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España gastará en 2023 más de 48.800 millones de euros en gasto militar

Martes.20 de diciembre de 2022 290 visitas Sin comentarios
Una cantidad escandalosa cuya finalidad es más escandalosa todavía, distribuida (y escondida) en los PGE tanto el gasto militar que aparece disperso en distintos ministerios, en el sobregasto extrapresupuestario del fondo de contingencia y en los créditos extraordinarios. #TITRE

Juan Carlos Rois

Conocer esta disparatada cifra no es tarea fácil, porque, año tras año, los encargados de diseñar las cuentas públicas se encargan de esconderlo en partidas presupuestarias de diversos ministerios y organismos para hacerlo pasar desapercibido. A ello se une que diversos organismos cuentan con una verdadera pleitesía a lo militar y están constituidos, incluso desde su propia constitución legal, para atender a fines militares y civiles (como es el caso de AEMET, que tiene un porcentaje de sus recursos y de su personal dependientes de lo militar y obligación de proporcionar datos al ejército; o de Metrología, que igualmente cuenta con un convenio por el que transfiere recursos al organismo autónomo militar INTA, o de la SEPI; que financia las perdidas constantes de NAVANTIA y de la parte española de AIRBUS). En otros casos, los ministerios le han cedido o comprado barcos a defensa o es la armada o la guardia civil quien opera sus naves y aeronaves y hay un tercer supuesto donde diversos ministerios financian, sencillamente, actividades militares o transfieren a estos fondos.

Si atendemos a los criterios de la OTAN (gasto militar es el de cualquier gasto público que financia cualquier actividad, estructura, infraestructura de la defensa, incluyendo fuerzas paramilitares -por ejemplo, la guardia civil en España o la gendarmería en Francia- y pensiones y sistemas de previsión de los militares, así como sus bases y acuartelamientos), el gasto militar español para 2023 se descompondría según el siguiente cuadro.

En él he contemplado tanto el gasto militar que aparece disperso por los distintos ministerios, como el sobregasto que tradicionalmente y fuera de presupuestos suelen endosarnos mediante el abuso del fondo de contingencia y de créditos extrapresupuestarios acordados por el Consejo de Ministros y pagados por el de Hacienda, y he consignado un asterisco en aquel gasto que sabemos que se paga desde distintos ministerios pero no se desagrega en los presupuestos, por lo que tenemos que estimarlo, siempre usando criterios muy moderados y por debajo de lo razonable, porque preferimos quedarnos cortos a que nos digan que es menos.

Además he tenido en cuenta la repercusión que este enorme gasto militar supone para nuestra secular deuda pública, dado que cada año el Estado paga intereses de la deuda ya contraída y asume nueva deuda, por lo que es razonable considerar gasto militar la parte proporcional de estas dos partidas con relación al porcentaje de impacto del gasto militar en los presupuestos, pues en definitiva es el peso en el que el gasto militar anual repercute en nuestro esfuerzo de pago de una deuda pública inmoral e insostenible.

La evolución de nuestro enorme gasto militar en los últimos años no es nada halagüeña y nos augura un futuro mucho peor. Si tenemos en cuenta el gasto militar de los tres últimos presupuestos, coincidentes con el gobierno más progresista de la historia, encontramos un rasgo de preocupante militarización, como vemos en el cuadro siguiente:

Esta evolución muestra el acusado proceso de remilitarización que venimos padeciendo, gobiernen tirios o troyanos, desde hace muchos años.

El gasto militar español es un gasto disperso, distribuido en diversos ministerios fuera del de Defensa, lo que nos hace ver no solo el tremendo engaño, sino también el colaboracionismo de quienes están al mando de las carteras ministeriales.

Aunque las comparaciones son odiosas, el gasto militar español supone más de 230 veces el dinero que se destina a atender al Ingreso mínimo vital, más de 2,17 veces lo que se destina a atender a todas las prestaciones de desempleo, más de 10,5 veces lo que se destina a atender el total de gasto de pensiones no contributivas para las personas en peor situación, más de 50 veces lo que se destina a inmigración, más de 14 veces lo que se destina a todas las políticas de vivienda juntas, más de 27.000 veces que se destina a atención a familias vulnerables, más de 8.005 veces lo que se destina a asilo, más de 1.252 veces lo que se destina a acompañamiento educativo a familias y alumnos vulnerables, más de 11.795 veces lo destinado a educación compensatoria, 255 veces lo destinado a infantil y primaria y más de lo que se destina a la suma de los ministerios de Asuntos económicos, Agricultura-Pesca y alimentación, Ciencia e innovación, Consumo, Cultura y deporte, Derechos sociales, Educación y Formación profesional, Exteriores, Igualdad, industria, justicia, presidencia, política territorial, sanidad y Universidades juntos... y podríamos seguir la lista del agravio comparativo del gasto militar frente a las necesidades humanas y a la situación ecológica del planeta.

El ejército, dicen, está para defendernos de las amenazas que pueden afectar a la sociedad. Pero las amenazas reales de los españoles, muchas veces más que amenazas agresiones directas y pura violencia estructural consentida, son la pobreza, el riesgo de exclusión, la cada vez mayor negación del derecho a un techo digno, el deterioro de la sanidad universal de calidad y para todos, la desatención al ideal de una educación que fomente el desarrollo de las personas, la erosión del trabajo decente, la degradación medioambiental y las agresiones a la naturaleza, la implosión de los valores más rancios, machistas, racistas y xenófobos, de odio a los pobres y a los distintos, violentos y autoritarios, cada vez con mayor presencia social.

Y nosotros nos preguntamos: ¿De cuál de estos enemigos nos ha defendido o nos puede defender el enorme gasto militar que sufrimos y la estructura que este financia?

Desde que Felipe González decidió involucrar a nuestro ejército en las acciones de intervención militar en el exterior a nuestros días, el Ejército español y la Guardia civil han participado en más de 100 operaciones militares en el exterior, con el envío de más de 150.000 efectivos y el gasto de más de 18.000 millones de euros en dichas operaciones. ¿Cuánta paz han logrado para el mundo? ¿Cuánto hubiéramos ganado en seguridad humana planetaria invirtiendo esta cantidad de recursos humanos y materiales en atender a los objetivos del Milenio en vez de en operaciones de guerra?

España es un país que arrastra un verdadero y secular olvido de las necesidades sociales de enormes capas de la sociedad. El gasto social español no resiste comparación con el de otros países de nuestro entorno y se sitúa muy por debajo de la media europea. Y, lo que es peor, la evaluación de los distintos dispositivos demuestra la ineficacia y desorientación de políticas de lucha contra la pobreza y exclusión, la insuficiencia de los recursos disponibles y la ineficacia y el olvido, cuando no colapso, de los servicios de atención a la población, sobre todo a la más vulnerable.

Mientras tanto, nos permitimos arrastrar una deuda por adquisición de armas de proyección y programas de armamentos sofisticados y pensados para desplazarlos a miles de kilómetros de nuestras fronteras de más de 40.000 millones de euros; deuda aprobada por responsables políticos que antes han formado parte de las industrias militares y después de su paso por las Administraciones vuelven a ellas. Deuda inmoral, asumida por el complejo militar industrial con la connivencia de la élite política, en su propio beneficio y de espaldas al conocimiento y al consentimiento de la ciudadanía.

Sorprende también la complicidad de los ministerios que se suponen civiles con el gasto militar, oculto en partidas como los más de 650 millones que Exteriores paga de cuotas a organismos militares internacionales o en participación en operaciones militares en el exterior, o los más de 2.000 millones que industria financia a las industrias militares españolas, o los más de 32 millones que el Ministerio de Transición ecológica destina al pago a la UME para prevenir y apagar incendios o pagar las prestaciones militares de la AEMET, o los más de 110 millones que el ministerio de Ciencia e Innovación Tecnológica paga para subvencionar programas de investigación militar del Ministerio de Defensa, o los más de 90 millones destinados a un supuesto Fondo Europeo de Paz que financia la guerra de Ucrania y la presencia española en los 18 focos de guerra donde actualmente operan los ejércitos españoles... y así hasta un total de 15 ministerios que financian más de 7.567 millones de euros.

Y mientras se dilapida en militarismo este enorme chorro de dinero, España incumple los estándares mínimos de algunos derechos sociales, como han denunciado varias veces el Comité Europeo de Derechos Sociales respecto a la protección de las personas frente a la adversidad y los derechos sociales reconocida en la Carta Social Europea, o el Comité del Pacto de Derechos Sociales, Económicos y Culturales de Naciones Unidas respecto de la violación de derechos humanos sufrida en relación con la protección de menores, los desalojos forzosos, las condiciones de vida en infraviviendas y otros tantos aspectos, o el Relator de Naciones Unidas sobre la extrema pobreza y los derechos humanos respecto a las políticas sociales y de lucha contra la pobreza.

¿De qué nos defiende el ejército y los valores militaristas? Volvemos a preguntarnos. Porque si algo hay digno de ser defendido no son las patrias, las banderas ni los Estados, sino la seguridad humana, que según Naciones Unidas se centra en las personas y no en la defensa militar, y promueve políticas exhaustivas, adaptadas a cada contexto y orientadas a la prevención, protección y el empoderamiento de todas las personas y la dignidad humana, y que se concretan en aspectos como la seguridad alimentaria, la seguridad ambiental, la seguridad económica, la seguridad de la salud, la lucha contra la pobreza, la educación, la seguridad personal y las libertades y derechos, por ejemplo.

España ha fijado una doctrina de seguridad militar, en teoría la justificación de nuestro enorme gasto militar, que se llama “doctrina de fronteras avanzadas” y que sitúa nuestra frontera militar (la frontera de los intereses económicos y depredadores de los de arriba) en el Sahel, en el golfo de Guinea, en el Índico y en Oriente Medio, y que justifica la injerencia militar española en estos lugares. ¿Es esa la solidaridad con los pueblos que quiere la ciudadanía? ¿Para eso queremos un ejército? Que no nos engañen cuando dicen que no hay dinero para atender a las necesidades sociales tan visibles y urgentes. Sí hay dinero. Lo destinan al Gasto Militar. Lo esconden en todos los ministerios para el gasto militar. Nos endosan una deuda impagable para financiar el gasto militar y a los señores de la deuda.

Todo esto no ocurre ni por fatalidad ni de forma inocente. Lo han decidido, asumido, consentido y planificado los círculos del poder, los ministros y ministras, los parlamentarios y parlamentarias, sus cómplices y cuantos callan y admiten este estado de cosas.

El gasto militar no nos defiende de nada.

Que no nos engañen cuando dicen que no hay dinero para atender a las necesidades sociales tan visibles y urgentes. Sí hay dinero. Lo destinan al Gasto Militar

El gasto militar es en gran parte uno de los componentes del enemigo de la seguridad humana y una de las lacras de las que debemos desembarazarnos cuanto antes. Cada euro que logremos quitar para fabricar una bala y utilizar para tener un lapicero más, o un libro, o para plantar un árbol, o cualquiera de las muchas cosas que son de utilidad para cubrir una de las innumerables necesidades sociales desatendidas, será un pequeño paso más en la construcción de la paz y un aleteo de la mariposa que puede desencadenar toda una revolución a favor de la vida.

Recordémoslo cuando oigamos a los retóricos políticos que nos dicen que han aceptado la felonía del gasto militar por responsabilidad, por tacticismo o por cualquier otra mentira de las que salen por sus bocas de serpiente.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/plane...

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