Jorge Drexler: "Bailar en la cueva"

Soy uno de esos urbanitas que nunca se habrían «echado» novia en el baile del pueblo. De vaso en mano y conversación tranquila, mi lugar está en la barra. Y no me compadezco: en la vida uno no puede subirse a todos los carros y, en ocasiones, sólo siendo espectador percibe la esencia y el matiz.

Quien no baila puede abominar de las coloridas comedias de fin de semana, de la grotesca pitanza de carne y, por qué no decirlo, carroña.

Pero el baile no es sólo eso, es una manifestación cultural que vive y no muere, que crece y metamorfosea; un arte que requiere de atención, sensibilidad, coordinación y gracia; un vínculo entre las personas; una orgía animatista; a veces, una forma de hacer el amor; en definitiva, una maravilla que nunca saciará nuestra gula.

Por eso, viernes tras viernes, os iré presentando esta serie de canciones: son algunas de las que me han ayudado a vivir y entender el concepto.

Y no olvidéis que, en público, soy animal de barra.

Colgado de la Luna