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Hoy me voy de viaje

Jueves.7 de junio de 2007 974 visitas Sin comentarios
Amador Juan Navarro #TITRE

Esta mañana me he sorprendido al despertar con unas ganas tremendas de irme de viaje.

La primera reacción ha sido darme la vuelta hacia el otro lado de la cama y meter la cabeza bajo la almohada en inequívoca muestra de frustrante aceptación de la realidad. Pero al instante y para mí sorpresa, quizá debido al nuevo flujo sanguíneo generado por el cambio de postura mi cerebro se ha puesto en movimiento y comenzado a indagar el cómo y el cuándo determinado a conseguir para mis entrañas tan irresistible aspiración.

He comenzado rebuscando entre los registros de la memoria el recuerdo de mis viajes más exóticos e interesantes supongo que por si al rememorarlos me calmara, mas ante el fiasco de la argucia he decidido probar otra estrategia que me resultara más eficaz.

En esta pena de mundo en que vivimos -he reflexionado- solo se impulsa un tipo de viaje muy a la conveniencia de sus promotores, que han construido artificiales Paraísos en paraísos naturales para que el personal vaya allí a relajarse, a escapar de sí mismo (o de cualquiera de sus circunstancias) o a celebrar (o quizá darse cuenta amargamente) que se han castrado (digo, casado) insensatamente y que ya no lo pueden remediar. ¿No será acaso el irrefrenable apetito por deambular cual merluzo por la Riviera Maya, (toalla en la diestra y caipiriña en la siniestra), lo que me está conmocionando esta mañana en un intento desesperado por olvidar que me he quedado sin curro, que no me como un rosco o que he comenzado a percibirme demasiado mayor?.

Pues la verdad, no creo que sea así. Nunca me sedujeron tales sensaciones -me he defendido complacidamente- Un viaje, para mí, es... algo bien diferente, -he titubeado, sin embargo-, La vida misma puede llegar a considerarse un gran viaje. O a una fase de ella a la que destinas un objetivo que consideras importante. Yo he embarcado entre brumas en dos ocasiones y en ambas se me revelaron grandes enseñanzas. En la primera puse rumbo hacia mí mismo y comenzó en los tiempos de la venerada psicodelia cuando la emprendí a tripazo limpio con mis neuronas a la búsqueda incesante de los entresijos de mis estados de percepción. (“Conozca su interior” cantaban por aquel entonces Les Luthiers en su Chacarera del Ácido Lisérgico) Supe entonces y para siempre de mi fragilidad al no saber defenderme durante el trayecto de la violencia ni de la maldad. Y en la segunda, que dirigí hacia el conocimiento de la vida misma; hacia el cúmulo de experiencias que sosiega en el alma ese ímpetu juvenil de apurar la existencia en dos minutos y que inicié cuando cogí mi furgoneta y -hoy aquí, mañana allá- sorbí las noches y los días de fiesta en fiesta y de carretera en carretera hasta estamparme contra el horizonte, aprendí que como en la noria de las ferias, lo importante es subirse y no donde te lleva.

Mis viajes contienen invariablemente un componente misterioso, aventurero y cautivador que es precisamente el que consigue que me mantenga expectante durante el recorrido; entusiasmado, despierto, vivo, en el sentido más completo de la palabra. Porque de vivir intensamente es en definitiva de lo que se trata; de aprovechar bien el tiempo, concedido por alguna razón inexplicable. Y es desde esa óptica que entiendo yo los viajes.

El llegar a discernir que el activarse es el objetivo encubierto de los viajes y que puede obtenerse sin moverse siquiera ha provocado como por ensalmo una mayor presión arterial en todo mi cuerpo. Y un escalofrío el comprender que aunque para lograrlo se precise un esfuerzo lo cierto es que depende tan solo de uno mismo. Entonces he escuchado como un mantra lejano que se ha ido acercando hasta percutirme despiadadamente en el cerebro:

Ahí fuera está el mundo en toda su grandeza.
El miedo, la esperanza, la pena, la ternura...
¡Sal a su encuentro, implícate de veras!
Y hallarás la respuesta a todas las preguntas.

De pronto
He saltado de un brinco
al borde de la cama.
Me he acercado a la ventana
y he mirado el paisaje.
He llenado los pulmones
de aire de la mañana
y me he dicho excitado:
Hoy... me voy de viaje.


Ver reseña y capítulos del libro de Amador “Historias desde lo Alto de una Noria”