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Una auditoría externa: Me parto

Martes.22 de enero de 2013 802 visitas - 4 comentario(s)
Cigala News #TITRE

Lo que voy a decir, en algunos casos, son ideas tremendamente parecidas a lo que se escribe en el artículo de Intereconomía (sí, de ahí), que os copio abajo. Me podéis acusar de plagio.

Ante el escándalo de los sobres, Rajoy y Cospedal anuncian vehementes que no les va a temblar el pulso, que cada palo ha de aguantar su vela y, sobre todo, que podemos dormir tranquilos: van a encargar una auditoría que despeje dudas sobre la honorable contabilidad del partido de la gaviota. Una auditoría “externa”, para que sea más de fiar aún. Estupendo.

Pero la cosa tiene varios aspectos que no convencen, a saber. Lo primero es que las auditorías son siempre externas. Se trata de que alguien de fuera revise si está bien lo que han contado los de dentro. Faltaría más que el mismo contable chapucero o corrupto fuese el encargado de vigilarse a sí mismo. Lo segundo es que en las auditorías lo que se cuenta es lo oficial, el dinero blanco, transparente, lo que se declara a hacienda. Se mira si están bien las cuentas, si podemos recortar por aquí y por allá, si este sector del negocio no pita y cosas así. Pero el dinero negro, el que no se apunta en ningún libro, el que luego hay que lavar con décimos de lotería, no se estudia en ningún tipo de auditoría. Ese está tapado y bien tapado para que no lo vea nadie. Que sepamos a los del PP no les acusan de hacer mal las cuentas o de no sacarle partido a sus ingresos -que sería motivo de una auditoría extraordinaria- sino de cobrar sobornos y repartírselos bajo la mesa. Que es cosa bien distinta.

Por otro lado nos vienen los del PSOE, exhibiendo supuesta indignación, a exigir una comisión en el congreso de los diputados. ¡Toma ya! Vamos a averiguar qué pasa con los sobornos y los sobres a base de hacer preguntitas a sus señorías diputados y diputadas en una mona salita del parlamento. Ya me veo el interrogatorio a Montoro: “Señor ministro, ¿qué sabe ud. de la trama”. Y su respuesta: “Yo se lo cuento. De miércoles a viernes se recibe en Génova a los emisarios de Iberdrola, el Santander, Telefónica, la embajada de Israel... con los maletines. El fin de semana el tesorero lo cuenta y lo ensobra, y el lunes cada uno pasamos por su despacho a recoger nuestra parte. No vean el patrimonio que he amasado yo mismo sin ir más lejos sobrecito a sobrecito”.

¿A que no diría eso? Más bien sus palabras se parecerían a estas: “Yo no sé nada, a mí que me registren. Mi partido y yo somos tan honestos o más que Jesucristo. ¡Que nos hagan una auditoría externa!"

Y de hecho esta respuesta parlamentarista del PSOE al escándalo es difícil que no sea vista como una forma de echar un cable a sus socios del PP a la hora de crear cortinas de humo. Hoy por ti, mañana por mí.

Porque, señoras y señores, si lo que hay que investigar son sobornos y dinero negro, ni auditorías ni comisiones parlamentarias. Lo que se necesita en todo caso es una investigación policial. Aunque claro, teniendo en cuenta que la policía, así como la judicatura, también son suyas, ¿qué podemos esperar? Habría de ser una investigación policial “externa”. Realizada por la policía de, por ejemplo, Cuba o Irán. Ahí sí que nos podríamos quedar más tranquilos de que si no se llega a saber, ya es por puro mérito de los tipos tapando la fechoría, y no por aprovecharse de las facilidades que les brinda el régimen en que vivimos.

Como no vendrá a investigar la policía de Bolivia ni la de Corea del Norte, mucho nos tememos que la cosa quede en la auditoría y, en todo caso, la comisión parlamentaria. Es decir, en nada.


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Crisis en el PP

El dinero B no se audita

Fernando Díaz Villanueva

La contabilidad B es tan invisible como el dinero B. Ningún auditor puede auditar lo que no existe, por muy externo que sea.
 
Mariano Rajoy ha anunciado que acometerá una “investigación interna que será sometida a auditoría externa” para poner punto y final a las sospechas de corrupción que recaen sobre la cúpula del Partido Popular tras la reactivación del Caso Bárcenas. Pero, ¿qué es eso de una “auditoria externa” que escrute una “investigación interna” previa?

En principio es simple palabrería a la que los políticos son especialmente proclives cuando se sienten acorralados por la prensa. Pero más allá de los malabarismos sintácticos, sí existe la posibilidad de que sobre las cuentas del PP se haga una auditoría. Una auditoría que necesariamente tendría que ser externa porque todas las auditorías contables lo son. Es imprescindible que el auditor carezca de vínculos laborales con la entidad auditada, de lo contrario se produciría un grave conflicto de intereses.

Lo primero que habría que plantearse es por qué el PP no presenta la última auditoría, la correspondiente a 2012 o, en su defecto, a 2011 y sale del paso mostrándola públicamente en su integridad. Las sociedades anónimas, por ejemplo, tienen la obligación legal de someterse a una de estas auditorías todos los años y entregar luego sus resultados a los accionistas, generalmente durante la Junta anual. ¿Hacen lo mismo los partidos políticos? Si el PP tiene sus estados financieros sin auditar debe proceder a solicitar una auditoría cuanto antes, con o sin Bárcenas de por medio.

Ahora bien, la siguiente pregunta que habría que hacerse es qué tipo de información da una auditoría contable. En principio es un examen, a cargo de uno o varios especialistas, de los libros contables para certificar la exactitud y fidelidad de los datos contenidos en ellos. Una auditoría no es una inspección fiscal. El auditor se limita a examinar lo que hay y comprobar que es cierto. Luego, el auditor emite un informe y realiza recomendaciones en función de los errores que haya encontrado.

Los auditores sólo tienen a su disposición la información contable oficial, la que Hacienda ya conoce. Resumiendo, los auditores se mueven siempre en el terreno de lo legal y lo visible. Pero el problema que tiene el Partido Popular ahora es que le acusan de haber utilizado sobres con dinero en efectivo para remunerar a sus cargos y empleados. Ese dinero no lo ha visto nadie, oficialmente no existe, es dinero negro o, por utilizar la expresión de Javier Arenas, “dinero B”.
¿Existe una contabilidad B? Si hay entradas y salidas de dinero hay contabilidad, pero no es una contabilidad que esté al alcance de cualquiera, y no está, naturalmente, a disposición de un auditor, por muy externo que sea. Tampoco está a la vista de Hacienda. Si lo estuviese no sería dinero B, sino dinero A y no habría motivo para el escándalo.

Es de suponer que las cuentas del Partido Popular están en orden y resisten el escrutinio de cualquier auditor e, incluso, de un inspector de Hacienda. Pero las sospechas no van por esas cuentas, sino por otra que, siempre supuestamente, corría paralela a las oficiales y auditables. Saber si esa cuenta existe o no excede con mucho las competencias de un auditor es algo que entra en el terreno de la investigación judicial que es donde se encuentra ahora.

Intereconomía


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