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Cumbre por la guerra

Miércoles.19 de junio de 2024 62 visitas Sin comentarios
La ’paz justa’ de Zelensky no es sino la continuación de la guerra con el apoyo de sus proveedores y protegida por cumbres como la celebrada en Suiza, una burla camuflada de diplomacia. #TITRE

Nahia Sanzo

La cumbre de Zelensky por la paz, que reunió a dirigentes y representantes afines a Ucrania en la localidad de Bürgenstock, Suiza, se celebró exactamente según los parámetros esperados. Organizado por Andriy Ermak con el objetivo de dar visibilidad al apoyo internacional a Ucrania como herramienta de presión a Rusia, el proceso de reuniones para promocionar el plan de 10 puntos del presidente/dictador ucraniano ha culminado este fin de semana con un encuentro en el que Kiev se ha esforzado en imponer la falsa idea del consenso internacional en favor de la hoja de ruta ucraniana.

“El plan de Zelensky incluye exigencias de cese de hostilidades, restablecimiento de la integridad territorial de Ucrania, retirada de las tropas rusas de suelo ucraniano y restablecimiento de las fronteras de Ucrania con Rusia anteriores a la guerra. También pide la creación de un tribunal especial para juzgar los crímenes de guerra rusos”, resumía el sábado CNN que, como los demás medios occidentales, daba por bueno un plan que simplemente exige la rendición rusa y su retirada unilateral de todos los territorios ucranianos según las fronteras occidentalmente reconocidas, incluidos aquellos en los que la población ha mostrado su rechazo a regresar bajo control ucraniano.

La opinión y el bienestar de la población de Donbass y Crimea, a la que Ucrania no ha dejado de prometer castigo por su deslealtad a lo largo de la última década, no es un factor a tener en cuenta para Kiev, sus socios occidentales y su prensa afín.

En ese contexto, el objetivo de Ermak y Zelensky pasaba por consolidar su posición de fortaleza diplomática con una imagen en la que estuvieran representadas las potencias occidentales, pero también países como China, segunda economía mundial y principal aliado ruso, o India. Absolutamente transparente en su intento de presentar una amplia participación como signo de unanimidad mundial a favor de Ucrania, el régimen de Kiev ha utilizado ese discurso pese a las ausencias, el escaso contenido real de la cumbre y las quejas de algunas delegaciones, que han mostrado públicamente su descontento por la exclusión explícita de la otra parte de la guerra en las negociaciones.

“Debemos decidir juntos qué significa una paz justa para el mundo y cómo puede lograrse de forma duradera”, ha afirmado Zelensky, que continúa retorciendo el significado de las palabras para calificar de mundo a sus aliados y de paz justa a una resolución de la guerra que no tiene en cuenta la voluntad de la población ni la situación sobre el terreno. El planteamiento ucraniano se preocupa únicamente por recuperar los territorios perdidos desde el 24 de febrero de 2022 y por reconquistar lo perdido ocho años antes no por la actuación rusa sino por la forma en la que el ultranacionalismo ucraniano trató de imponer a toda la población el golpista cambio de Gobierno que se produjo en Kiev en febrero de 2014.

Durante la apertura de la cumbre, el presidente/dictador ucraniano se jactó de la participación, destacando que no solo habían acudido los países occidentales. “Todas las partes del mundo, todos los continentes, las distintas naciones, tanto grandes como pequeñas geográficamente, y todos los polos políticos de nuestro mundo -América Latina, Oriente Medio y Asia, África, Europa, el Pacífico, Australia, Norteamérica- están representados en la cumbre”, insistió para subrayar el aspecto mundial de la cumbre.

Sin embargo, también de todos los continentes han llegado las ausencias y los comentarios negativos. “No negocias con tus amigos”, declaró horas antes de la cumbre Celso Amorim, principal asesor de Lula da Silva, una de las ausencias importantes. “Negocias con tus adversarios”, añadió insistiendo en un aspecto perfectamente obvio que no solo ha recalcado Brasil. “Esta cumbre podría haber estado más orientada al resultado si hubiera estado presente en la habitación la otra parte del conflicto, Rusia”, afirmó Hakan Fidan, ministro de Asuntos Exteriores de Turquía. “Lo mejor es tener una paz duradera y estable, pero por eso también es necesaria la participación de Rusia”, afirmó el ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, otro de los países que Zelensky trata de cortejar. E incluso la anfitriona, la presidenta suiza Viola Amherd, declaró que “un proceso de paz sin Rusia es inconcebible”.

Nada de eso ha disuadido a Zelensky, que ha hecho de la ausencia de la otra parte de la guerra en las negociaciones su principal estrategia diplomática. Fue así durante la guerra de Donbass, cuando trató de sabotear el formato de Minsk en favor del Cuarteto de Normandía, en el que además de excluir a Donetsk y Lugansk disponía del apoyo de Alemania y Francia, y ocurre ahora con el intento de presentar las cumbres con sus aliados como un proceso de paz.

“Rusia no está aquí”, afirmó el presidente/dictador ucraniano, que añadió que “si a Rusia le interesara la paz, no habría guerra”. Culpar a Rusia de la existencia de la guerra ha sido también una constante en la última década, incluso en los momentos en los que era Moscú quien se mostraba dispuesta a realizar concesiones mientras Kiev se negaba rotundamente a implementar los acuerdos de paz que había firmado.

Si la guerra ha llegado al nivel actual, no es solo por la actuación rusa, sino porque en cada momento en el que el compromiso ha sido posible -ya fuera en Ginebra antes del estallido de la guerra, en Minsk durante el conflicto de Donbass o en Estambul, donde el que las concesiones territoriales que Rusia exigía se limitaban a aquellos territorios donde la población había mostrado explícitamente ser partidaria a la secesión- Kiev ha elegido la guerra.

La situación se repite en el momento actual, cuando Ucrania construye un formato de paz en el que la parte más importante es la guerra y la paz queda únicamente para un maniqueo discurso en el que la realidad contradice a la narrativa. “Esperamos una paz justa lo antes posible”, afirmó Zelensky, que entiende por paz justa la imposición de sus condiciones en forma de ultimátum sin tener en cuenta los hechos sobre el terreno ni los derechos de la población de los territorios que exige que Rusia abandone a su suerte.

Sin ningún avance hacia una postura mínimamente constructiva, algo que puede ocurrir únicamente en un proceso de negociación en el que participen las dos partes de la guerra, Ucrania insiste en unas conclusiones escritas mucho antes de la cumbre y que no tienen en cuenta las posturas mostradas por los dirigentes que han acudido a ella. “Conseguimos devolver al mundo la idea de que los esfuerzos conjuntos pueden detener la guerra y establecer una paz justa”, afirmó Zelensky pese a carecer de argumentos para justificar sus palabras.

La paz justa de Ucrania es simple y se resume en exigir la rendición de Rusia y la imposición de las condiciones dictadas por Kiev. Esa victoria completa es la única resolución aceptable para un país que siempre ha considerado mejor opción la continuación de la guerra si la alternativa era una paz con concesiones, ya fueran territoriales, como Moscú exigía en Estambul y sigue exigiendo ahora, o políticas, como ocurría en el caso de Minsk. La paz justa de Zelensky no es sino la continuación de la guerra con el apoyo de sus aliados y proveedores y protegida por cumbres como la celebrada en Suiza, una burla camuflada de diplomacia, sin tener en cuenta la muerte y destrucción que implica.

“Si no obtenemos progresos este año, entonces lo intentaremos de nuevo el próximo”, ha afirmado Zelensky a un líder europeo según publica The New York Times. “Y si no obtenemos progresos el año que viene, lo intentaremos el siguiente y el siguiente a ese”, insistió. “Zelensky dice que su plan de paz es continuar la guerra durante al menos cuatro años más”, criticó el académico ucraniano-canadiense Ivan Katchanovski al comentar las palabras del presidente de Ucrania.

“Creemos que alcanzar la paz requiere la participación y diálogo entre todas las partes. Por ello, hemos decidido dar pasos concretos en el futuro en las direcciones mencionadas para una mayor participación de todas las partes”, afirma el comunicado final de la cumbre. El documento es la representación de su escaso contenido y también de la falta de consenso. Los firmantes insisten en la integridad territorial de Ucrania como punto de partida, exigen que Rusia entregue el control de la central nuclear de Energodar a Ucrania (sin mencionar los ataques artilleros ucranianos contra la central), libre circulación en el mar Negro y el mar de Azov y la entrega de los prisioneros de guerra y “civiles ucranianos ilegalmente detenidos”.

Como se había anticipado, la agenda de la cumbre iba a limitarse a la seguridad nuclear y alimentaria y la cuestión de los prisioneros de guerra, un contenido escaso para un encuentro que Andriy Ermak llevaba meses preparando. A lo rebajado del comunicado hay que añadir que doce de los países u organizaciones presentes en la cumbre -como participantes u observadores- han optado por no firmar el documento. Se trata de India, Brasil, Irán, Sudáfrica, Armenia, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, México, Tailandia, Indonesia, Naciones Unidas y el Vaticano. Dos países más, Irak y Jordania, optaron por retirar su firma tras haberlo hecho inicialmente. Es evidente el peso del Sur Global en los países que han rechazado participar en la cumbre o no han firmado el comunicado final, un fracaso que Ucrania no reconocerá en su intento de atraer a esos países a sus postulados. [A pesar de que los medios occidentales degradan a los que no han firmado a la categoría de ’países en vías de desarrollo’, entre ellos se encuentran cuatro de las 10 economías más grandes de mundo].

Aun así, la gran foto de familia, en la que Zelensky y Ermak se han fotografiado con Kamala Harris, Emmanuel Macron, Olaf Scholz o Justin Trudeau es suficiente para que Ucrania siga insistiendo en su fortaleza diplomática y política y su legitimidad para imponer sus postulados contra Rusia. Por si la mención a la futura participación “de todas las partes” en la negociación llevaba a error, Kiev ha precisado ya que no habrá negociación directa con Rusia, a la que se reserva solo el papel de receptor pasivo de un diktat que tenga que cumplir.

“Cuando el plan de acción esté sobre la mesa, aceptado por todos y sea transparente para el pueblo, entonces se lo comunicaremos a los representantes de Moscú, para que realmente podamos poner fin a la guerra”, afirmó Zelensky. Hasta entonces, el plan de paz de todos, es decir, de Kiev y sus socios, es simplemente la guerra. Y como predijo Gustavo Petro al anunciar la ausencia de Colombia, la cumbre no ha sido sino “un alineamiento con la guerra”.

slavyangrad.es

Tomado de La Haine

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