Alemania, ha declarado que su país se estará “preparado para la guerra” (Kriegstüchtigkeit) en 2029. El hacha de guerra se está desenterrando.

«Hemos sido traicionados por Trump y amenazados por Putin, por lo que debemos aumentar nuestros esfuerzos militares y prepararnos para la guerra». Ese es el relato que la élite europea nos presenta y que se difunde ampliamente en los medios de comunicación convencionales.

Sin embargo, ese relato oculta las verdaderas razones y causas subyacentes de esta fiebre bélica.

Declive

La militarización de Europa se desarrolla en el contexto de una crisis económica más amplia. Desde la crisis financiera de 2008 la economía europea ha tenido dificultades para encontrar nuevas vías de crecimiento. La crisis del COVID-19 golpeó duramente la economía y debido a las sanciones económicas impuestas a Rusia, que hemos renunciado a nuestra fuente de energía barata.

Debido a una obsesión por la austeridad, los gobiernos han descuidado sectores esenciales para el desarrollo de la productividad, como la educación y la ciencia. Por su parte, los oligarcas financieros no han invertido lo suficiente sus ganancias monopolísticas en nuevas tecnologías para hacer frente a la competencia de EE.UU. y China.

El resultado es que Europa está rezagada tanto tecnológica como económicamente.

Tampoco las cosas van bien en el ámbito geopolítico. Europa y EE.UU. no han logrado transformar a Rusia en una semicolonia después de la caída de la Unión Soviética ni provocar un cambio de régimen capitalista en China.

Se esperaba que al admitir a China en la Organización Mundial del Comercio e invertir fuertemente en el país, las fuerzas capitalistas crecerían tanto que con el tiempo tomarían el poder del Partido Comunista, una idea ilusa.

Al seguir servilmente a EE.UU., Europa ha descuidado la construcción de una estructura de seguridad equilibrada después de la caída de la URSS, una que también incluyera a Rusia.

Ahora, tanto Rusia como China se han convertido en adversarios formidables, a los que no se puede tomar a la ligera.

Especialmente bajo el impulso de China, a través de los BRICS los países del Sur Global también están formando un contrapeso cada vez mayor frente al dominio del Norte.

La lucha ha comenzado

Es en este contexto en el que la élite estadounidense, encabezada por Trump y Musk, ha lanzado una agresiva campaña para salvaguardar la supremacía absoluta de EE.UU. («Make America Great Again»), incluso a expensas de sus aliados más cercanos.

Esto significa que ha estallado la lucha entre EE.UU. y las otras grandes potencias imperialistas. En el Foro Económico Mundial de Davos, Ursula von der Leyen lo expresó de la siguiente manera: «El orden mundial basado en la cooperación, tal como lo imaginamos hace 25 años, no se ha hecho realidad. En su lugar, hemos entrado en una nueva era de feroz competencia geopolítica. Las economías más grandes del mundo compiten por el acceso a materias primas, nuevas tecnologías y rutas comerciales globales. Desde la inteligencia artificial hasta la tecnología limpia, desde los ordenadores cuánticos hasta el espacio, desde el Ártico hasta el Mar de China Meridional, la carrera ha comenzado».

La fuerza motriz detrás de esta carrera es la búsqueda de la máxima ganancia y la expansión del capital monopolista occidental. Eso es lo que está en juego y de lo que realmente se trata. Para participar en esta carrera, se juega la carta militar. O como dijo el excanciller alemán Gerhard Schröder: «Un país solo cuenta verdaderamente en el escenario internacional si también está dispuesto a ir a la guerra».

Una excusa

Carece de sentido la principal excusa para la actual fiebre bélica, a saber, que Rusia representa una amenaza militar. Moscú no tiene intención alguna de expandirse. Según expertos como Jeffrey Sachs y John Mearsheimer, la invasión de Ucrania fue para Moscú una respuesta a la expansión de la OTAN hacia el este y a la militarización de Ucrania. Moscú lo consideró una amenaza existencial.

En términos de guerra convencional, Europa no es rival para Rusia. El Kremlin ya se ha atascado rápidamente en Ucrania, que es un país mucho más débil que los países europeos. Y si finalmente hubiera un enfrentamiento entre Europa y Rusia, estaríamos en un escenario nuclear, un final que nadie desea.

Una economía de guerra

En otras palabras, las tensiones militares actuales no son tanto el resultado de contradicciones geopolíticas con Rusia, China y ahora también EE.UU., sino que están arraigadas en la obsesión del capital monopolista occidental por obtener máximas ganancias y expansión.

Para asegurar las ganancias de los monopolios occidentales, deben garantizarse las inversiones y los mercados en el extranjero, así como el suministro de materias primas baratas desde esos países. Y para ello es indispensable un aparato militar fuerte a fin de imponer orden a países rebeldes si es necesario.

La militarización también impulsa la economía. La economía de guerra no depende del poder adquisitivo de la población, sino de las decisiones de los líderes políticos. Las compras militares pueden proporcionar (temporalmente) algo de oxígeno a una parte de la industria, aunque se haga a costa de otros sectores. Es lo que Reagan intentó en los años 80 con su Star Wars y lo que hizo Hitler en la década de 1930.

En Bélgica, y probablemente en otros lugares, la militarización puede ir acompañada de una ola de privatización sin precedentes. Parte del dinero para los gastos militares podría obtenerse vendiendo las joyas de la corona del patrimonio nacional o parte de ellas. La militarización sirve como palanca para la privatización.

Esta economía de guerra está orientada a una verdadera preparación bélica. Durante la Guerra Fría los países europeos tenían grandes ejércitos permanentes. Tras la caída de la Unión Soviética se desplegaron tropas de intervención móvil para operaciones rápidas, como vimos en Libia y Siria.

Ahora hay planes para volver a introducir el servicio militar obligatorio, construir infraestructura militar y establecer estacionamientos prolongados en el extranjero, como en los Estados bálticos y Ucrania. También se están considerando otras opciones, como la discusión sobre un escudo nuclear.

Muchos indicios apuntan a que una guerra mundial se está convirtiendo en una posibilidad real para las élites financieras y económicas.

Consecuencias

Una militarización de este tipo tiene consecuencias profundas para la sociedad. El dinero tiene que salir de alguna parte. Actualmente, Europa gasta aproximadamente el 2% de su PIB en defensa. Si quiere alcanzar la norma de 5%, tendrá que destinar alrededor de 500.000 millones de euros más al año en defensa.

Con gobiernos de derecha, el fuerte aumento de los presupuestos de defensa inevitablemente se hará a costa del gasto social, así como del Green Deal, cuyo presupuesto anual es de 86.000 millones de euros.

Ya mencionamos anteriormente que la militarización probablemente irá acompañada de una ola de privatización sin precedentes en la economía.

El desarrollo de un verdadero Euroejército también traerá consigo un importante déficit democrático. La estructura de mando estará en el nivel europeo. Pronto serán los tecnócratas europeos, y no los gobiernos o parlamentos nacionales, quienes decidirán si nuestros jóvenes deben ir al frente de guerra.

Finalmente, la militarización de nuestras economías y sociedades solo aumentará las tensiones en el continente europeo. En lugar de construir una estructura de seguridad equilibrada, estamos iniciando una peligrosa carrera armamentista y avivando aún más la hostilidad contra la potencia nuclear rusa.

Una decisión histórica

Europa se enfrenta a una decisión histórica. El proceso de militarización conlleva enormes costos económicos, desmantelamiento social, retraso en la transición ecológica en la economía y un déficit democrático, mientras que el riesgo de un conflicto mayor es cada vez más real.

¿Beneficia realmente esta militarización a la ciudadanía europea o solo a las élites económicas y a la industria armamentística? ¿Nos dejaremos arrastrar por la fiebre bélica o elegiremos prosperidad, sostenibilidad y una estructura de seguridad equilibrada en el continente?¿Seguiremos a Estados Unidos en su lógica imperialista y militarista o construiremos un proyecto europeo independiente, basado en una cooperación respetuosa con los países del Sur Global?

Los próximos años serán cruciales para responder a estas preguntas.

Fuentes:

– Übergang zur Kriegswirtschaft?
– “C’hanno rimasto soli…”. L’Unione Europea cerca un ombrello nucleare
– Guerre en Ukraine : comment les chefs d’État européens préparent les esprits à une guerre avec la Russie
– Trump’s Munich Strategy

Texto original: https://www.dewereldmorgen.be/artik...

Tomado de: https://rebelion.org/la-temible-mil...

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