El Straight Edge ha resistido a lo largo de las últimas décadas como una cultura hardcore punk libre de drogas. Sin embargo, su legado político permanece a menudo ambiguamente asociado con una soberbia postura machista autorreferencial y con un puritanismo conservador. A pesar de que algunos elementos de la cultura Straight Edge se alimentan de tal percepción, la historia política del movimiento es de lejos mucho más compleja.
Desde los orígenes del Straight Edge en Washington D.C. a (...)