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Izquierdas de museo y de cartón piedra

Jueves.25 de octubre de 2012 1040 visitas - 5 comentario(s)
Vicent Teulera #TITRE

En los albores del socialismo en el siglo XIX y aún antes la clase obrera era mayoritariamente revolucionaria. ¿A qué no serlo si las maravillas de la técnica propiciada por la revolución industrial les habían traído el no tener donde caerse muertos tras agotadoras y perennes jornadas de trabajo y vivir bajo la bota del formidable aparato de dominación del estado burgués? Igual la palabra "revolución" y sus implicaciones más eruditas quedaban fuera del alcance de la mayoría, que era iletrada pero -qué demonios- ¿quién no desearía que las cosas cambiaran radicalmente viviendo en esa situación?

Esa manera de aspirar a cambios radicales, revolucionarios, y combatir por ellos siguió dándose entre la misma clase oprimida de los países occidentales a lo largo del siglo XX, sobre todo en sus inicios. Sin embargo el siglo y en esos países citados trajo una paulatina mejora en las condiciones de vida de la mayoría postergada. Esta especie de prosperidad, sin pasarse pero cada vez un poco más próspera, se cimentaba en lo que se ha dado en llamar la división internacional del trabajo, y que en palabras más sencillas quiere decir que unos países explotan y viven a costa de otros. La clase obrera occidental, más tarde primermundista, aunque ya iba estando alfabetizada, no sabemos si seguía o prefería seguir en general desinformada hacia algunos temas y poco a poco aquélla prosperidad material fue diluyendo como un azucarillo el deseo de cambios radicales, el espíritu revolucionario.

La cosa ya había empezado algunas décadas atrás, y a fines del siglo XIX ya había obreros que, aunque seguían ondeando banderas rojas por no perder la costumbre, habían conseguido ciertos beneficios políticos y económicos que quizá eran la causa de que se empeñaran tanto en explicar al resto de sus compañeros de clase que lo revolucionario no era luchar contra el sistema de dominación político y económico, no era pretender cambios radicales sino dejarse de utopías y cuentos de la lechera e ir poco a poco mejorando lo existente, o al menos impedir que empeorara, porque tampoco estaba tan mal, qué carámbanos. Y de forma pacífica y no conflictiva, que somos gente de orden. Si alguien quiere documentarse en este asunto puede leer, en la wikipedia por ejemplo, las entradas sobre unos tales Bernstein y Kautsky, alemanes ambos.

Cerramos el flahsback, despertamos en color y nos vamos a la actualidad de aquí y de antesdeayer. Si nos fijamos en el 15M, entre otros hay que concederle también el siguiente mérito. Ha venido como anillo al dedo para todos aquellos activistas que hace diez, quince o veinte años (estamos ya en el presente, despertad) se consideraban más o menos libertarios, comunistas revolucionarios y anticapitalistas y que a lo largo de esta última década larga, poco a poco, han ido resolviendo sus vidas integrándose en el sistema, en el funcionariado y sus cercanías muchos de ellos. No olvidemos que aquéllos movimientos radicales de hace poco estaban integrados sobre todo por personas universitarias y por gente con estudios superiores mucha de la cual tenía en las oposiciones su vía natural de inserción en el "mercado laboral".

El 15M, al que se quiso ver como una frontera (antes y después del 15M, la caduca e inoperante izquierda que había, versus esta florida, civilizada y combativa juventud...) fue la ocasión perfecta para desprenderse de las etiquetas que efectivamente se han quedado en general anticuadas ante la transformación de los sujetos, en eso estamos de acuerdo, y abrazar ya sin reservas y sin escrúpulos de conciencia la triunfante fe en el estado liberal-capitalista “de bienestar”. Estos antiguos anticapitalistas hoy son mayormente socialdemócratas, es decir, de la cuerda de los Bernstein y Kautsky aquellos, aunque astutamente huyan de cualquier palabra que les pueda catalogar y reivindiquen el seguir teniendo "de alguna manera" las aspiraciones que tenían antes. Si se les pide que expliquen en qué tipo de medios creen actualmente de cara a alcanzar aquéllas utopías, se desharán en respuestas vagas que habitualmente mezclarán a partes iguales críticas nerviosas a lo que llaman "purismo", "dogmatismo" o "radicalismo" con declaraciones de fe en que lo que hacen hoy, por citar un ejemplo golpear cacerolas, es una manera de ir cambiando conciencias y por ello avanzando "poco a poco" hacia aquellas metas. Y por descontado ni aceptarán crítica a esa postura ni entrarán en análisis más o menos complejos para explicar de qué modo dichos activismos pueden llevar "poco a poco" hacia esas metas. "Dejémonos de sesudos análisis que solo nos conducen al inmovilismo cuando hay tanto que hacer", suele ser un argumento que en diferentes variantes se emplea con profusión.

A cambio tales gentes tienen como bandera la presencia y “acción”, por supuesto sin violencia alguna, en la calle, para defender en estos tiempos de crisis los beneficios que venía ofreciendo el sistema a los habitantes del primer mundo -las prestaciones y servicios que dan en llamar públicos-, y aún mejorarlos si fuera posible. Su discurso se ha venido expresando desde la fe del recién converso, y no se han cortado un pelo en zaherir, con el pie del 15M, a aquellos de sus antiguos compañeros y compañeras que no les han seguido en su viaje ideológico y vital.

Y claro, están también los izquierdistas de toda la vida que al quince eme lo han mirado todo el rato de reojo. Unos porque, aunque hubieran sintonizado con gran parte de lo que se cocía, les pilló con el pie cambiado y no les dio tiempo a procesarlo a la velocidad suficiente. Otros, que se rasgaron las vestiduras: “¿Quién son estos niñatos para ocupar nuestras calles? ¿Esto qué tiene que ver con una auténtica movilización obrera, de clase, sindical, con el mundo del trabajo como motor? Los mineros, los mineros, esos sí que son un ejemplo de lucha”.

Y en cualquier caso ni los unos ni los otros están por hacer la revolución, me parece a mí. Es decir por un cambio radical de las cosas del que resulte que no haya ni mandantes ni mandados, ni poseedores ni desposeídos.

Muchos de los recién llegados al nuevo movimiento callejero, acaso por ser en general noveles y por no conocer más que de oídas ni a Kropotkin ni a Gramsci ni a Rosa Luxemburgo, lo que quieren, o al menos lo que vienen expresando de forma más clara, es acabar con la dictadura del ppsoe, que se meta a algunos banqueros en la cárcel y que las políticas de los gobernantes en general no tiendan al recorte y sean más sociales. No mucho más piden; que se cambie la ley electoral para que el arco parlamentario cuadre más con los votos emitidos, que se dé la dación en pago, se disminuya el gasto militar y cosas así. Ciudadanistas les llaman unos, indignados se llaman ellos y ellas, y la secuencia ocurrida en Islandia en los últimos años viene a ser más o menos modelo para muchos de ellos. Resumiendo mucho eh.

Están también, como decimos, los segundos, a quienes molesta que los anteriores digan que no son ni de derechas ni de izquierdas porque ellos sí le siguen teniendo devoción a las banderas rojas, mayormente pequeñas y de plástico, todo hay que decir, o a las republicanas, por poner otro ejemplo.Incluso a alguna rojinegra. Al menos una vez al año las siguen sacando sacramentalmente a pasear en procesión. Este sector continúa manteniendo el discurso de las clases y sigue criticando abiertamente al capitalismo. El problema es que la gran mayoría de sus integrantes, empezando por quienes llevan la voz cantante, suelen depender económicamente del mismito capitalismo hasta las cejas y a/ nunca se plantearon una alternativa de vida distinta al capitalismo y b/ aunque no lo digan, no le tienen demasiada esperanza a que su organización tome el parlamento, la moncloa y las bolsas de Madrid y Barcelona (en eso hacen bien). Y, como decía un amigo hace tiempo, “con el pan del obrero no se juega”. Quiero decir con esto: Que nos podemos poner todo lo estupendos que queramos a criticar al capital e incluso al sistema, siempre y cuando no nos pasemos del ámbito de lo discursivo y estético. Porque si queremos ir un poco más lejos, ay amigo, yo no sé si a mis años me voy a jugar mi puesto de trabajo fijo o en la administración, mi pensión, los ahorros o que me embarguen el apartamento cuya hipoteca me vence dentro de solo tres años. Al final más que criticar al capitalismo -virgencita, virgencita que me quede como estoy- se limitan a señalar los excesos del llamado neoliberalismo, y dentro de eso acaban más de uno, más de dos y más de tres en un mero quejarse de lo que llaman “la derecha”, es decir el Partido Popular. Antes se sentían fuertes e importantes sumándose de tarde en tarde a huelgas generales, de un solo día y no especialmente fructíferas. Hoy quizá ni eso.

Los hay también a caballo entre ambas generaciones. Ni se casan con el discurso y práctica mayormente autorreferencial de la sindical-izquierda heredera de la transición, ni se sienten cómodos con lo que entienden como superficialidad ideológica del 15M. Aunque en el facebook lleguen a ser de lo más crítico e intelectual que hay, tal crítica se dirige hacia aspectos secundarios, convertidos en principales en sus discursos; las políticas concretas de los gobiernos nacionales y supranacionales. Lejos de asomarse a las raíces, a las causalidades de lo que ocurre -oh, alejémonos de posturas radicales y puristas, de cuentos de la lechera- se dedican a poner el grito en el cielo ante los recortes, privatizaciones, a veces disminuciones de derechos y demás consecuencias de las causas que no quieren mirar de frente. En general pertenecen a sectores económicamente más o menos acomodados o medio solventes y su principal propuesta de “lucha” (aparte de firmar, cortapegar y rebotar cosas en internet) es la manifestación. Otro de sus rasgos distintivos es el buenrrollismo izquierdista. Una especie de fe en el efecto mariposa. Un a modo de “todo aquel que cuestione las políticas neoliberales está en el barco, es de los nuestros”. Y tal cosa se aplica con independiencia de si el antineoliberal de turno está por una sociedad dominada por Izquierda Unida, si por la insurrección anarquista o por los líderes del partido bolchevique. Lo mismo da, ya que el enemigo de mi enemigo es mi amigo y como total no vamos a conseguir nada... pues qué más da. Al menos que haya buen rollo.

Aunque a todos los enumerados les pasa, nadie le tiene más fe a la institución del estado que este sector definido en último lugar. Para ellos el estado no es ese nido de vívoras al servicio de la acumulación económica en pocas manos que otros vemos. Muy al contrario el estado es “lo público”, “lo de todos”, y por eso el summun de las luchas es evitar que nada estatal sea “privatizado”. No hace falta decir que la mayoría de quienes así piensan trabajan -más bien que mal, segura y cómodamente a pesar de sus quejas- para el citado estado y no les apetece nada ser exigidos por la dirección de una empresa privada en busca de rentabilidad (¡¡horror, estoy diciendo lo mismo que los del PP, la de pedradas que me esperan!!).

¿Hay pues algún resto de espíritu revolucionario en nuestras izquierdas? Pues haberlo háilo, aunque por desgracia es minoritario e incluso hoy por hoy está perseguido por la misma izquierda. Vivir para ver.

Y bueno, creo que me he despachado agusto diciendo lo que pensaba hacia varios colectivos, además a los que no les gusta nada de nada escuchar críticas. A mi tampoco me gusta que me las hagan, que masoquista no soy, pero estoy preparado con chaleco protector y casco para escuchar lo que tengáis que decir. Esta web tiene un espacio donde opinar, así que ya podéis empezar a disparar.


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Artículos de Vicent Teulera en Tortuga

  • Izquierdas de museo y de cartón piedra

    23 de octubre de 2012 03:41, por Nacho

    Bueno, aquí el primer disparo. De un socialdemócrata de los malos, esos que no creemos en lo que decimos, y que además aspiramos a ser parte del sistema opresor, hasta ver una sociedad controlada al 99% por otros funcionarios desalmados, máquinas del sistema, etc.

    Vayamos por partes. Por un lado, el relato sobre la relajación del nervio revolucionario y demás. Habría que tratar cada país, cada momento histórico concreto y cada estallido revolucionario por separado y luego sacar conclusiones generales (aunque no necesariamente tienen que salirnos nada generalizable). En general coincido en que en los países más industrializados fueron acallando las reivindicaciones más radicales, desde Bismarck o la Inglaterra de clubes de caballeros, que pusieron las primeras piedras de un Estado del bienestar o generaron círculos de sociabilidad para “civilizar” obreros ingleses, que por otro lado, empezaron a vivir medio bien ya en el XIX gracias al pujante imperio británico.
    Pero a eso hay que sumar un elemento importante que no comentas. ¿Dónde queda el verdadero Estado del bienestar de la segunda mitad del XX?
    No es más que la transferencia de las rentas altas a las clases trabajadoras para que mantengan un estándar de vida (que no de consumo) equiparable. Eso abre igualdad de oportunidades para las carreras meritocráticas, o incluso abre la movilidad social (como demuestran los estudios sobre la influencia de una buena educación pública y una elevada movilidad social).

    Pero el meollo está en que se aplicó porque la parte más combativa de la clase obrera en la mayoría de países occidentales se pasó medio siglo mirando a Rusia como ejemplo. Es lo que se llama “optimismo histórico”. Si el ejemplo de Rusia tiene elementos positivos entonces creemos que hay alternativas y nos dejamos en ello la vida. A partir de la IIª mitad del XX el anarquismo no puede considerarse un movimiento muy atractivo entre la mayoría. En ese contexto después de la II Guerra Mundial, una guerra que nace también de la cuestión de clases, los países occidentales desarrollan el Estado del bienestar para que los obreros se dejen de Rusia y a cambio de repartir algo más las rentas. Eso me parece esencial en cualquier contextualización histórica: el papel de la URSS como movilizador, como imagen, referente, financiador, etc. El miedo al enemigo, fuera éste una burocracia controlando un capitalismo de Estado y no “comunismo”, seguía siendo un reto para el mundo capitalista.

    Sin embargo, yo invertiría los términos de la ecuación.
    Primero porque los revolucionarios marxistas siempre se denominaron socialdemócratas, los “buenos”, con nervio revolucionario, y también los “malos”, los reformistas. Consideraban que era esencial para el movimiento una democracia formal y participar en las elecciones. Primero para conseguir cosas HOY, y segundo para ser el altavoz de la clase trabajadora. Luego ya viene el vanguardismo que acaba en Stalin y todo lo demás, pero en principio la tradición revolucionaria socialista siempre ha participado en las elecciones, no es algo que suponga ninguna degeneración ni una vergüenza. Y la violencia y el pataleo no es una cosa positiva, como me da a entender cierto tono irónico sobre las formas civilizadas y demás. La violencia está, pero es defensiva y como recurso último e inevitable.

    En ese contexto no es de extrañar que si empiezas a mandar en gobiernos locales o regionales, en lugar de declarar la República soviética de tal (aún no había URSS), el SPD empezara a trabajar para la clase trabajadora dentro de los medios posibles. No tanto por intereses espúreos como deja también entrever el tono del texto, sino porque un buen representante se debe a sus representados. Sin abandonar nunca la finalidad socialista, pero consiguiendo cambios HOY. No iría tan mal cuando siguieron subiendo electoralmente, y se convierten en maquinarias políticas del copón.

    A lo que voy es que no se puede dar una lectura populista y condenatoria de los líderes y teóricos como únicos responsables, como si hubieran tenido la revolución a la vuelta de la esquina y la hubieran contenido en una alianza con el gran capital, cuando en realidad la clase trabajadora era la que estaba asintiendo a su moderación, en su gran mayoría.

    Si algo evita caer en el sectarismo, creo que eso es tratar de leer lo que quiere la mayor parte de la clase trabajadora y tratar de amoldar a ello el proyecto de emancipación socialista. Lo sectario es oponerse a la mayoría si ésta inclumple un programa mágico, válido para cualquier contexto, país y época, y que tiene que hacerse de P a PA o “yo ya no juego, no es suficiente revolucionario para mí”. Y eso es lo verdaderamente difícil, hacer que tus discursos y tus propuestas calen y se lleven a la práctica. Eso lleva mucho tiempo, va muy despacio. La revolución como acto de teatro es en realidad un simple empujón, es todo el trabajo anterior lo que ha hecho que ganes fuerzas.

    Sobre el nivel de estudios y origen profesional de los integrantes de los movimientos sociales “malos”. “Funcionarios, universitarios, estudios superiores, oposiciones”. Bravo. Un argumento de gran nivel, a la altura de “si eres comunista ¿por qué tienes ordenador, eh?”. O el de “bajadles los sueldos a los funcionarios, que son todos unos privilegiaos”. No conozco ningún estudio que demuestre que ese sea el origen profesional, aunque podría ser. Es de agradecer que se ponga al servicio de los movimientos sociales el conocimiento adquirido tras años de estudio. Supongo que los movimientos populares fetén deben provenir del obrero manual que trabaja en empresa privada, del profesional liberal, o en su defecto del lumpen proletariat. Suponemos que los funcionarios y universitarios están contaminados por los estudios del capital y desean que el Estado controle nuestras mentes, mientras que el trabajador en la empresa privada es puro nervio revolucionario. O lo volverá a ser algún día, es una incógnita, suyo es el mundo y el potencial revolucionario y blablabla. Supongo que nada de esto pasaría con Kropotkin el príncipe, Bakunin el noble, Engels el empresario que jugaba en bolsa, o Marx el periodista mantenido por su amigo. Amigo, lo raro sería que encontrases en la Historia famosos revolucionarios que no vinieran de la clase media y con nivel alto de estudios para su época, pero en fin.

    Un funcionario sigue siendo y será clase obrera. Y sobre el nivel de estudios, el Estado del bienestar tiene sus cosas, una de ellas es que más o menos permite llegar a la universidad a mucha gente, con lo que no tengo mucho que decir sobre si alguien tiene una licenciatura o una diplomatura y además se mete en movimientos sociales. Con becas he hecho todos mis estudios, y no me han hecho un reaccionario capitalista aunque pienses lo contrario.

    A partir de lo del 15M ya viene un chaparrón de despropósitos. Esos izquierdistas con ¿“fe en el Estado (con mayúscula, por favor) liberal-capitalista ‘de bienestar’”? ¿Alguien ha visto alguna reivindicación que diga “viva el Estado liberal-capitalista”? Al parecer estos izquierdistas y falsos revolucionarios por lo que leo “dicen” creer en utopías, aunque el autor no confía en que esto sea así. Al parecer se van a la calle un día de lluvia a gritar consignas porque no les queda nada más que hacer que aparentar que siguen teniendo “de alguna manera” las antiguas aspiraciones. Gente curiosa, xé, les admiro si se pasan un domingo de pie por la calle sólo por inercia.
    Hete aquí, al parecer eran socialdemócratas. Ese insidioso tipo de marxista que participa en elecciones para ir cambiando poco a poco las cosas desde el Gobierno. Tipo Allende. Pero también hacen conjuros a favor del Estado liberal-capitalista. Lo dicho, gente curiosa.

    No importa que el Estado del bienestar sea apreciado por la inmensa mayoría de la clase trabajadora, incluso la que vota al PP, o que haya logrado los indicadores de calidad de vida más elevados en toda la historia de la humanidad (algo es algo). Tampoco importa que estos falsos revolucionarios salgan a gritar consignas contra la ausencia de democracia y en contra del neoliberalismo económico, a ti no me la dan. Yo particularmente creo que esta gente curiosa y bienintencionada lo que busca es generar un frente amplio e inclusivo de la mayoría de la población, sin importar cuáles sean sus metas finales, para tratar de parar la degradación de la calidad de vida de la clase trabajadora en sus países. Obviamente no hay grandes medios de comunicación ni muchas más fórmulas más allá de las manifestaciones o la participación en asambleas de este tipo.

    Parece (corrígeme si me equivoco) que te mola la violencia y ese rollete malote. Cuando se mira la estrategia de la policía uno se cuestiona de qué sirve la manifestación “violenta”. ¿En qué quedamos, son polis infiltrados los violentos? El caso es que cuando se leen las estrategias contra las protestas del jefe de Mossos d’Esquadra, una de ellas es calentar la cosa días antes con algunas detenciones, luego dejar hacer en la calle cuando empieza a haber hostias y destrozos, y luego cargar para deshacer todo. Vaya, extraña estrategia de los malos ¿no deberían de promover la más absoluta tranquilidad en la calle para vencernos con el aburrimiento? ¿Entonces, qué buscan alimentando la gresca?
    Lo que consigues pueden ser dos cosas, una cojonuda para un movimiento social, y es acción-represión-solidaridad-acción; y otra negativa, acción-represión-puta mierda, y menos gente a la próxima protesta. No hay que olvidar que a la calle salen familias con carros, ancianos, etc. Los gobiernos buscarán la segunda, los favorables a las hostias lo primero. Pero lo que tienen que tener en cuenta ambos es que eso ocurre dentro de un circo mediático. La sociedad del espectáculo. Para que algo salga bien o mal primero tienes que ganarte las cámaras, para ganarte a eso indefinido que es la “opinión pública”. Es decir, ganar apoyos a tu causa, más legitimidad. Porque, eso es lo que se busca, ¿no?
    La respuesta de "dejémonos de sesudos análisis que solo nos conducen al inmovilismo cuando hay tanto que hacer", suele ser bastante común en quien no suele leer gran cosa o no tiene idea de en qué coño piensa. Muchos de ellos revolucionarios de postín que hacen acciones violentas, que son las que lo petan. Del tipo acciones luditas, esos grandes visionarios, o del tipo quemar algún coche en una manifa, cajeros, hacer unas pintadas. Eso sí llega a las masas y golpea a los poderosos donde de verdad duele ¿eh? Personalmente nunca apoyaría el recurso a la violencia como estrategia si no supiera al 100% que voy a tener a la gran mayoría conmigo. Y eso ocurre en contextos de total descrédito de un gobierno y un ejercicio del poder que sólo se mantiene con la violencia. Pero ese no es el contexto, compañero.

    Luego hay un punto indeterminado. Son socialdemócratas, ¿pero creen que con caceroladas se cambian cosas? Yo pensaba que lo suyo eran elecciones, partidos, manifestaciones con banderas y poco más. Espera, ahora lo entiendo. Están los viejos socialdemócratas que traicionaron al socialismo, funcionarios y eso, que son los que según leo que miran mal al 15M como niñatos, y luego están los nuevos socialdemócratas del 15M. Tengo que decir que estoy algo espeso, pero gracias por generalizar así para que me entere.

    Bueno, volviendo al texto y no a interpretaciones locas sobre lo que veo detrás. Sobre su dudosa fe revolucionaria. Resulta que los ciudadanistas quieren que no gobiernen los dos partidos turnistas, los banqueros en la cárcel y control público sobre la política y la economía. Pues vaya mojigatos. Eso es tan fácil de conseguir como un parque en el descampado de mi barrio. Jodidos ciudadanistas…

    Y luego están los que bueno, tienen elementos del discurso anticapitalista que absolveremos (in nomine Patrii), pero que pecan por vivir en el capitalismo. Vaya, de vuelta al argumento de nivel “¿si eres comunista por qué tienes una Play?, ¿eh?”. Yo no conozco a mucho trabajador que no dependa económicamente del “mismito capitalismo hasta las cejas”. Mayormente porque se nace en él y te adaptas o mueres. La alternativa es la agricultura de subsistencia en comunas, un recurso no muy al alcance de todos. Ni ganas.

    No sólo viven en él, sino que además consideran que no tienen alternativas al mismo. Aquí quería llegar. Antes hablé de “optimismo histórico”, la clase trabajadora o perico el de los palotes durante la llamada modernidad se quería comer el mundo, la burguesía y sus sueños de dominio de la naturaleza; o el proletariado y la sociedad sin clases, donde todos como hermanos nos demos besos y bailemos alrededor de la fábrica, que hace el trabajo por nosotros. Eso con la caída de la URSS pero ya algunas décadas antes se fue a la mierda, y vivimos en un periodo de “pesimismo histórico”. Dentro del paradigma posmoderno. No sólo no hay alternativas al capitalismo, sino que además no existen ni las clases sociales ni las cosas malas o buenas, todo depende del cristal con que se mire, y si no te gusta es lo que hay. Y además escuchamos a los Joy Division o los Smashing Pumpkins. Por suerte dicho paradigma posmoderno se está yendo a al mierda y parece que rebrota cierto optimismo histórico.

    ¿Qué pasa? Que no hay alternativa clara todavía. El socialdemócrata puede tener en mente conseguir un Koljós o Suecia o Benidorm o la Habana o lo mismito que un revolucionario fetén, pero no se sabe cómo conseguirlo, ni mucho menos se espera que la mayoría de la peña de la noche a la mañana decida que quiere dar el paso y cargarse el modo de producción capitalista.
    Por eso tampoco pueden esperar que su organización tome el parlamento (no sé con qué medios, espero que electorales, porque si esperas que su organización las tome con armas, no sé ni por qué me molesto en escribir un tocho así con alguien tan fuera de la realidad). Pero se intenta, se intenta conseguir electoralmente. En Grecia estamos a las puertas.

    Y epa, otra vez el odio antifuncionario, qué manía chico. Como si el obrero manual fetén no tuviera miedo a no poder pagar la hipoteca, perder el puesto o no tener pensión. Eso no es exactamente lo que sujeta a alguien a la hora de tomar el poder o jugarse el tipo. Sencillamente es que electoralmente no tienen fuerza (porque la mayoría no se la da) y a nivel armado, en fin, para qué seguir JAJAJA (lo siento, se me escapa la risa de pensarlo). No estamos en los años 30, ni siquiera se lleva el foquismo y tal, pero vamos, que en aquella época mucho de los working class heros eran también pequeñoburgueses que renunciaron a la vida cómoda por otra de riesgos, así que tu teoría falla un poco. Tampoco explicaría por qué el hijo de un noble o el bajo clero apoyaría la revolución liberal del XIX, cosas bastante frecuentes.

    Y vuelvo a defender a mis amigos, los socialdemócratas, esos seres curiosos, cuando dices que no aspiran a más que contestar a las políticas del PP o los recortes puntuales. Vuelvo a repetir, cuando sales a la calle ¿acaso ves camiones llevando milicianos armados de aquí para allá preparando el ataque y a los socialdemócratas tratando de tranquilizarlos? Jajaja colega, que no hay más fuerza que la que ves: ninguna. Mientras el poder siga residiendo en el Estado (como símbolo y representación o de facto, como institución real y armada) la respuesta está en las putas elecciones, es así.

    Y como respuesta a los recortes sale un PP con menos votos pero más escaños por malabarismos de la Ley electoral. Genial. No te preocupes que los gallegos no tomarán y disolverán el parlamento gallego para imponer la voluntad popular, sino que tragarán el poder absoluto del PP 4 años más. En ese contexto, ¿quién puede aspirar a tomar el palacio de invierno? Es más, ¿quién es capaz de tomar un centro de poder? No nos flipemos.

    Sobre el Estado. Cualquiera diría que desprende el mismo nefando poder que el Anillo para cualquiera que lo toque. “Un anillo para gobernarlos a todos”. Si te acercas al Estado te conviertes en Gollum. Mi doctora de la S.S. misma, yo creo que trata de matarme con medicamentos que no necesito. Hay un duende y un elfo que me visitan y me da mejores yerbas naturales. En fin, que me pierdo. El que se acerca al Estado lo hace para producir mayor acumulación económica (yo juraría que ese es el elemento definitorio del capitalismo, no del Estado). Eso es parecido a lo que dicen los neoliberales: políticos, funcionarios y gente que vive del subsidio (parados, jubilados, pero en general todos los que usan servicios públicos) se oponen a que el Estado desaparezca. El Estado para ellos es socialismo, da igual que te llames Rajoy o Zapatero, si subes impuestos eres socialista. Estás detrayendo dinero de la economía capitalista, que es lo que genera crecimiento, trabajo, etc. El Estado debe quedar en la expresión mínima, en ocasiones ni eso, les gustaría hacerlo desaparecer. Tipo Etiopía o Sudán. Yo me imagino una utopía neoliberal como una especie de Madmax, con gente que forma su ejército y hala, a violar. ¿Quién me tiene que decir a mí cuántas copas me puedo tomar? (Aznar dixit). Tope divertido.

    Curioso que el discurso de la gran banca y las grandes empresas sea algo parecido. Dejadnos a nosotros que proveeremos, el Estado estorba. Les estorba porque la maquinaria impersonal, burocrática y administrativa da servicios a todo dios “gratis”, por vía de impuestos, sobre todo de impuestos que ellos en principio pagaban (hoy ya no). Tampoco creas que considero el Estado el centro de la bondad, pero es lo más parecido a una gestión pública y organizada de fragmentos de la economía desde que hay Estado del bienestar con una finalidad redistributiva.
    El ideal neoliberal es privatizar hasta el aire, fuera pensiones, fuera hospitales, fuera sanidad. Cuando la tasa de ganancia del gran capital europeo se reduce por el aumento de competidores internacionales, entonces el capital que se desvía para mantener el nivel de vida de la clase trabajadora debe volver a ser ganancia. Si defiendes eso, colega, tú y tus masas revolucionarias os vais a comer un colín. Ve y dile al parado y desahuciado que de puta madre que privaticen el colegio de sus hijos, que tu escuela libre les dará educación a él y a los 200.000 como él. Y sanidad, y todo. El cuento del "cuanto peor, mejor" guárdatelo en privado porque es vergonzoso cuando hay dramas reales. Hablamos de gente que no concibe tampoco como algo tope guay irse a vivir al piso okupa. Aunque okuparán si no hay más remedio, eso seguro.

    Sin duda el mejor fragmento es el de la productividad. Estás más perdido que un pulpo en un garaje, si es lo que realmente piensas. ¿Serás un neoliberal radical? Se han hecho estudios en medio mundo y ninguno ha demostrado que la gestión privada sea mejor. Un gran ejemplo es la sanidad yanqui, más cara que ninguna en el mundo, derrochadora como ella sola, y no logra cubrir suficientemente a la población. Pero en fin, ¿quién quiere sanidad pública para todos, financiada con dinero de todos, si podemos autogestionar nuestra propia salud? Me parece tan falaz como los que dicen que las vacunas de los niños son inventos de las farmacéuticas, ¿acaso has visto a alguien con una enfermedad de esas? Nunca. ¡Precisamente, por eso!

    • Izquierdas de museo y de cartón piedra

      24 de octubre de 2012 00:15, por V.T.

      Evidentemente pensamos y actuamos diferente. De ahí, aunque hay cosas que dices que comparto, resultan las mayoritarias formas distintas de ver la cuestión. En todo caso muy agradecido por tan amplio comentario. Un saludo.

      • Izquierdas de museo y de cartón piedra

        26 de octubre de 2012 22:05

        A mi las pedradas nunca me han gustado, desde que le abrí la cabeza a un amigo por quitarme la bici con 10 años, desde 40 metros de distancia...

        Por suerte el evento solo me dejó secuelas a mi, y seguimos (30 años despues) siendo buenos amigos...

        El solo conserva una pequeña cicatriz que por suerte cada vez que la comentamos, le provoca mas risa que otra cosa (supongo que al ver mi cara de "sincero arrepentimiento"...)

        Una vez aclarado que mi comentario no va a ser una pedrada contra el autor del "articulo" (quizá mas bien habría que llamarlo ESCABECHINA, que incluso puedo compartir hasta un 50%), solamente decir que...

        Cuando uno tiene un lapiz y un papel en blanco, puede hacer muchas cosas, dibujos, calculos, prosa, poesia, etc.

        A mi me gustan mucho los dibujos y la poesia, pero me considero incapaz de hacerlos por mi mismo.

        Asi que me voy a centrar en la prosa y los cálculos:

        Cuando uno hace números, resulta razonablemente fácil sumar, ligeramente mas difícil restar, algo mas complicado multiplicar, y lo mas difícil de todo es dividir.

        Pero cuando uno hace palabras, lo mas difícil es sumar, ligeramente mas fácil es restar, bastante mas fácil es multiplicar, y lo mas fácil de todo es DIVIDIR.

        Yo mismo, con pocas palabras, soy capaz DE DIVIDIR LO QUE ME DE LA GANA EN UN PAR DE FRASES GRANDIOSAS.

        (Y por supuesto, absolutamente gratuitas, y por tanto directamente desechables...)

        Y tras muchos años de estudio, sesudas reflexiones y demás, he llegado a una conclusión que a mi me parece importante y trato de poner en práctica (tanto cuando hago números, como cuando hago palabras):

        SI QUIERES SUMAR, DEBES OLVIDARTE DE YO.

        Ahí es nada!!!