Escribir rimas es difícil. Como todo adolescente freak buscando novia, en mis años de instituto intenté componer bastantes poemas (al igual que, y de esto estoy seguro, un altísimo número de lectores de este blog). El caso era probar la conocida teoría de Paul Feig o el mismísimo Tim Burton (“Yo empecé a dibujar y a meterme en el cine sólo por ver si así ligaba”) y hacerse el sensible para impresionar a las chicas. El resultado solía arrojar (o, según la menor o total falta de (...)