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Joseph Pujol, flatulista profesional

Martes.10 de noviembre de 2015 429 visitas Sin comentarios
Era capaz de interpretar "La Marsellesa" con su peculiar instrumento de viento. #TITRE

Marcianosmx.com

En la Francia de 1857, más precisamente en Marsella, nacía un hombre de peculiar talento llamado Joseph Pujol. Desde muy temprana edad quedó claro que tenía un don especial como artista, cantante, bailarín y actor para los huéspedes en la casa de sus padres. Amaba la música, y con el paso del tiempo se hizo un especialista en el trombón, pero sería otro “instrumento de aire” el que lo llevaría a los caminos de la fama y la fortuna.

Cierto día mientras nadaba en el mar, el joven Joseph tomó aire antes de zambullirse. A medida que inhalaba la bocanada de aire, sintió un chorro de agua helada ingresando por la puerta trasera de su cuerpo. Totalmente alarmado regresó de inmediato a la orilla, y se sorprendió al ver que una gran cantidad de agua brotaba desde su trasero. Un médico lo tranquilizó y le dijo que no era motivo de preocupación, y aparentemente Pujol se tomó esta recomendación de la mejor manera, explorando con una sana curiosidad aquella habilidad que había descubierto por accidente.

Pronto se dio cuenta que tenía un maravilloso control abdominal, fácilmente podía succionar agua a través de su ano y proyectarla de regreso al exterior con una fuerza impresionante, generando un chorro de varios metros. Ese proceso de prueba y error también le hizo ver que podía aspirar grandes cantidades de aire por su trasero si se contorsionaba de la forma correcta, mismo aire que podía expeler a su antojo. Y lo que es mejor: era capaz de controlar la presión de salida del aire, produciendo diferentes tonos, hecho que le permitía reproducir melodías sencillas. No hace falta que lo mencionemos, pero como resultado se hizo muy popular en la escuela. En aquella época ni siquiera le pasaba por la mente que su talento tan peculiar algún día lo convertiría en el más famoso y mejor pagado artista de toda Francia.

Mientras Joseph hacía servicio en el ejército se encargó de entretener a sus camaradas soldados con sus trucos, y ahí le apodaron “Le Pétomane“, que traducido sería algo así como “pedómano”. Cuando dejó el servicio estableció una panadería en Marsella, que tenía la reputación de hornear los mejores muffins de salvado de trigo en el sur de Francia, pero empezó a incursionar en el mundo del espectáculo cuando se sintió inquieto con su vida. Al principio se resistía a emplear su fisiología tan única en su acto de comedia, e inició ejecutando un acto cómico con el trombón, pero el pedómano dentro de él no podía contenerse.

En 1887, ya con 30 años de edad, “Le Pétomane” debutó en un escenario de Marsella. El primer intento fue recibido por el público con algo de escepticismo, pues un “pedómano” era toda una novedad para la sociedad francesa. Sin embargo, rápidamente se hizo de seguidores y se catapultó a un éxito tremendo. Ejecutó su acto en Marsella durante unos cinco años, para después dirigirse a Paris e intentar en el tristemente célebre Moulin Rouge. Fue todo un éxito.

“Señoras y señores, tengo el honor de presentar una sesión de Petomanie”. Así se presentó la primera noche en el célebre teatro. Vestía finamente con una capa roja, unos pantalones de satín negros y unos guantes blancos sobre sus manos. Parecía bastante sofisticado mientras explicaba a la audiencia que la sesión de gases que estaba a punto de emitir eran completamente inodoros, ya que irrigaba su colón a diario. Sin embargo, la audiencia no se esperaba lo que estaba a punto de suceder. Y así empezó.

Dio comienzo con todo un catálogo de flatulencias… un pedo tímido, su ruidoso, el aplaudidor, el sólido, el bombardero y la majestuosa flatulencia de diez segundos con la que concluyó su episodio inicial. Imitó a varias celebridades, reprodujo canciones y apagó las velas. También imitó a los cañones de las armas siendo disparados e incluso recreó una tormenta eléctrica. Y aquello solo era la primera parte del espectáculo.

En un principio el público mostraba asombro por un espectáculo tan extraño. Pero en cuanto la primera risa incontrolable surgió de entre la multitud, las carcajadas se extendieron como un virus por todo el lugar. Pronto hombres y mujeres estaban completamente paralizados de risa, incapaces de respirar en sus ajustados corsés.

Para la segunda parte de su acto, hizo una pausa y salió del escenario para insertarse un tubo de goma en su orificio, este tubo colgaba de su parte trasera por un agujero en sus pantalones. Utilizó dicho tubo para fumarse dos cigarrillos, uno tras otro, después apagó unas velas arriba del escenario y, como gran final, adjuntó una ocarina al extremo colgante de la manguera, y pasó a tocar melodías populares mientras invitaba a la concurrencia a cantar.

Aquellas noches, Le Pétomane era todo un éxito. Empleó su fisiología única para entretener de esta forma durante años, llegando a ser el artista mejor pagado de toda Francia, y quizá del mundo. Abandonó el Moulin Rouge en 1895 cuando el dueño lo demandó por incumplimiento de contrato después de que ofreciera pedo-serenatas a algunas personas del público, pero rápidamente fue reemplazado por una mujer, un fraude que llamaron La Femme-Pétomane.

Joseph abrió un teatro con recursos propios y disfrutó de algunos años más de éxito en el comercio de los pedos. La práctica de los pedos tiene una rica historia en todo el mundo. En La ciudad de Dios, escrito entre el 412 y el 426 d.C, San Agustín hace mención sobre algunos artistas que tenían “tal control de sus entrañas, que podían romper el viento continuamente a voluntad, imitando el efecto de un canto”. En otros ejemplos, en la Irlanda del medioevo existían pedorros profesionales llamados “braigetori“, y en el periodo japonés Kamakura (1185–1333) también existían artistas que presentaban danzas de pedos llamados Oribe.

Un pedómano contemporáneo, quizá el único representante del flatulismo en la actualidad, es Paul Oldfield (Mr. Methane). Evidentemente no tiene la clase de Le Pétomane, pero ciertamente puede romper el viento con el trasero. Viste una capa y máscara, con una apariencia que se asemeja a la de un superhéroe (o supervillano), aunque dudamos que la fuerza de sus flatulencias sea suficiente como para que levante vuelo.