Mataos pero dejad tranquilo a ese niño que duerme en una cuna. Si vuestra rabia es fuego que devora tal cielo y en vuestras almohadas crecen las pistolas: destruíos aniquilaos ensangrentad con ojos desgarrados los acumulados cementerios que bajo la luna de tantas cosas callan pero dejad tranquilo al campesino que cante en la mañana el azul nutritivo de los soles.
Invadid con vuestro traqueteo los talleres los navíos las universidades las oficinas espectrales donde tanta gente languidece (...)