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¿Son públicos los servicios públicos? (2ª parte)

Lunes.1ro de octubre de 2012 659 visitas Sin comentarios
Cigala News #TITRE

Antes de entrar en la harina de esta segunda entrega sobre tan peliagudo tema conviene leerse la primera parte http://www.grupotortuga.com/Son-pub... en la cual quedó afirmado que si por público entendemos "de todos y todas", dichos servicios no lo son.

Y seguimos.

Para muchas personas el estado es un ente benefactor logrado tras miles de años de evolución humana. Aunque, que yo sepa, nadie piensa que algún estado en la Historia haya logrado la pura perfección, éstas personas entienden nuestros actuales estados occidentales como una institución absolutamente necesaria para evitar una especie de caos o de jungla salvaje. Así el estado español en concreto es comprendido por la gente de la que hablo como una instancia que garantiza nuestros derechos y libertades y que ordena la conviviencia en forma democrática y para el bien común. Al fin y al cabo esta teoría es más o menos la que se enseña en nuestro sistema escolar.

El sistema económico capitalista es asimismo para la gran mayoría de personas de las que estoy hablando ahora, la mejor forma posible de organizar la economía. Con sus muchos fallos, injusticias y consecuencias indeseables, sin duda, pero el menos malo de los que se podrían tener.

Pues bien, si ud. es de las personas que así piensan o parecido ya le digo que no va a estar de acuerdo con casi nada lo que va a decirse a continuación, que seguramente le resultará aburrido y quizá ridículo. Qué se le va a hacer. Porque aquí trato de hablar para personas que como mínimo entienden que el capitalismo es una forma económica y social indeseable que debe ser superado mejor hoy que mañana por algo más humano y racional. Personas que se hacen la misma pregunta que yo: ¿Qué podemos hacer para cambiar de verdad esta sociedad?, y que por ello, en este tiempo de crisis y recortes, se devanan los sesos tratando de encontrar las acciones que mejor puedan ayudar a conseguirlo.

En el grupo que edita esta página, además y según tengo entendido, es idea muy extendida la de que la institución del estado es indisociable del poder económico, capitalista en nuestro caso, y que aquél (el estado) es herramienta de éste (el capitalismo) para controlar a la población y asegurar el proceso de acumulación de riqueza en pocas manos, que es el objetivo final de todo el tinglado.

Por eso el anterior artículo concluía con una frase que dejaba todo en el aire: ¿Entonces estar en las movilizaciones para la defensa de los actuales servicios públicos es defender al estado, y por lo tanto al capitalismo? Y se respondía: Pues sí y no. Y vamos ahora a tratar de explicar porqué.

Pues resulta que en esta cuestión de los servicios llamémosles "estatales" casi todo, aunque la pueda también tener buena, contiene su parte mala. Si las pocas personas que tenemos inquietudes verdaderas de cambiar significativamente las cosas gastamos todos nuestros esfuerzos en que las cosas queden como están, o como venían estando hasta hace un par de años... Es decir, y refiriéndonos al tema en liza, que los servicios estatales no se recorten y tampoco se privaticen, pues resulta que no solo no estamos cambiando nada sino que además estamos consolidando un determinado status quo. Lo queramos o no, sea o no esa nuestra intención, se asienta y legitima la propiedad de esos servicios, no por parte del pueblo sino por parte de las personas que a su vez se apropian del estado y que, como decía en el artículo anterior, están a sueldo del dinero. Y con ello se afianza la opresión a todos los niveles, porque si se legitima la autoridad para unas cosas también se la legitima para otras. Al final todo viene a estar relacionado. Si le das más poder al poder, más duro te van a venir a coger, cantaba Molotov.

Hay quien me señala que los servicios que utilizamos y que son propiedad del estado vienen a ser una forma complementaria de recibir el pago a nuestro trabajo asalariado. Es decir, por nuestro esfuerzo recibimos una parte del salario en dinero y la otra en forma de acceso a esos servicios. La idea me parece que tiene sentido aunque requeriría análisis más minuciosos. De hecho es una tesis que abunda en la teoría de que estado y capital son la misma cosa. Démosla por válida sin más para poder seguir avanzando. Según esta idea, luchar para que no se recorte uno de estos servicios viene a ser lo mismo que luchar para que en la empresa a una no le bajen el sueldo.

Lo que digo en tal caso es que si todas nuestras luchas consisten en que no nos bajen el sueldo sin cuestionar quién debe ser el propietario de los medios de producción y los servicios, pues resulta que, como ya decía antes, son luchas que no solo que no aspiran a cambiar el orden social sino que contribuyen a consolidarlo. Y para decir eso me baso en la experiencia histórica del obrerismo desde finales del siglo XIX en tiempos de Kautsky y Bernstein (los artífices de que uno de los más potentes movimientos proletarios revolucionarios de la Historia haya acabado siendo el actual SPD, una especie de PSOE alemán), o en la experiencia del obrerismo occidental a partir de los años 60, con todo eso del eurocomunismo y demás, movimientos ya solo enfocados a obtener mejoras parciales y no cambios radicales de modelo..

Pedir que los servicios básicos sigan en manos del estado y no de una empresa es lo mismo que pedir que la propiedad de la empresa en la que trabajamos siga en manos del jefe de toda la vida y no de otro distinto que la quiere comprar. Pedir que los servicios básicos en manos del estado no se recorten es lo mismo que pedir que la empresa donde trabajamos y que es del jefe nos mantenga los salarios y no nos los recorte en tiempos de menores beneficios. Legítimo si se quiere pero nada cuestionador del cómo son las cosas y en absoluto transformador. Con reivindicaciones de este cariz los servicios básicos así como los medios de producción siempre van a estar en las mismas manos: en las de ellos. Y nosotros, asalariados en lo económico y gobernados en lo político, siempre vamos a estar a las expensas de lo que ellos decidan. Creo que la situación que vivimos en estos últimos años es bien elocuente de hasta qué punto son ellos y no nosotros quienes abren y cierran la mano según les conviene en absolutamente todo.

Una buena parte de la izquierda está en este discurso y en esta práctica anti recortes y anti privatizaciones y, en el caso que me parece más incongruente, su bandera declarada es "la defensa del estado de bienestar". Por ejemplo hace no mucho se hablaba con unción de "la revolución islandesa", un episodio de defensa más o menos exitosa del modelo estado de bienestar en uno de los países más ricos del planeta. No me consta si por parte de esta "izquierda" hay olvido o adhesión hacia la realidad de que el estado de bienestar que se desea defender es capitalismo puro, además más bien consumista, poco o nada ecológico, menos ético todavía y estatalista hasta la médula, lo cual le vacía plenamente de cualquier vestigio de democracia si entendemos ésta como la capacidad de cada persona de participar directa y vinculantemente en la decisión de aquellas cosas que le afectan.


Pero...

Pero por otra parte es una verdad como un templo que las personas de esta sociedad consideramos que algunas cosas nos son de necesidad básica para garantizar una vida digna, por muy decrecentista y austera que queramos que ésta sea. Poca gente considerará superfluo poder ser usuaria de un sistema de salud, o de un sistema de instrucción de la infancia, o de que haya vías de comunicación y cosas por el estilo. Y hasta los más furibundos anarquistas y antiindustrialistas que no desean colaborar en nada con el sistema para, entre otras cosas, no hacerlo más fuerte, entenderán que puede ser preferible, aunque sea de forma provisional y transitoria, disfrutar de estas cosas por muy en manos del estado o de cualquier otra empresa privada que estén a no disfrutarlas en absoluto.

Volviendo al tema de la primera entrega, no pasaría nada si el estado cierra o privatiza un determinado servicio, siempre y cuando nos devolviera religiosamente la parte proporcional de nuestros impuestos que financian ese servicio. Con ese dinero podríamos tener ese mismo servicio pagando a otra empresa tal como hacíamos con el estado. Mucho mejor si lo autoorganizamos. Es como si nos cierran el bar de toda la vida. Podemos ir a seguir tomando el café y leyendo el periódico a cualquier otro de las cercanías y pagando el mismo o similar precio. El problema es que el estado nos cierra el bar pero nos sigue cobrando cada día el café (además nos lo cobra al doble de su precio), con lo cual nos quedamos sin dinero, sin café, sin periódico y nos hacemos un poco más pobres cada día que pasa.

Cualquier propuesta encaminada a que los servicios básicos acaben por estar gestionados democráticamente por sus trabajadores y usuarios en lugar de por empresas privadas con afán de lucro entre las que enumero al estado, si es que es posible, llevará su tiempo el ponerla en marcha. Mientras tanto no podemos quedarnos sin quirófanos, sin camiones de la basura y sin controladores aéreos.

Conclusión. ¿Es legítimo luchar para que no deje de existir o de estar al alcance de todos un servicio básico, aunque su gestión esté en manos crápulas? Sí. ¿Si se lucha para que dicho servicio quede como está y en las mismas manos se está fortaleciendo al capital y al estado? Sí ¿Hay alguna forma de salir de este círculo vicioso? Sí.

Pero esto último queda para la tercera entrega, la cual prometo que será la última, si es que hay algún sufrido lector que todavía siga en la disquisición a estas alturas.


¿Son públicos los servicios públicos? (3ª parte, y última)


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