Álvaro Hermida
Podemos mirar a los terraplanistas y reírnos de ellos, tachar de ’lunáticos’ a los que creen que las élites del mundo son hombres-lagarto disfrazados, alucinar con los que sostienen que las nevadas en Madrid eran falsas y se trataba de plástico o compadecernos de aquellos aterrorizados por los ’chemtrails’ de los aviones de pasajeros. En general, la inmensa mayor parte de las teorías de la conspiración son absurdas, basadas en que los gobiernos hacen (...)